Alara escuchaba los pitidos de Keyfour mientras miraba a Ansion desde el espacio pensando en Shin. No pudo con su genio y decidió que necesitaba comprarle algo. Terminó visitando el mercado que estaba cerca de las barracas de la República. Luego de saludar a alguna de las personas que había rescatado, empezó a pasear por el poblado lugar. Miró los puestos pensando en que podía gustarle a su padawan, recordando algo que había dicho. Alara quería que su holo volviera a sonar para así poder hablar con él, se sentía culpable por no haberle ofrecido su ayuda sin importar como se sentía. Una mujer nativa estaba vendiendo ropa, especialmente túnicas. Una llamó la atención, ya que podía verla sobre los hombros de su aprendiz. Era gris y tenía detalles rosados, era algo que su maestro también usaría. Revisó sus bolcillos en busca de créditos, dejando una tarjeta en la mano de la vendedora. Alara apretó la túnica entre sus brazos mientras pensaba en lo que estaba haciendo. Sintió una mano en su hombro, era su maestro. Syo estaba acompañado por un gigantesco herglic, este era más ancho que alto y parecía estar interesado en lo que había en sus alrededores.
“Alara, hice un nuevo amigo.” Dijo divertido Syo. “Hermosa túnica.”
“Es para Shin…” Dijo apenada Alara. “Quería darle algo por su chaqueta…”
“Es una gran elección.” Dijo divertido Syo. “Te presento a Kasuu.”
“Mucho gusto.” Dijo pensante Alara. “¿Me estás siguiendo?”
“Para nada, la esposa de Kasuu tiene una hermosa colección de libros que quiero conseguir para los Archivos de Kysho.” Dijo sonriente Syo mientras empezaban a caminar.
“Miruala los está esperando.” Dijo pensante Kasuu.
El gigantesco herglic era negro y su cabeza tenía una elipse blanca donde estaban sus fosas nasales. Se abría paso entre la multitud que parecía estar acostumbrada a él.
“¿No necesitas comprar nada más?” Preguntó divertido Syo.
“No…” Dijo pensante Alara. “¿Libros interesantes?”
“Oh, muy. Son una antigua enciclopedia Jedi. Completamente obsoletas al día de hoy, pero…” Dijo contento Syo.
“Kysho va a estar encantada.” Dijo al aire Alara. “Creo que voy a ir directo a Tatooine…”
“Es una buena decisión, padawan.” Dijo divertido Syo. “Shin va a necesitar tu consejo. Especialmente lidiando con Athos…”
“No sé por qué se llevan tan mal.” Dijo al aire Alara mientras miraba un vehículo pasar a su lado.
“Celos, si puedo opinar. Athos solía ocupar el lugar de Shin.” Dijo divertido Syo. “Era el dueño de la habilidad rara y el padawan con mejor proyección del templo.”
“No deberían importarle esas cosas…” Dijo ofuscada la jedi.
“Es cierto, pero por algo es un padawan.” Dijo sonriente Syo. “Solo necesita despegarse de la necesidad de ser el centro de atención.” Agregó mirando a Alara. “Yo solía ser igual a su edad… Al final me conformé con diferenciarme con mis hermosas túnicas.”
“Puede ser…” Dijo pensante Alara. “Supongo que todos tenemos aspectos a superar…”
“Yo todavía me acuerdo cuando me gritabas por todo.” Dijo divertido Syo. “Tengo que admitir que siempre me ha gustado tu candor.”
Alara se rascó la cabeza recordando a su padawan.
“Shin suele decir lo mismo…” Dijo ofuscada mientras se detenían.
“Aquí estamos.” Dijo con serenidad Kasuu. “Pasen, por favor.”
