Distancia Cero

Capítulo 4

Convivir junto a tu grupo favorito es el suelo de toda fan. Las ganas de lanzarme sobre cada uno de ellos eran tentadora, de veras.

Sin embrago, con los años he tenido que controlarme con personas famosas puesto que hay que tener una actitud profesional ante todo, me lo enseñó Seung, era momento de usarlo.

Me desperté temprano ya que debía hacer algo de ejercicio, me vestí con un traje deportivo blanco e hice unas tostadas antes de ir a correr alrededor de la casa.
Mientras me ejercitaba alguien se me unió.

—Buenos días —Daeyung sonrió al verme.

—Buenos días Dae, ¿también te levantaste temprano?

— Sí, quería correr un rato, no pensé encontrarte —admitió.

—Le prometí a Seung que eliminaría toda la grasa de las patatas fritas. Tengo que cumplir —dije mientras frotaba mi panza.

—Es bueno que sigan llevándose bien después de tantos años, y por cierto, no te lo he dicho pero...es un gusto volver a verte.

Lo observé con una sonrisa, un sentimiento cálido instalándose en mi pecho.

—También me alegra verte en persona de nuevo. No es lo mismo oír tus tonterías por chat —Me burlo.

Él rueda los ojos con diversión ante esto.

—No me provoques o haré otra lista de reglas.

—La lista la decidiste tirar tú. Ya no hay vuelta atrás —aseguré.

Media hora después ambos entramos a la casa, encontrando al resto del grupo sentados viendo la tele. Seung me avisó temprano que iría a SM Entertainment para hablar con el CEO.

Fui a mi habitación y me di un baño. Iba a aprovechar el día para recorrer la ciudad. Al pasar por la sala los tres hombres me observaron.

—Te ves muy bien Tiana —elogió Kwan.
Me giré para mirarlos y le sonreí.

—¿En serio?

—Sí, muy bonita, ¿vas a salir? —preguntó Dae.

—Sí, voy a dar un paseo por la ciudad, hace mucho que no visito Seúl y quiero ver algunos lugares —expliqué, estaba muy emocionada.

—Te ves increíble, serás el centro de mira de los chicos —Daehyun miró a Ryan quien no apartaba los ojos de su teléfono y le dio un pequeño golpe con el codo—. Oye, ¿no dirás nada?

—Estás linda —mencionó sin más.

—Vaya, sabía que eras frío pero no para tanto —murmuré con un tinte mal humor ya que ni siquiera me había mirado.

Él volteó hacia mí por mi cometario, con una mirada neutra.

—No es que sea “frío” —hizo comillas con sus dedos—. Lo que pasa es que solo mis amigos más cercanos son dignos de escuchar mis estupideces —sonrió burlón y bufé mientras el resto reía.

—Que no te moleste, a veces es un poco corto de palabras —Me consoló el peliazul.

«Pues yo lo veo muy hablador.»

Suspiré y no le presté más atención. Seguí mi camino, ya fuera de la mansión caminaba hacia alguna estación cercana.

De repente una motocicleta frenó a mi lado, yo seguí caminando mientras escuchaba música cuando oí mi nombre entre la melodía, volteé y me sorprendí.

—¿Ryan? ¿Qué haces aquí? —Me acerqué a él, confundida.

—Hace mucho no visitas Seúl ¿no? Necesitarás un guía y no creo que pensaras tomar un ómnibus así.

«¿Así?»

Observé por un momento mi vestimenta. Llevaba un enterizo de short y blusa mangas largas color negro con un escote delantero pronunciado y un bolso del mismo color. Lo suficientemente sencillo y bonito a la vez.

—La verdad es que sí —respondí con sinceridad, no le veía nada malo a mi ropa.

Le escuché soltar un sonoro suspiro, como si le tomara paciencia.

—Escúchame, te hablaré claro. Estás preciosa y sexy, además de que debes llevar muchas cosas en tu bolso y destacas por tu aspecto extranjero. Si tomas un ómnibus o el metro créeme cuando te digo que no solo perderás el bolso.

—Vaya, esta vez sí me elogiaste...a tu manera, pero no creo estar tan "sexy" como para que eso me ocurra y no subiré ahí contigo —volteé para irme y él sujetó mi muñeca , deteniéndome.

Le volví a mirar y me di cuenta por su expresión que no bromeaba.

—Si hubieras visto cómo te miraban los guardias cuando saliste no dirías lo mismo. Los hombres coreanos son como los del resto del mundo: animales.

Le miré con perspicacia.

—Es decir que tampoco debería fiarme de ti.

Una de sus comisuras se elevó, divertido.

—Posiblemente tengas razón. La pregunta es, ¿te arriesgarás? —Me ofreció un casco que llevaba una visera oscura que cubría el rostro por completo al igual que el de él.

—Supongo —Me ecogí ligeramente de hombros—. Después de todo que Ryan de X–Way sea mi guía personal de Seúl no es algo que se me de todos los días...pero aún sigo molesta —tomé el casco y tras montar en el asiento del acompañante me lo puse pero no me sujeté de él.

“Tal vez mi primer error fue haber aceptado aquel viaje, aquel pequeño detalle que luego se convertiría en una parte esencial de mis recuerdos”.

—Sujétate fuerte.

Al ver que no le hice caso suspiró frustrado tomando mis manos para que rodease su torso pero yo las quité.

Le vi bajar su visera y puso en marcha la moto frenando al instante y haciendo que me abrazase de él por la inercia para no caer.

—¡Ryan! —chillé ante su acción.

Él volvió a subir la visera del casco, mirándome sobre el hombro.

—Dije que te sujetaras fuerte.

Yo resoplé ante esto pero obedecí.

(...)

Mi acompañante estacionó la moto en el parque Cheonggiecheon y bajamos de esta. Él estaba recostado del transporte mientras me dejaba curiosear, era increíble estar ahí.

Tomé varias fotos del lugar, mientras reía y miraba agachada los peces en el agua desde un cruce entre las dos orillas, era como un sueño estar en Corea nuevamente.

—¿No es hermoso? —murmuré para mi misma.

— Sí, sí lo es.

Miré hacia arriba, notando a mi lado a Ryan, hace unos momentos estaba cerca de la moto y no lo había escuchado acercarse.

Nuestras miradas se cruzaron y me di cuenta de que el elogio no era para el lugar. Me puse de pie, yo era un poco más pequeña que él…de acuerdo, mucho más pequeña, mi metro sesenta no rivalizaba para nada con su metro setenta y nueve.




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