Shin estaba mirando el polvoriento mercado de Anchorhead mientras sentía la arena meterse en sus zapatos. Los soles de Tatooine quemaban y sentía la mirada de Athos juzgarlo en la distancia. Lo primero en lo que pensó fue en su maestra, pero Lira fue la que ocupaba sus palabras. Nunca había estado en la superficie del planeta, pero tenía una idea general hacia donde tenía que ir gracias a las direcciones de Lyrian, que iba a encontrarlos en la cantina más tarde.
“¿Nunca estuviste en Tatooine?” Preguntaba con curiosidad Lira.
“No, cuando veníamos en camino nos cruzamos con Lyrian…” Dijo pensante Shin. “Tuvimos que… trabajar con él.” Agregó para no manchar su reputación.
“¿Lo salvaste a él también?” Dijo con malicia la jedi mientras miraba a su hermano.
“Un poco.” Respondió divertido Shin.
Athos caminaba en silencio mientras revisaba sus alrededores. Un grupo de jawas estaba vendiendo algo mientras un gigantesco bantha pasaba a su lado. El mercado estaba atestado y allí iban a encontrar a su contacto. Shin reconoció a Mirabella entre la multitud. La mujer se acercó con cuidado y los invitó a seguirla sin decir una sola palabra. Una profunda rampa los dejó en un gigantesco hangar, donde solo había swoopers y vehículos para la arena. Detrás de todo había una pequeña base de operaciones. El resto de los espías los miraron con curiosidad mientras ellos se acercaban a un gigantesco monitor.
“Buenos días, Mirabella.” Dijo con seriedad Shin.
“¿Dónde está tu maestra?” Preguntó con curiosidad la espía mientras lo revisaba de cerca.
“Estaba ocupada, así que nos envió a nosotros en su lugar…” Dijo preocupado Shin mientras veía la sonrisa divertida de Lira.
“Has crecido una barbaridad.” Dijo pensante Mirabella mientras miraba de cerca su cara. “Lo siento… Mucho gusto, jedis.” Agregó mirando al resto.
“¿Ya conocías a Shin?” Preguntó divertida Lira.
“Sí, he tenido el placer de trabajar con él.” Dijo con seriedad militar Mirabella.
“Ella es Lira y este es Athos.” Presentó en voz alta Shin.
“Mucho gusto.” Dijo con seriedad Athos. “Ya deberías haberle preguntado para que nos necesitan… Shin.” Agregó con indiferencia.
“No hay nada de malo en ser cortés, Athos.” Dijo divertida Lira. “Yo quiero saber que hiciste con nuestro Shin.” Agregó mirando a Mirabella.
“Podemos hablar luego de la misión.” Dijo pensante la espía. “Este es el caso. Tenemos tres refugiados del Imperio en nuestro sistema de protección. Para el resto de la galaxia son solo eso, tres refugiados de poca monta intentando retomar sus vidas en la República. La realidad es que son tres de las personas más buscadas en el Imperio. Primero, Roland Horst. Ingeniero y diseñador de una de las máximas empresas de naves del Imperio.” Agregó mientras una imagen aparecía en el monitor. “Humano, treinta y seis años, sin familia. Segunda, Mora Tyrus, integrante de del cuerpo de seguridad de la Emperatriz, humana, treinta años, sin familia. Experta en combate cuerpo a cuerpo y candidata a Guardia Imperial.” La foto de la mujer apareció en pantalla, pero era bastante inútil, ya que tenía su armadura puesta. “Por último, Juho Amatari, piloto personal de Darth Tudra, cincuenta años, sin familia.”
Shin vio la imagen del hombre pensando en que la misión ya era demasiado para ellos.
“¿Cuál es el problema?” Preguntó con seriedad Athos. “¿No los tienen bajo custodia?”
Mirabella tocó un botón para que aparezca un mapa táctico del sistema.
“Todas nuestras unidades pesadas están ocupadas y no vamos a tener refuerzos en el corto plazo.” Siguió como si nada Mirabella.
Una imagen de una mujer llena de tatuajes apareció en imagen. Llevaba un pequeño arnés y su torso estaba prácticamente desnudo.
“Este es el problema.” Dijo con seriedad la espía.
“Ah, es una… usuaria de la Fuerza.” Dijo con seriedad Shin. “Mi maestra la conoció en Ord Mantell.”
Una imagen de QI-07 apareció en pantalla.
“QI-07…” Agregó preocupado Shin. “Son mercenarios…”
“El Imperio sabe cómo conseguir recursos en nuestros sistemas y estoy segura que han manipulado la guerra para distraer a nuestras tropas mientras ponen ridículas recompensas en las cabezas de sus deflectores.” Aclaró pensante Mirabella.
“No deberían ocultar tanta información, Mirabella.” Dijo pensante Shin. “Probablemente has pedido por mi maestra para hacer esto en silencio…”
“Exactamente.” Dijo con seriedad Mirabella. “En el SIS asumimos que todas nuestras comunicaciones con ustedes están siendo interceptadas.”
Athos miraba el mapa con cuidado.
“Tú también puedes hacer esto en silencio, Shin.” Dijo con entusiasmo Lira.
“No lo creo.” Dijo pensante el jedi.
“¿Es una sith?” Preguntó de la nada Athos.
“Mi maestra no lo sabía, pero lanzó un relámpago y podía manipular la Fuerza.” Dijo pensante Shin. “Puedo contarles del androide. Es muy avanzado y me atrevería a decir que cada parte de su cuerpo es un arma… No pude tocarlo cuando en nuestra pelea. El capitán me contó algunas historias sobre él, pero dice que la mayoría son patrañas.”
“¿Por qué?” Preguntó con curiosidad Lira.
“Dice que a veces escucha rumores de sus… hazañas en distintos lugares de la galaxia al mismo tiempo…” Dijo al aire Shin.
“¿Peleaste con QI-07?” Preguntó sorprendida Mirabella. “No sabemos mucho de él, pero sí sabemos de su efectividad como cazarrecompensas.”
“¿Qué hicieron con los refugiados?” Preguntó con prestancia Lira.
“Están trabajando en una compañía minera.” Dijo pensante Mirabella. “Nuestra idea era usar las habilidades de Alara para moverlos por las sombras, pero ahora tendrá que ser un rescate.”
El mapa cambió a lo que parecía ser la foto de una duna. Debajo había una excavación y la información del lugar.
“La meseta nos servirá de protección, pero será su trabajo traerlos a nosotros.” Dijo con seriedad Mirabella. “Nuestra misión es que lleguen sanos y salvos a Coruscant.”
Shin miró el mapa pensando en cómo haría las cosas su maestra.
“No te preocupes, Shin. Podemos hacer esto juntos.” Dijo sonriente Lira.
“Lo mejor sería entrar sin ser detectados y aprovechar la sorpresa para salir.” Dijo al aire Athos.
“Estaba pensando lo mismo.” Afirmó Shin mientras miraba a Mirabella.
“Gracias por su ayuda, jedis.” Dijo pensante Mirabella. “Estos mercenarios siguen en la ciudad, así que todavía tenemos un poco de tiempo antes de empezar.”
Shin notó algo en la mirada de Athos.
“Gracias por la información, Mirabella. Tenemos que encontrarnos con nuestro capitán.” Dijo con seriedad Shin.
“Están invitados a quedarse en nuestras instalaciones.” Dijo con prestancia Mirabella.
“Es mejor así, nosotros no somos espías.” Dijo sonriente Shin para empezar a caminar.