La librería tenía libros, que eran raros dependiendo del rincón de la galaxia que uno se encontrara. Estos eran los únicos que veía en un tiempo. Dejó a su maestro para acercarse a los libreros mirando con curiosidad los títulos. Su maestro siempre le gustaba charlar con todas las personas que conocía y sabía que iba a tener que esperarlo por un rato. Su holopad no sonaba y estaba preocupada por su alumno. Su mano terminó en un tomo llamado El Misterio de los Grises, algo con lo que su maestro estaría encantado. Lo ojeó un rato leyendo entre páginas. El libro hablaba de los Grises como si fueran una organización de usuarios de la fuerza ajena a los Jedi y los Sith, pero nunca daba ningún detalle sobre ellos. No daba ni siquiera un nombre y se preguntaba qué era lo que buscaban. Con el libro en las manos, se acercó a Syo para dejarlo frente a él.
“Ah, parece que encontraste el tomo.” Dijo divertido el jedi.
Sus anfitriones estaban del otro lado del mostrador hablando sobre cosas de la casa.
“¿Quiénes eran los Grises?” Preguntó con curiosidad Alara.
“Un grupo de usuarios de la fuerza. Sus miembros eran jedis o siths y nunca supe cuál era su objetivo. Hace más de un milenio que no han estado activos, pero siempre hay algo más, algo cercano al presente…” Dijo con prestancia Syo. “A diferencia de los grises que estás pensando, esto no son una clase de jedi que usa poderes del lado oscuro, son… Ajenos a nosotros, al igual que a los Siths.”
“¿Un misterio?” Preguntó en voz alta Alara.
“Un misterio…” Respondió divertido Syo. “No tengo un solo dato preciso sobre ellos, no tengo un solo nombre, ni un solo título. Solo… información circunstancial, algunas notas de sus miembros y no mucho más.”
“¿Por qué te interesan tanto?” Agregó la jedi.
“Me interesa el hecho de que haya tan poca información de ellos…” Dijo pensante su maestro. “Es más que extraño que no estén en ningún lado, pero encontremos evidencia de ellos en cada rincón de la galaxia.”
“Tal vez hayan sido borrados de la historia de la galaxia…” Dijo pensante Alara.
“Es una de mis hipótesis.” Dijo divertido Syo.
Sus anfitriones dejaron los tomos frente la jedi para que este pagara con un brillante chip. La mujer lo miró con curiosidad para luego agradecerles por los créditos. Ambos terminaron parados frente a la tienda mientras los libros flotaban junto a su maestro. Eran una docena y parecían en muy buen estado para los años que tenían. Alara acompañó a su maestro hasta su nave, que estaba estacionada junto a la suya. Syo tenía una nave igual a la suya, pero con mucho más uso. Su pintura estaba gastada y tenía un par de agujeros en las alas.
“Voy a tener que tomar prestado a Shin un día de estos…” Dijo divertido Syo mientras se acomodaba en su butaca. “Ahora que las veo a las dos al mismo tiempo, siento que estado descuidando mi nave.”
“Shin estaría encantado.” Dijo pensante Alara. “Creo que es el mecánico de Lira también.”
“Eso escuché.” Dijo pensante Syo. “Alara, no hagas nada drástico…” Agregó con cuidado.
“Lo sé, maestro…” Dijo apenad la jedi. “Solo…”
“Si necesitas tiempo, solo tienes que pedirlo. Yo puedo encargarme de él.” Dijo pensante Syo.
“No es necesario…” Dijo Alara mientras miraba la túnica que había comprado. “Gracias por escucharme.”
“Siempre estoy disponible, padawan.” Dijo sonriente Syo. “Que la Fuerza te acompañe.”
La cúpula cayó sobre él mientras su astromech la saludaba. Alara notó lo ruidosa que era la nave de su maestro y ya estaba decidida a mandarle a su padawan para ayudarlo. Keyfour la recibió con un saludo mientras acomodaba la túnica en el habitáculo de atrás.
“Es para Shin…” Dijo pensante Alara. “¿Algo nuevo?”
Keyfour emitió un largo pitido.
“No volvió a sonar el mío tampoco.” Agregó para saltar a su habitáculo. “Directo a Tatooine, Keyfour…”
El astromech hizo un pitido positivo mientras encendía la nave. Alara estaba pensando en que habría querido su alumno.