Dispuesta A Escapar Del Amor

CAPITULO 24

CASSANDRA

Ir al deporte no me tenía emocionada, despues de encontrarme con esa mujer. Ella era hermosa, el tipo de mujer que todo hombre quería, encajaba en el prototipo de mujer perfecta, guapa, alta y curvilínea. Además era inteligente, elegante y sociable, pero aun así Sebastian me habia elegido a mi. En el mundo nos dicen que es malo que entre mujeres nos comparemos y intentemos elegir una sobre otra; pero joder, que bueno se siente cuando te eligen. Esta mal ¡lo se!, pero por ahora no me importaba.  
-cariño – dice Sebastian despidiéndose – haces que las horas del día se hagan eternas hasta poder verte y tenerte en mis brazos. 
-nos vamos a ver en unas horas – dije besándolo 
-pues ese rato es eterno, me voy porque sino salgo ahora no saldré nunca – dice besándome – Adriana va a pasar por ti. 
-esta bien – dije palmándole el trasero -ahora vete. 
Me guiña en modo travieso y se va. 
Estaba cavilando  que ponerme cuando llego Adriana con su chispa y alegría; me recordaba tanto a Sandra. 
-y que te vas a poner – pregunto   
-creo que este vestido – conteste desanimada; habia traído algunas prendas al departamento. Pasaba más tiempo aquí que en casa. 
-pues póntelo y vamos – dijo emocionada – te espero abajo.  
Cuando llegamos al deporte; el partido estaba a mitad de tiempo. El trafico habia estado terrible. 
-ven, sentémonos aquí – señalo Adriana – uy creo que van perdiendo. 
A lo lejos pude ver a Sebastian corriendo por el balón, esperaba que ganaran. 
-ay no – dice Adriana de pronto – ahí viene esa mujer, juro que me choca verla.
Ella venia con un grupo de mujeres, se suponía que ellas jugarían en algún momento. 
-Hola – saludo acercándose sola. 
-hola – respondimos por compromiso. 
-Adriana te animas a jugar con nosotras vóley – pregunto  - tú también Cassandra estas bienvenida, bueno si es que puedes jugar. 
-yo pasó – contesto Adriana – y no creo que Cassie … 
-me apunto – dije impulsivamente para sorpresa de las dos. 
-entonces yo también – dijo Adriana evaluándome.  
-¡esta bien! Terminan ellos y empezamos nosotras. 
-ok – conteste, y la vi regresar con su grupo. 
-¿estas segura que quieres jugar?  
-sabes Adriana, jamás me han gustado los deportes, ya sabes por la pierna. Pero la verdad que soy realmente buena en el vóley, es el único deporte que se me da bien. 
-eso espero, porque ya termino el partido – dice señalando el tablero del tiempo – Sebastian ha perdido. 
A lo lejos vi que se gastaban bromas con sus compañeros de camino hasta nosotras. 
- Hola chicas – dijo un Fabián sudoroso sentándose – perdimos maldición. 
- cariño – dijo Sebastián sentándose al lado mío, le alcancé una botella de agua para que se refresque. 
- es una tarde fenomenal – dice Manuel ganándose tres miradas cabreadas – no tengo la culpa de su incompetencia ¿En dónde celebraremos mi victoria?. 
- ves al grupo de allá – dice Fabián serio – Pues ese es tu equipo, así que lárgate con ellos, traidor. 
- Hey que era por áreas, no tengo la culpa que estuvieran en el equipo perdedor. 
Mientras ellos discutían con Adri pinchándoles más, Sebastian me acercó más a su lado.  
- estás muy guapa cariño 
- y tú muy sudoroso, diría que estás asquerosamente guapo. 
Mientras nos reíamos, Adriana me empujó del hombro llamando mi atención. 
- ahí vienen – señaló al grupo de mujeres de antes y reconocí a Vanessa y Martina. Antes no habían estado, pero por su ropa deportiva suponía que se habían acoplado también. 
-¿están listas? – preguntó Ella sonriente. 
