Distancia Cero

Capítulo 12

Pov Tiana

La noche había caído y unos toques en mi puerta me sacaron del borrador de mi libro. Quité mis lentes y abrí la puerta.

—Hola Seung, ¿pasa algo? —Le pregunté.

—No, solo me aburría y quería hablar contigo un rato.

Él entró como si nada y se sentó en la silla de mi escritorio. No le di importancia a su descarada intromisión en mi habitación y me senté en la cama, guardé el formato que había hecho en word y cerré la laptop.

—Oye, Nina quiere venir a visitarnos a finales del mes, ¿crees que pueda? —preguntó de la nada.

—Hooey, ella no necesita mi permiso, solo comprar el boleto de avión —Le sonreí con malicia—. Estoy segura de que te extraña mucho.

Él se sonrojó.

—¡No digas eso!

—Por favor, posiblemente haya entrado a tu casa para oler tus camisas —Me burlé.

Se puso más rojo todavía y fue hacia mí mientras me hacía cosquillas y yo me carcajeaba, intentando evitar que siguiera atacándome.

—Te mataré, así no podrás abrir la boca de nuevo.

—¡Ya! —dije mientras reía—. ¡Me rindo, me rindo! —paró de hacerme cosquillas y yo recuperé mi respiración—. No te lo mencionaré...mucho.

Él rodó los ojos.

—¿De verdad quieres morir? —iba a volver a hacerme cosquillas cuando su teléfono sonó con una videollamada, era Nina. Me miró y yo le ofrecía una sonrisa malévola—. Cállate.

Levanté ambas manos con gesto inocente.

—No dije nada. Anda, ve y responde. Le dices que me llame cuando pueda.

—Está bien, buenas noches —Se despidió y salió de mi cuarto.

Tomé mi teléfono y audífonos, acercándome al balcón mientras ponía "Vivir mi vida", cantada por Mark Antony.

Estuve ahí un rato, mirando al cielo y la Luna, aún me resultaba extraño que no hubiese nevado, hacía mucho frío. Bajé mi vista y vi a Ryan y Daehyun quienes caminaban fuera conversando.

Dae entró a la casa, pero el pelinegro siguió caminando.

«Que raro, ¿no tendrá frío?»

Llevaba una camiseta y chaqueta, pero la verdad es que eran ropas demasiado simples como para cubrirle por completo el frío.

Bajé y frente a la puerta, en un perchero, se hallaban algunos de los abrigos de los chicos, tomé el de él y me dirigí hasta donde estaba.

Ryan iba caminando despacio y oía algo a través de los auriculares. Se sorprendió al sentir como algo se deslizaba por sus hombros, volteó y me vio. Le había puesto el abrigo sobre sus hombros y se lo acomodaba un poco.

—No deberías pasar tanto tiempo fuera con este frío y mal abrigado —advertí.

—Tú no eres quien para juzgar —dijo al recordar cuantas veces me había visto desabrigada fuera de casa.

—Tienes razón, pero esta vez... —di una vuelta mostrándole mi abrigo bastante grueso—. Yo voy abrigada y tú no.

Ryan sonrió levemente.

—De acuerdo, no se me vuelve a olvidar abrigarme bien. Gracias.

—De nada. Bueno, voy dentro. Buenas noches.

Me volteé para irme cuando me detuvo, tomándome del brazo.

—Dime algo...¿desde cuándo conoces a Seung?

—Lo conocí cuando tenía diecinueve —respondí luego de pensarlo por un momento.

—¿Cómo se conocieron?

—Pues, la verdad es que no es una historia que suelo contar...—froté mis manos, algo dudosa, mientras me hundía en aquellos recuerdos de tantos años atrás.

En aquel momento Daehyun había comenzado su tiempo como trainee de la empresa de entretenimiento para un nuevo grupo musical y ya no solía estar mucho en casa.

Yo comencé a estudiar en la universidad de letras y trabajar medio tiempo. A pesar de mi aspecto extranjero no tuve demasiados problemas en adaptarme.

Recuerdo conversar con una amiga en el aula cuando de repente nuestra profesora entró con un chico que no habíamos visto antes. Aproximadamente un metro setenta y cinco de altura, piel blanca, un poco delgado y cabello rubio peinado hacia delante, ojos color avellana y una mirada distante.

—Atentos clase —Todos préstamos atención a la profesora—, este es un nuevo alumno, se llama Park Seung, desde hoy será su nuevo compañero.

El chico se sentó al final del aula, apartado de todos sin siquiera decir media palabra. A la hora de recreo muchos se habían acercado para entablar relaciones, preguntándole si era chino pero él estaba decidido a ignorar el mundo que le rodeaba.

Cuando lo dejaron solo me acerqué a él y senté a su lado.

—Hola, ¿eres tailandés no? —Me miró y asintió con la cabeza. La clave estaba en los ojos. ¡Gracias obsesión por novelas asiáticas!—. ¡Qué bien! —exclamé emocionada—. ¿Cuál era tu nombre?

—Park Seung —aclaró.

Sonreí levemente.

—¡No eres mudo! ¡Qué alegría! —Él desvió su mirada, al parecer no le había gustado mi comentario—. Era broma Seung, mi nombre es Tiana, mis amigos me llaman Tiny, tú puedes llamarme así.

—No somos amigos.

«Auch.»

—Ahora no, pero pronto lo seremos. Ya verás —aseguré con firmeza.

—Yo no quiero ser tu amigo. Quiero estar sólo —replicó, su tono me daba a entender su irritación.

—De acuerdo, me voy —respondí encogiéndome de hombros y alejándome de él.

Sin embargo no estaba dispuesta a declinar.

A la salida de la universidad le di alcance.

—¡Seung! —exclamé al llegar a su lado.

—¿Acaso me pusiste un localizador? —Me miró con desprecio.

—No seas tonto, por supuesto que no —bufé, ofendida—. Mi rastreador de chicos guapos asiáticos se activa para buscarte —Él rodó los ojos y yo reí—. ¿Vas a casa? ¿dónde vives?

Él rubio se detuvo, observándome molesto.
—¡¿Por qué te importa?! Déjame en paz, ¿no entiendes?

Mis comisuras se elevaron con inocencia.

—No.

Él bufó y siguió caminado. Seguí sus pasos hasta que nuestros caminos se separaban. Eso ocurrió día tras día, durante todo un mes.

Sin embargo hubo una semana en la que no asistió, me enteré por algunos compañeros que tenía problemas familiares y que había un grupo de chicos de otra escuela que le golpeaban.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.