Disfrutando el dulce néctar de tus labios

Capitulo VIII

Robert.

Escucho el sonido de una alarma y me estiro en la cama desperezándome, siento algo tibio a mi lado, paso mi mano y toco algo blando, es… como un seno, lo cual me hace recordar lo que paso anoche. Mi cuerpo ansia tenerla nuevamente, la abrazo haciendo que se remueve un poco, no puedo mirarla bien ya que la habitación está a oscuras todavía.

-Mmmm ya me despierto madre— dice entre dormida, toco su parte intima acariciándola sobre la sabana, se levanta de un salto y enciende la luz de la lámpara— ¡oh Dios!— exclama y tapa sus senos.

-Buenos días chiquilla— veo tapar su rostro e intentar acomodar su desordenado cabello— ¿no piensas saludarme preciosa?—intenta bajarse de la cama, pero se lo impido, me acuesto encima sintiéndonos porque estamos completamente desnudos.

-Debo ir al baño, mis padres no tardan en levantarse— dice apresurada.

-Déjalos que se levanten, no importa, me encanta estar así contigo, solo un rato—niega y tapa su boca.

-Si no salgo antes que ellos, vendrán a mi habitación— suspiro y la dejo salir.

De repente me sorprende agarrando mi mano y haciéndome señas para ir al baño. Nos metemos al baño haciendo nuestras necesidades, a darnos una ducha en la regadera, la tomo y acaricio su hermoso cuerpo admirándolo totalmente, esta delgada para la ropa que ocupa para ir al instituto; dejo de mirarla y la recuesto de la pared sacándole una risita, la beso con pasión estremeciéndonos.

Subo una de sus piernas y la llevo a mi cadera, me introduzco fácilmente en su interior, pues está preparada para mí, húmeda y deliciosamente estrecha; muevo mis caderas suave y profundo, dándole placer, luego la volteo colocándola de espaldas, separo sus piernas y bajo un poco su espalda, me introduzco de nuevo acariciando sus senos de forma circular pellizcando de vez en cuando sus rosados pezones, la escucho suspirar entre gemidos, me incorporo para quedar recto y la embisto con fuerza sacando sonoros gemidos, embisto una y otra vez con profundidad hasta llenarla por completo. Nos terminamos de bañar acariciando nuestros cuerpos.

Al salir del baño nos disponemos a alistarnos, cuando voy a ordenar la cama veo una mancha en la sabana que me llama la atención, es sangre y volteo a mirarla, se le ve bien, pero que significa esa sangre.

-¿Nena?— me mira y luego le muestro la sabana, se acerca y mira con cautela la sabana. Sonríe y acaricia mi mejilla.

-Es la prueba de que ya no soy virgen cariño— la miro tratando de entender— Robert, no me hiciste daño, solo que era virgen y ya no, es algo que sucede con las mujeres en su primera vez— la miro a los ojos.

-¿Cómo lo sabes?— pregunto porque nunca he estado con una virgen.

-Lo leí en los libros que me da mi madre, es normal no te preocupes— me abraza y me da un beso en mis labios.

Ayudo a cambiar la sabana y salgo primero de la habitación para que no nos vean juntos, al casi llegar a la escalera escucho un carraspeo e inmediatamente volteo, es la señora del Villar y me señala que la siga, entramos a una especie de oficina y me mira con total seriedad.

-Aléjate de mi hija—me advierte.

-¿Disculpe?— me hago el desentendido.

-Lo que escuchaste, la estoy guardando para el mejor postor—la miro como si estuviera loca.

-No la entiendo señora, ¿Acaso esta insinuando que venderá a su hija?— trato de disimular que no me molesta, esa chiquilla es solo mía.

-No te hagas el desentendido, no dejaba de mirarte con adoración cuando estábamos en la mesa, además que ha estado sonriente todos estos días, al parecer le gustas— ¿acaso le molesta la felicidad de su hija?

-Creo que esta confundida señora, pero a todas estas ¿Por qué tiene que obligar a su hija a estar con alguien que no quiera?— me mira con desprecio.

-Mi esfuerzo es por su bien, para que tenga un buen futuro al lado de alguien que le de todos los lujos que necesite, tu no se lo darás eres un lame botas, mi esposo dijo que trabajas para él, está encantado contigo hasta llego a mencionar que te quiere como esposo de nuestra hija, que llevaras a la empresa a buen camino, no sé qué ve en ti pero no confío en sus palabras— se acerca a mí de forma amenazante— te lo advierto muchacho, si llego a saber que le has tocado uno de sus cabellos te vas a arrepentir, su virginidad e inocencia serán para el hombre que yo escoja para ella— aprieto mis puños y mandíbula, no quiero faltarle el respeto.

-Usted no me conoce señora, llegara el día en que se arrepienta de sus palabras, además usted no debería jugar con la vida de su hija, ella puede elegir con quien desee estar— alza la mano para darme una bofetada pero la detengo— no se atreva a ponerme una mano encima— alejo su mano y doy media vuelta.

Al salir me topo con los cristalinos ojos de Natalia que al verme sale corriendo por las escaleras, suspiro y la sigo a paso apresurado. Termino de bajar las escaleras pero soy detenido por unas grandes manos.

-Buenos días joven Peralta ¿A dónde va tan deprisa?— me relajo al saber quién me detuvo.




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