-si – contesté parándome y jalando a Adriana. 
-¿listas para que? – preguntó Sebastián mirándome. 
- vamos a jugar vóley 
-si, Sebastián ellas se animaron a participar de la competencia, déjalas ¿necesitan tu permiso? – eso hizo que Sebastián se levantara y fulminara a Ella con la mirada. 
- no creo que sea buena idea cariño, además tenemos que irnos a celebrar – lo miré fijamente, ahora delante de Ella no iba a cambiar de parecer. 
- no vamos a demorar mucho tiempo 
- entre más rápido comencemos mejor – intervino Adriana - ¿quién diría que terminaríamos siendo equipo Ella?. 
- Oh no – contestó burlonamente – ustedes son del equipo contrario, Vanessa es su capitana. 
Dicho eso se largó riendo. 
- Esa maldita, nos puso en el peor grupo, Vanessa ama el deporte como yo curando granos del culo. 
Las dos nos quedamos mirándonos hasta que estallamos de risa, mientras los hombres nos veían como locas. 
- No creo que deban….. 
- todo va a ir bien Sebastián, ¡puede que te sorprenda! 
- déjala hombre – Fabián nos apoyó – solo disfrutemos del espectáculo 
Ya en el campo me estaba replanteando si esto era buena idea, íbamos perdiendo. Aunque la desventaja no era mucha. Adriana tenía razón, Vanessa no la liaba ninguna. 
El primer tiempo perdimos pero teníamos todavía posibilidad de remontar el marcador; el segundo tiempo fue más agresivo, me había salvado de unos pelotazos buenos. Ella se hacía la estúpida pero era obvio que yo era su punto. La pelota siempre iba dirigido a mí, a pesar de todo logramos empatar.  
- te tienen en la mira 
- no sé qué le he hecho – después de terminar de hablar Adri y yo nos miramos antes de estallar en carcajadas. Sebastián nos miraba desde un costado de la cancha sospechosamente, mientras Fabián y Manuel nos hacían barra. 
- tienes lo que ella quiere chica – nuestras miradas se dirigieron a Sebastián – el objeto de deseo parece preocupado. 
Nos reímos sin parar hasta cambiar de cancha y ocupar nuestro lugar. El juego iba bien hasta que tropecé, me paré rápidamente limpiándome, aunque la rodilla me dolía horrores, le hice una señal a Sebastián de que todo iba excelente. 
-¡lo siento! Fue sin querer – dijo Ella con cara de santa. 
En mi próximo saque, mi parte diabla deseaba con todo fervor que la pelota besara su cara y borrará su sonrisa guasona. 
Me alisté a sacar y golpeé la pelota al silbato, y miré horrorizada como la pelota se estampaba en su cara, automáticamente su mano fue a su nariz.  
- joder, le reiniciaste el sistema completo – Adriana se reía sin disimular, mientras las demás se acercaban a ayudar a Ella. De pronto Ella comenzó a acercarse agresivamente.  
-¡lo siento! Fue sin querer – repetí lo mismo que ella dijo hace solo un momento. 
- casi me noqueas – dijo enojada, no sé si estaba roja por el golpe o por la furia. 
- No seas exagerada Ella, no es para tanto. 
- Este no es tu asunto Adriana. 
- viste lo que hizo tu…tu 
- novia – completo Adriana – me encanta ayudar. 
Ella la fulminaba con la mirada, pero su expresión cambió al dirigirse nuevamente a Sebastián, era una total manipuladora. 
- Sebastián – lastimeramente se tocó el rostro – lo hizo a propósito. 
- no vi nada más que a dos equipos jugando y peleándose por los puntos – le dio la espalda a Ella y me miró. En su mirada no había acusación solo una leve sospecha y eso me hizo sonreír.  
- ¿estás bien?  
- la que salió lastimada soy yo – Sebastián la ignoró y se concentró en mí. 
- me arde un poco la mano, creo que no medi mi fuerza – contesté un poco avergonzada. Mientras Fabián empezaba a reírse disimuladamente. 
