CAPITULO 37
CASSANDRA
Ver el departamento vacío dolió, porque aquí habia empezando con un cambio necesario en mi vida. Estaba a la vez triste y alegre porque por fin Sebastián y yo dábamos un paso más en nuestra relación. Él se enfadaría mucho cuando se enterara que habia venido sola.
Ya tenía ganas de ir a casa, pero la llamada de Lucero me sorprendió mucho, habia apurado a los chicos a irse porque tenía que hablar a sola con ella. Valeria y Juanca me ayudarían con la sorpresa de cumpleaños, estaba feliz de poder celebrar con nuestros amigos y familia, por fin me sentía en paz y tranquila.
Tenía que aceptar que las pesadillas jamás se irían del todo, tenía que aprender a manejar esos momentos para que no me afectaran. Habíamos hablado sobre llevar terapia en conjunto para que él también pudiera tener idea de cómo ayudarme en esos momentos en que los demonios volvían, él estaba dispuesto a intentarlo para hacer que nuestra relación funcionara. Nos amábamos y estábamos dispuestos a trabajar juntos para que funcionara, aunque duela el amor solo no basta, el compromiso y el trabajo en conjunto hacia posible llevar ese sentimiento a algo duradero.
El amor no era como los cuentos, se trabajaba duro para hacerlo posible. Y Sebastián y yo estamos en ello.
El timbre de la puerta me saco de mis pensamientos. Ver quien estaba al otro lado me sorprendió.
- ¿Qué haces aquí? – pregunte desconcertada.
- me dejas pasar – pregunto, su presencia siempre me ponía nerviosa, por eso agradecía que Kyle me hubiera mantenido lejos de su familia.
Me di la vuelta para dejarlo pasar cuando sentí sus brazos a mi alrededor, intenté soltarme, pero su agarre se endureció.
- suéltame – su suspiro en mi odio escalofrió mi cuerpo
- mi dulce florecilla – oírlo me dejo petrificada, reaccione cuando me puso un pañuelo en la cara, poco a poco sentí que me desvanecía, lo último que pensé fue en el último beso de Sebastián y que jamás volvería a verlo.
Desperté desorientada, y recordé lo que habia pasado.
Mi cabeza dolía. Estaba en un cuarto pequeño, no habia ninguna ventana y solo habia una cama. Se escuchaban pasos arriba, no pasaría mucho para que él bajara. Sebastián se desesperaría cuando no llegara a casa. Lo imagine buscándome, llamándome y mi corazón se rompió ¿volvería a verlo otra vez?
No podía dejar de pensar en él, en mis padres, en mis hermanos. Habia tenido la oportunidad de una vida feliz a su lado y ese demonio me alejo de nuevo de todo lo maravilloso; me arrastro a esta pesadilla. Todo el tiempo lo habia tenía ahí, presente en mi vida, vigilándome de cerca.
Mi mente se habia negado a recordarlo y ahora estaba pagando caro el precio.
Escuche pasos acercándose a la puerta, y me acurruque tratando de protegerme, cuando él apareció mi mente se trasladó a esa habitación, ahora habia logrado recordar todo.
- despertaste florecilla – su voz escalofriaba mi piel, mis lagrimas empañaron mis ojos, trate de ser fuerte pero su sola presencia me enfermaba. Sentía el sudor frio de mi piel, el temblor de mis manos, el fuerte nudo en la garganta, y mi estomago revuelto.
- ¿Por qué? – pregunte, necesitaba saber si tenía algo contra mí o si solo era un completo enfermo, lo último era lo más acertado, solo una persona así podía hacer este tipo de cosas.
- eres mía florecilla, siempre lo has sido – se acercó y me acaricio el cabello – y por fin te tengo conmigo, esta vez para siempre
- déjame ¡quiero irme! – grite desesperada
- ahora este es tú lugar – me sujeto del mentón fuertemente – no vas a regresar con él ¡jamás! ¡¿entendiste?! ¡jamás!
Pelee con él, si no tenía la posibilidad de irme y regresar a casa con Sebastián, entonces tampoco me quedaría a vivir presa de ese enfermo. Trate de arañar su rostro, pero él tenía mucha más fuerza que yo, de un empujón me arrojo a la cama, el fuerte golpe revolvió peor mi estómago y no pude evitar vomitar.
El me miro con asco y se alejó dejándome sola. Me aparte y me acurruque en un rincón de este mugroso cuarto, aun sentía el estómago revuelto y la boca pastosa. Lloré por mi maldita suerte e imprudencia, debí de hacer caso a mi familia y no salir sola.
¿Por qué este enfermo me habia seguido todo este tiempo? ¡por qué!, ¿Kyle sabría que su hermano era el enfermo que me hizo daño?, mi cabeza no dejaba de dar vueltas lo que me tenía más mareada y confundida. Todo parecía una estúpida pesadilla.
En algún momento entre el llanto y el dolor de cabeza me quede dormida, desperté cuando lo sentí frente mío, traía una bandeja de comida que con gusto le tire en la cara.
- no lo pongas difícil peor será para ti – se alejó y vi que traía algunas mantas, habia cambiado la cama – ahí hay agua y algunas prendas, cámbiate, si no lo haces lo hare por ti
- ¡déjame salir!¡por favor! – suplique, su mirada se tornó más fría y sin vida, era un loco.
No sabía cuánto tiempo habia pasado, volvía a quedarme dormida. Cuando desperté no sabía si era el mismo día, si era de noche, de madrugada, seguía con el estómago revuelto y la cabeza pesada.