Dispuesta A Escapar Del Amor

CAPITULO 23

SEBASTIAN 
Al volver a la fiesta, nos encontramos en el camino a Mónica; amiga de Cassie; se la llevo a retocar el maquillaje mientras yo regresaba con mis amigos. 
-¿y esa sonrisita de estúpido? – pregunto Fabián al verme llegar. 
-Cassie y yo volvimos – dije sonriendo, por primera vez no me molestaba la cara de estúpido que me cargaba. 
-y ahora la pregunta es ¿Cuánto duran? – dijo Claudio cínicamente. 
-¡por dios hombre! déjalo que disfrute su momento antes de pincharle el globo – dijo Manuel  
-¿y a ti que te pasa? – respondí a Claudio, estos últimos días estaba más serio. 
-creo que lo tienen contra las cuerdas – dijo Fabián riendo; mientras Claudio le dirigía una mirada mortalmente fría. 
-¿estas saliendo con alguien? -pregunte sorprendido; despues de la muerte de Ana no habia tenido ni una relación seria. 
-claro que no – dijo incomodo; iba a preguntarle algo más pero la llegada de Adri me interrumpió. 
-Ay que feliz estoy por ti – dijo emocionada abrazándome – sabia que volverían, los vi entrar juntos. 
-¿también te perdiste por la oscuridad?  - dijo Fabián 

– ojala pudiera; pero mi rabo no me deja – contesto haciendo un puchero, mientras miraba como nuestro hermano llegaba a nosotros. 
-eres un demonio Adri – dijo Rodrigo enojado; mientras mi hermana ponía los ojos en blanco. 
-y tú un grano en mi culo – contesto encarandolo-¡no puedes dejarme en paz! mira hay mujeres guapísimas. 
-y dejarte a tus anchas ¡para nada! – contesto Rodrigo cabreado – la última tuve que cargar contigo despues del espectáculo que distes. 
-¿Qué espectáculo? – pregunte curioso 
-nada, solo estaba un poco bebida – dijo matando con la mirada a Rodrigo – exagera como siempre. 
- ¡exagero! Un amigo nos invito a una fiesta y .. 
-¡cállate! – dijo furiosa; se quedaron frente a frente retándose con la mirada.
-Basta los dos – dije apaciguando la situación – no.. 
- mira; ahí viene Cassie – eso me distrajo por completo. Iba acompañada de Mónica y Nadia, que la llevaban directo a la mesa de su familia. Me levante y sin decir nada; fui por ella. 
-hola, hijo – saludo Amanda; estaba muy guapa esta noche, la salude con cariño - ¿ te estas divirtiendo? 
-mucho – conteste – pero aún no he bailado con la más bella de la noche; claro despues de la novia. 
-zalamero – exclamo Sandra sonriendo. Me acerque donde estaba sentada. 
-Yo no bailo nunca – dijo nerviosa. 
-vamos, en mi boda – dijo Sandra – todos bailan. 
-yo, no – contestó – no me gusta bailar. 
Extendí mi mano y me miro nerviosa. 
-vamos cariño – dije mientras la música invadía el ambiente y las parejas iban a la pista. Mateo llego por su esposa. 
-¿me dejaras plantado? – se mordida el labio nerviosa y acepto de mala gana. La lleve a la pista antes de que cambiara de opinión. 
-Sebastian; yo..yo.. – dijo nerviosa – voy a tropezar y hacer el ridículo, mejor vámonos.   
La traje a mis brazos y la mire fijamente. 
- Solo confía en mí, jamás te dejaría caer; y si tropiezas caería contigo. 
- Eso es lo más cursi y dulce que me has dicho – dijo con una sonrisa; mientras empezábamos a movernos. 
- Activas mi lado cursi – dije fingiendo indignación – eres mala influencia para mi ego varonil  
- Tú ego varonil ehh – dijo riendo, mientras la giraba en mis brazos. 