Sebastián tomó mi mano y la volteó acariciando mi palma que ciertamente estaba roja. 
- Vamos por un poco de hielo 
Nos fuimos con nuestros amigos dejando a Ella más enojada. Tenía ganas de reírme pero me mantenía mortalmente seria. Manuel y Fabián sí que no se contenían, hasta Claudio parecía contento. 
Estaba tan feliz, con una sonrisa permanente en la cara. Los días pasaban tan rápido y sin darme cuenta el mes terminaba y Sandra llegaría de su viaje. 
Cuando eres feliz, los días pasaban a una velocidad máxima. Un almuerzo familiar para recibir a Sandra y Mateo realizó mamá, me alegraba tanto verlos felices. Compartir con Sebastián tiempo con mi familia hacía que todo fuera más especial. Kyle no era tan bien bienvenido, cuando estábamos saliendo cada uno mantenía su ambiente familiar separado del otro. Ahora recordar eso me hacía sentir tonta. Había aceptado resignarme a vivir una vida tranquila pero no feliz. La familia de Sebastián se reunía pero no tanto como la mía, sus padres asistían a cenas, pero cuando era una celebración importante o especial todos estaban ahí. Katherine la mamá de Sebastián, me había recibido con los brazos abiertos. Había tenido miedo en un principio, temor de conocerlos más cercanamente, pero ella y Armando siempre me hicieron sentir bienvenida.  
Cuando levanté de mi siesta, Sebastián había regresado al trabajo. Poco a poco me había trasladado con él en parte, tenía algunas cosas en su departamento; mis enanos aún vivían en mi casa. Solo los traía de vez en cuando, ya que siempre hacían travesuras. Me quedaba en su departamento casi todos los días, a excepción cuando tenía turno en la noche. Hoy era miércoles, eso significaba miércoles de chicas, hace varias semanas no nos reuníamos pero hoy volveríamos. Sandra mantenía el grupo unido y ahora que había regresado y estaba libre; regresaba el grupo. Pero con una nueva integrante … Adriana. 
Estaba a punto de cambiarme para la reunión cuando llegó Sandra y Nadia. 
-¿en qué casa nos reuniremos? 
- en la tuya – contestó Sandra 
-¡no es mi casa! Oh no, Sebastián se puede incomodar, ¡así que no! 
- pues es tarde porque ya avisé a las chicas, no demoran en llegar 
- ¿hoy no tiene turno hasta tarde? -. Preguntó Nadia, asentí. Hoy llegaría tarde por eso había planeado reunirme con las chicas. 
- está bien, creo – dije haciendo una mueca, solo charlaríamos un rato y cada una a su casa; ¿qué de malo podría pasar?, además iba a estar Adriana. 
Una hora después la preocupación se había ido, las chicas estaban felices y contentas como locas en el karaoke. 
- chepi, chepi – gritó Adriana – se me secó la garganta 
- un vinito para refrescar el alma – dice Lucero antes de empezar a abrir la botella de vino. 
- hay que brindar porque una de nosotras ha dejado de ser una mujer caída – Rachel señaló ceremoniosamente a Sandra – ahora es una señora respetable. 
Estallamos en carcajadas al ver que Sandra se estremecía. 
-¡paren con lo de señora! – río 
-¿qué tal la vida de casada? – preguntó Adriana, trayendo otra botella de vino. 
- normal, como siempre – dice Sandra 
- no debes dejar que las llamas de la pasión se extinga – dice Lucero – ahora más que nunca corren el riesgo de la monotonía. 
- Así es con los hombres, dan todo por sentado, se acostumbran, luego se aburren y luego se consiguen a otra – dice Catherine 
-¡ vale chicas que recién llevo un mes de casada!  
- yo, he diagnosticado a los hombres con el síndrome T.F.D – dice Adriana seria.
- ¿Qué es eso? – pregunto, jamás había escuchado ese término. 
-T.F.D significa: tragar, follar y dormir; lo padecen todos sin excepción – contestó mortalmente seria, estallamos en carcajadas todas sin poder evitarlo. 
