«El amor es saltar al vacío y esperar que en la caída te crezcan alas».
Benjamín Griss.
CASSANDRA
Cuando estacionó frente a la casa nos miramos fijamente, desee que esta noche hubiera durando más, de verdad había disfrutado hablar con él.
-Hoy es la mejor noche de vida – dijo mirándome – disfrute compartir las magdalenas y el vino contigo
-A mí también, fue la cena más extraña de mi vida, pero lo disfrute mucho.
-Lo que más disfrute fue la compañía – dijo mirando fijamente mis labios, sentí el cosquilleo en ellos, por instinto me mordí el labio inferior y sus ojos se oscurecieron – podemos repetir pronto, qué tal si almorzamos juntos pasado mañana, esta vez te aseguro que no va ver magdalenas.
-Y yo que pensé en otra ronda de magdalenas, pero esta vez le sumamos chocolate – dije causándole una sonrisa – está bien, pero en esta ocasión yo invito, y no se discute; ahora es mejor que vaya a casa, seguro nos están espiando, mi familia puede ser muy chismosa
-Jaja vale, como tú digas, tú conoces mejor a tu familia que yo – dijo mirándome fijamente.
-Adiós.
- Buenas noches, Cassie.
Al bajar del auto, sentía que está también había sido la mejor noche de vida, sentía que él había estado a punto de besarme, pero había mantenido esa distancia a pesar de todo, al llegar a la puerta, gritó mi nombre y voltee para ver como él salía del auto y se dirigía con seguridad hacia mí.
-Me debes algo – dijo, lo miré sorprendida, no entendía de que hablaba, cuando sentí que me tomaba de la cintura, de pronto me pego contra su cuerpo, al mismo tiempo que colocaba una mano detrás de mi cuello para luego fundir sus labios con los míos, me besaba con suavidad, luego de salir del asombro respondí al beso, luego hundió su lengua dentro de mi boca, dejando el beso suave por algo salvaje e intenso. Cuando dejamos de besarnos solo nos miramos, después de ello enrumbo hacia su auto dejándome nuevamente sorprendida.
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Como sospechaba mi familia estaba aún reunida en la sala, tratando de disimular su curiosidad; pero ahora no quería ni tenia las ganas de darles información sobre esta noche, esta noche era un recuerdo solo mío.
-Como fue la cena querida – dijo mi abuela
-Bien, ¿no tendrías que estar en la cama ya?; ¡más bien no tendrían que estar todos! – dije
-Solo queríamos saber si todo había salido bien – respondió la abuela – todos estamos feliz por ti, ese muchacho me gusta para ti
-Abuela a la que tendría que gustarle es a mí, somos amigos nada más – no les comentaría nada sobre esta noche sino estarían ya armando planes, seguro mi madre y abuela hasta tratarían de planear mi boda – aclaramos lo que sucedió en el hospital, me volví a disculpar con él y eso fue todo; ahora adiós ¡estoy cansada!, voy a dormir como tendrían que hacer echo ustedes hacia horas, ¡hasta mañana!
Cuando llegue a mi habitación, me aliste para dormir, estaba a punto de apagar las luces cuando sonó el móvil, avisándome que había llegado un mensaje de un número desconocido.
Dulces sueños, hermosa
Era él estaba segura, cuando me llamo más temprano, no había guardado su número, ahora era necesario tenerlo como contacto, ¡siempre era bueno tener a un médico como contacto!, sonreí, esta noche sí que iba hacer la más larga de todas, con una sonrisa aun en el rostro, apagué todo menos mi mente que no dejaba de soñar.
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Al dia siguiente mientras ya habíamos dado por terminada la reunión mensual, donde todos aportábamos ideas para proyectos de la editorial, solo quedábamos algunos charlando cuando entro Lucero con un hermoso ramo de rosas.
- ¿Para quién son esas rosas? - pregunto Sandra curiosa
-Deben de ser para mí – dijo Catherine – anoche discutí con Marcelo, esta es su manera de disculparse, está loco por mí; ya no debería ser extraño, soy la única que recibe rosas.
Eso era cierto, Catherine siempre recibía rosas de parte de su digamos novio, porque no estaba a ciencia cierta segura de qué tipo de relación llevaban; por supuesto mi madre y Sandra también, pero eso sucedía en ciertas ocasiones; especialmente Mateo y mi padre les hacían llegar los obsequios a casa. Asi que sin interesarme me dispuse abandonar la sala, cuando caminé hacia la puerta escuché a Lucero llamarme.
-Las rosas esta vez no son para ti Catherine, estas están destinadas para Cass – dijo mirándome con la ceja levantada, estaba curiosa por saber quién me las había enviado y yo también, aunque tenía una sospecha
Me acerqué a contemplar las rosas más bonitas que había visto y vi el pequeño sobre que llevaba.
-Vamos ábrela ¿quién será? – dijo Sandra mirándome suspicazmente
- ¿Lucero, segura que son para Cass? – dijo Catherine mirándome fijamente – si a ella nunca le envían nada – después soltó una fuertemente carcajada que terminó abruptamente cuando choco con la mirada de mi madre que entraba a la sala.
-Pero eso puede cambiar a partir de ahora ¿verdad? – dijo mi madre – vamos abre el sobre; que yo también tengo curiosidad.
Cuando abrí el pequeño sobre, todos se quedaron mirándome, podía sentir cada mirada, asi que decidí dar media vuelta y mirar asi la ventana; después de tomar una respiración profunda saqué la nota.