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CASSANDRA 
Bailar toda la noche hasta que el amanecer se llevará la oscuridad; era algo que pensé jamás me sucedería; pero aquí estaba con los pies adoloridos despues de bailar tanto, mientras Sebastian me llevaba a su habitación. Cuando llegamos nos matábamos de risa, yo queriendo deshacerme de las malditas sandalias y el de sus zapatos. 
-joder, me has agotado cariño – dijo pícaramente -  y eso que no te gusta bailar. 
-fue mi desquite por todas los años que me perdí – dije haciendo un recorrido visual por la habitación. 
-descansemos un rato – dijo quitándose la camisa. No pude evitar quedármelo viendo como una tonta, era obvio que se ejercitaba; el sonido de la cremallera del pantalón, despertó la nubosidad de mi mente; aparte la mirada pero no antes que Sebastian me atrapara mirándolo fijamente.  
-Quítate el vestido cariño – dijo ladinamente – asi vas a estar más cómoda. 
Me sonroje, el modelo del vestido no permitía el uso del brasier así que no llevaba nada debajo aparte de la minúscula tanga rosa.   
-así estoy bien – conteste, pero lo sentí detrás mío y me puse nerviosa. Podía sentir su respiración en mi oído y sus manos acariciando mis hombros, hasta que lo sentí desatando el nudo del vestido. Me quede totalmente quieta mientras el vestido resbalaba hasta el suelo. El ritmo de nuestras respiraciones competían en rapidez. De pronto se alejo y volvió a mi lado.  
-Ponte esto cariño – dijo mientras me ayudaba a poner su camisa – ahora a dormir. 
Cuando levantamos era lo suficientemente tarde para la hora del desayuno. 
- Ay quiero tenerte así el resto del día – dijo mientras estaba en sus brazos – pero tengo que regresar al trabajo. 
- ¿A que hora te tienes que ir? 
- Al medio día cariño, tengo turno tarde hoy. 
- Tengo que regresar a mi habitación ha cambiarme, ¡maldición! – dije levantándome apresuradamente, habia olvidado por completo a los orejones. 
- ¿Qué pasa cariño? – pregunto también levantándose; mientras yo recogía mi vestido. 
- Mis orejones están solos. 
- ¿Tus orejones? – dijo mirándome – los has traído … 
-   Si, no podía dejarlos solos  en casa. Voy a cambiarme. 
Cuando salí del baño; Sebastian también estaba listo. 
- Vamos, te dejo en tu habitación mientras me despido de tu familia. 
Cuando termine de alistarme; baje a despedirme de él. Hubiera querido pasar todo el día juntos. 
Al día siguiente, volver al trabajo despues de estos días de relajo costaba un montón. Sandra estaba en su luna de miel y no la vería por un mes. Estaba ansiosa por ver a Sebastian otra vez. Mientras me alistaba más tarde para ir a verlo, recordé el día en que lo conocí. Es increíble como la llegada de una persona pueda cambiar tú vida. Los últimos meses habían sido un subí baja de emociones. De la felicidad a un profundo vació en un instante. De sentirte perdido a sentir que puedes tocar el cielo. Como dijo Adele “ a veces el amor dura pero otras veces duele”; pero creo que si duele entonces no es amor. Duele el sentir que estas perdiendo a esa persona, pero amarlo en sí no duele. Amar a Sebastian liberaba algo en mi, amarlo era sentirme libre.  
Me puse un vestido veraniego y la lencería más sexy que tenia. Cuando vino a recogerme ya estaba lista para irnos rápidamente, antes que mi familia lo retuviera.  
-Ansiosa por escapar conmigo – dijo mientras manejaba. 
-si – conteste riendo. 
- vamos a cenar 
-puedo cocinar y tú me puedes ayudar. 
-bien cariño, lo que tu decidas. 
Cuando llegamos a su departamento todo estaba impecablemente limpio, era tan ordenado, deje mi bolso y me adueñe de la cocina. 
-haremos pasta ¿te gusta? 
-si – dijo mientras me abrazaba. 
-bueno, ayúdame con las zanahorias  
-pero que mandona – dijo mientras le sacaba la lengua. 
Era tan natural este momento con él, lanzarnos bromas y riendo tontamente de todo; el vino me habia relajado por completo. Estaba un poco acalorada mientras el observaba cada uno de mis movimientos. Cuando la cena estuvo lista, salimos a la terraza. Todo el ambiente era tan intimo. Mientras terminábamos de cenar una pregunta me inquietaba la mente, mientras Sebastian se encargaba de limpiar, estaba pensando como traerlo a colación. 
- En que estas pensando cariño – dijo trayéndome a su regazo. 
- Yo … la otra noche mencionaste que tendríamos reglas – termine apresuradamente mientras el hundía su cabeza en mi cuello para luego besarme justo ahí, donde mi pulso se disparo - ¿qué tipo de reglas?  
- Tranquila cariño, te juro que no son reglas tipo 50 sombras de grey – conteste risueño – aunque los azotes no estarían mal. 
Le peñizque mientras volteaba para verlo fijamente. 
-bueno nada de azotes, es un limite intolerable, lo entendí – dijo mientras reía, viéndolo tan feliz reí con él.    
-vamos a la habitación – dijo en un susurro. 
Cuando subimos estaba más nerviosa que nunca; hubiera querido apoderarme del vino que quedaba en la botella.  
- Regla numero uno – dijo susurrándome al oido – nada de secretos entre nosotros. 
- Sebastian yo.. 
- Cuando estés lista me contaras  lo que pasó; pero ningún secreto más.  
- Esta bien – conteste mientras sus nudillos se deslizaban con lentitud por mi rostro, hasta bajar y acariciar mi cuello, sus caricias despertaban en mi un anhelo y una fuerte opresión en el pecho. Nos besamos apasionadamente con necesidad de más. Recorría con sus labios mi cuello. ¡quería más! Pero no sabia como exigirlo. Desesperada luchaba por quitarle la maldita camisa, mientras el me quitaba el vestido.  
- Puedes decir NO en cualquier momento cariño – dijo mientras el clip del brasier rompía el silencio. 
- ¡quiero esto! – dije besándolo. Me acomode nerviosa en la cama mientras él terminaba de quitarse la camisa y el pantalón. Cuando lo tuve sobre mi besándome se sentía tan bien, sus labios recorrían mi cuello, mientras sus manos tomaban mis pechos. Mi respiración se acelero a mil. El movimiento de su boca sobre mis pechos me volvió loca, me arquee hacia él ansiando más. 
- Dime; Cassie – dijo tomando mi pezón en su boca - ¿que es lo que quieres cariño? 
- Quiero más – dije gimiendo cuando deslizo su lengua sobre el otro pezón. 
- Eres deliciosa – dijo mientras bajando hasta besar mi ombligo. 
- Quiero que.. – dije sonrojándome más  y demasiado avergonzada para pedírselo. 
- ¿Qué? ¿Qué es lo que deseas cariño? 
- Quiero tu boca  
- La tienes – contesto volviendo a jugar con mis pechos. 
Quería más maldición pero Sebastian paro el juego. 
-por ahora es suficiente – dijo – me tientas demasiado cariño, pero te prometí ir despacio.  
Quería gritar que yo no, yo quería más, por primera vez mi cuerpo habia despertado. No era fría, podía sentir esa conexión en sus brazos. Mi cuerpo respondí a sus caricias; por primera vez sentía que podía entregarme sin miedo. Despues de esa noche compartimos carias más atrevidas, pero ahora era Sebastian quien iba despacio, muy despacio y eso me estaba volviendo loca.  




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