Adriana era muy graciosa. Mientras reíamos y conversábamos, sin darnos cuenta habíamos vaciado más de cuatro botellas de vino y fui por otro a la cocina. Cuando volví habían cambiado a un tema algo más picante.  
- el misionero es una mierda, hay que innovar – dice Lucero. 
- los preliminares son importantes – apuntó Catherine – a mi novio le van las cubanas. 
Mientras las demás se reían, me preguntaba qué rayos eran las cubanas, al ver mi cara de desconcierto Lucero apuntó. 
- Cassie no tiene idea de lo que hablas. 
Eso desencadenó otro ataque de risas, Adriana se tapaba la cara y hasta lágrimas en sus ojos había. Estaba comenzando a molestarme que me excluyeran de sus chistes.  
-vale – dice Sandra – es cuando te lo metes entre los pechos, aunque yo nunca lo he hecho. 
-¿te metes qué? – pregunté inocentemente o estúpidamente. Todas volvieron a estallar en carcajadas. 
- su pene tonta – contestó Lucero riéndose – qué más vas a meter, el doctorcito no te enseña nada. 
- Ay no – rogó Adri – nada de la vida sexual de mi hermano por favor; vivo tranquilamente así en la ignorancia. 
- no iba a decir nada – me defendí. Las demás rieron, me había convertido en el punto de esta broma estúpida. Tenía dos opciones, enojarme o seguirles el juego. Así que elegí seguirles el juego y reírme. 
- Ven aquí – señala Chaterine – vamos no seas sosa. 
Dejé mi copa de vino vacía y me dirigí hasta ella, en medio de la sala. Sorprendiéndome tomó mis pechos en sus manos y los apretó.  
-¿qué rayos haces? 
- enseñándote – dice poniendo los ojos en blanco – tiene las tetas perfectas para esta técnica. 
Las demás miraban expectantes con sonrisas estúpidas en sus rostros sonrojados por el vino. 
- me voy a mear de la risa, hasta el estómago me duele – dice Nadia, limpiando sus lágrimas. 
- un poco de música para este momento hot, porfa – dice Adriana cogiendo el control – the Weeknd yuju yuju la encontré. 
Mientras la música de 50 sombras de Grey empezaba no pude más y estalle en carcajadas, todo era tan gracioso e irreal, nos servimos otra ronda de vino mientras seguíamos. 
- atentas chicas que esta es una lección única – dice Catherine.  
- Cassie colabora – dice Sandra riéndose. 
- Te lo agradecerán nuestras próximas conquistas – dice Nadia, tirada entre el sofá y el suelo en una posición media rara. 
Catherine volvía a cogerme los senos mientras yo no podía evitar reírme.  
- solo tienes que apretar y moverte así – dice mientras aprieta mis pechos y los comienza a mover de arriba a abajo, mientras las demás estallan de risa sin parar. 
- se lo van a montar aquí, qué guay – esa voz nos sorprende, cortando la risa de golpe. Cuando levanto la mirada está se encuentra con seis hombres mirándonos curiosos, pero solo me concentro en uno. Sebastián luce sorprendido y su mirada baja a mis pechos que un Catherine tiene en sus manos aún, al percatarse aleja sus manos mientras que me sonrojo; podía sentir ahora mi rostro hirviendo.  
-¿Qué..? ¿Qué..? ¿qué demonios hacías tocándole los .. las …las; eso a mi hermana – termino de decir Javier sorprendido y estupefacto. 
Mientras Adriana se levantaba a apagar la música, Nadia no se contuvo. 
- Se llaman tetas, pechos, senos y otros nombres vulgares que te lo sabes de sobra – eso le ganó una mirada enardecida y las risas de las chicas. 
Sebastián recorría con la mirada su departamento y a decir verdad este estaba un caos. En un lado estaban tirados las carteras y sacos, las botellas de vino vacías por el suelo y las bolsas de papitas por el sofá; Y para colmo alguien había derramado un poco de vino. 
-¿esto hacen cada vez que se reúnen? – preguntó Mateo 
- Hey, claro que no – contestó Sandra – joder ¿dónde está mi otra sandalia? 
- solo bailábamos – dice Adriana 
-¿estabas haciendo bailar a tus tet.. – comenzó a decir Manuel y cayó por la mirada fulminante de Sebastián. 
- pensé que se la montarían aquí – dice Fabián gozosamente – hasta hubiera pagado por verlo. 
- se vaciaron la despensa – dice Claudio; recogiendo un tacón y algo más. 
-oh eso es mío – dice Catherine 
-¿ y esto también? – dice levantando una tanga roja en su dedo. 
- eso no – contesta, mientras que los hombres me miran interrogantes, como era la única que iba de vestido, pero no era para tanto. 
- eso no es mío, lo juro – digo indignada. Sebastián parecía haber contenido el aliento. Bien no le gustaba que fuera por ahí olvidando mis calzones o no le gustaba nada la idea que estuviera en esta sala sin calzón. Me reí por mi estúpida lógica. 
- Pues si una de ustedes quiere rescatarlo – dice Claudio metiendo la tanga en su bolsillo – sabe dónde encontrarlo. 
- pues es mío -dice Adriana, sirviéndose más vino y enfrentando a Claudio; se le acercó retadoramente – y te lo puedes quedar como recordatorio. 
Mientras que Claudio devolvía el tanga apuradamente como si quemara en su bolsillo; Fabián se reía a carcajadas como loco. A Sebastián eso no le pareció gracioso porque regañó a Adri. 
- él empezó – se defendio Adri, intentando abrir otra botella. 
- no sé quién es más lianta si tu hermana o las mías – dice Javier quitándole la botella a Adri. 
Sentía que la mirada acerada de Sebastián me traspasaba. No había hecho nada malo, solo divertirme. Cuando escuché el timbre del horno escape raudamente, podía sentir su mirada en cada paso que daba mientras me alejaba. 
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SEBASTIAN 
-Ey, vamos a tu departamento – dice Manuel acercándose con Fabián y Claudio. 
-¿Por qué siempre tiene que ser en la mía?  
- porque tienes todo lo que necesitamos – responde Fabián – Claudio se pudre en dinero y vive en una pocilga. Manuel no tiene ni un vaso y yo no sé ni prender esa porquería de estufa que mandé a instalar, vivo del santísimo delivery; en cambio tú tienes ahora una mujercita que cocina como los dioses. 
- Hey imbécil Cassie no es su empleada, además hoy tiene reunión de chicas o algo así 
- vamos entonces, en vez de estar discutiendo – dice Claudio – tienes la casa sola, pedimos de comer, unos tragos y listo. 
Los quedé mirando, estaban cansados y hambrientos igual que yo. 
- Larguémonos entonces 
Cuando llegamos al edificio nos encontramos con Javier y Mateo, les miré interrogantes. 
- venimos a recoger a las chicas – dice Mateo 
-¿las chicas? -pregunté curioso camino al ascensor. 
-Sí, se reunieron en tu departamento – dice Javier mirándome - ¿no lo sabías verdad? 
- no -contesté mientras buscaba las llaves. 
Cuando entramos jamás esperé encontrarme a Cassie riendo mientras su amiga tocaba y movía sus pechos. ..joder Cassie estaba aprendiendo hacer una cubana.  
Decir que estaba sorprendido era quedarse corto. 
- se la van a montar aquí, qué Guay -dice Fabián sorprendiéndolas. Por lo visto estaban en su mejor momento mientras paraban abruptamente de reírse. Mientras los demás hablaban me concentré en Cassie, lucia sonrojada y culpable e increíblemente apetecible. Llevaba puesto otro de sus vestiditos, este con más escote y más corto, haciendo que sus piernas luzcan kilométricas. Sería tan fácil poder quitárselo y eso haría cuando me deshaciera de todos los demás. Cuando salió apresuradamente a la cocina por las galletas en el horno,fui tras ella. Estaba inclinada sacando la bandeja, cuando levantó la mirada se encontró con la mía. Sonrío tímidamente mientras ponía la bandeja en el aparador. Me acerqué hasta que la tuve entre mis brazos. 
- Sebastián, lo siento sé que estás enojado por…- no la dejé terminar mientras la volteaba para mirarla fijamente. 
- No estoy enojado, estoy excitado como el infierno – empecé a recorrer su cuello, olía delicioso. Nos besamos con ansias, quería devorarla y hacer la mía de una maldita vez. 
Mientras no besábamos recorrí su pierna hasta el borde de su vestido, su respiración se aceleró. Tomé uno de sus pechos, mientras que mi otra mano se adentraba hasta el borde de sus bragas. Una fuerte tosecilla nos separó. 
- Solo vine por más vino – dice Adriana avergonzada mientras buscaba en la refri la botella – vamos a pedir de cenar, tienen que elegir. 
Y se va raudamente sin mirarnos. 
- Entre más rápido pidamos y cenemos, más rápido se iran y podremos quedarnos solos – volví a besarla y me fui de ahí. 
Tenía que enfriar mi mente. 
Una hora después mientras discutían si ir a bailar o al karaoke, solo deseaba que se fueran de una maldita vez. Los amigos estaban bien, pero se volvían unos incordios en este momento. 
- vamos entonces -dice Adriana, mientras los demás se alistan para irse, Cassie me mira expectante. 
- nosotros no vamos – dije claro, mientras nos miraban – estoy cansado y Cassie esta lo suficientemente achispada ya. 
- claro descansar -dice Manuel sarcásticamente riéndose. 
Fabián se quedó último dándome una palmada en la espalda. 
- Eres un afortunado hijo de puta… una cubana – dice jocosamente – disfruta tu noche …capullo 
Una vez que cierra la puerta respiro tranquilamente. 
- ellos van a pensar que … 
- qué vamos a follar – digo acercándome a ella – y qué importa lo que piensen, …aunque concretamente pensarán que estoy disfrutando de la cubana más espectacular de mi vida. 
Su sonrojo aparece igual que su sorpresa. 
-¿Cómo sabías lo que estaba haciendo? 
- créeme todos tenían idea de lo que hacían, solo tu hermano eligió no pensarlo. 
- oh Dios, jamás voy a poder verlos de nuevo. 
-No es para tanto 
- qué vergüenza, solo estábamos jugando y pasándola bien, se suponía que llegarías tarde – recrimina 
- para Cassie, no es para tanto, ahora subamos. 
Al llegar le quité el vestido y empecé a besarla. El placer nublo mi razón por completo. La despoje de todo y la recosté en la cama, mientras me quitaba la camisa y el pantalón. Los calzoncillos eran la única barrera.  
Al observar sus ojos llenos de excitación, me apoderé de su boca, bajando a sus pechos y tomando mi tiempo en cada uno. Estaba disfrutando el momento. Besé sus pechos y estómago hasta que descendí a su entrepierna. Se agitó cuando froté mi lengua sobre su clítoris, cogiéndome con una mano el pelo mientras con la otra apretujaba la sábana. Estaba tan ansiosa y mojada. Deslicé mi lengua en su interior saboreándola, aplicando la suficiente presión en los puntos correctos. 
- Sebastián…- gimió mi nombre dulcemente. 
Lloriqueaba mi nombre mientras respiraba aceleradamente. Se retorcía encima de la cama mientras gemía fuertemente. Apretó su mano en mi pelo pidiendo más y se lo di, hasta que la sentí tensarse y se corrió. Continúe dándole placer hasta que poco a poco se tranquilizó. Subí y la tomé en mis brazos mientras su respiración se tranquilizaba y la besé. Ella estaba lista y sentía que no podríamos esperar más. 
- Cariño, el otro fin de semana, te quiero llevar a un lugar especial.  
Me miró atentamente, en sus ojos podía notar que tenía mil preguntas a lo que significaba el viaje. 
-¿a dónde? 
- es sorpresa -dije atrayéndole a mi pecho. 




 




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