Pov Tiana
Entré a un salón donde cinco niños me esperaban. Él hospital pediátrico sur siempre estaba lleno de pequeños con ansias de divertirse.
—Hola niños, llegué.
—¡Noona! —corrieron para abrazarme.
—Buenos días Rina, Nammi, Minra, Bonpark, Jeonni, ¿dónde están los demás?
—Fueron a sus casas, ya se curaron —Me informó Nammi, una pequeña con dificultades respiratorias.
—¡Qué bueno! Eso significa que ya no estarán enfermos —Me alegré.
—Pero les extrañamos —Rina se puso triste. Ella estaba internada por una enfermedad alérgica.
—Ven aquí —La cargué—. No te pongas triste, porque ellos están felices. Regresaron a sus casas junto a sus familias, y ustedes también lo harán.
—Ayer entre todos le hicimos esto —Minra, un pequeño que se había ingresado con fiebres altas, me extendió una hoja de papel doblada a la mitad.
Lo abrí, viendo el dibujo infantil donde ocho niños rodeaban a una mujer con mis características. Habían muchos corazones alrededor y todos estábamos bajo un paraguas que yo sostenía. Debajo en letras grandes estaba escrito un gran "Te amamos".
Sonreí, luego me agaché y les abracé.
—Gracias, yo también los amo mucho —Les miré, con una sonrisa cómplice—. Ahora, ¿quién quiere oír el resto de la historia de ayer?
—¡Yo! —exclamaron al unísono los niños.
—Vamos, preparen nuestro rincón.
Ellos corrieron de inmediato tomando almohadas y cojines, los colocaron junto a la pared. Y me senté en medio y ellos a mi alrededor estaban acostados o sentados.
Los pequeños hablaban y reían de historias que les había contado antes. Comencé a leer y pasaron unos tres minutos cuando Minra tiró de mis ropas para llamar mi atención.
—Noona.
—¿Qué pasa? ¿No te gusta el cuento? ¿Quieren que lo cambie? —pregunté.
—¡No! —El resto negó de inmediato.
—Yo quiero saber cómo es que el príncipe calmó al dragón —BonPark, con su suero a su lado, estaba realmente emocionado con la historia.
—Seguro que sale chamuscado, nadie puede vencer a un dragón —Nammi dijo muy seguro.
—Claro que sí, ¿no ves las películas? —Jeonni puso sus dos manos en sus caderas para enfrentarlo, aún con un parche en su ojo derecho que aseguraba la hacía ver intimidante.
—Pero los dragones son más fuertes que las personas.
—No, yo no quiero que el príncipe salga herido. ¡No quiero! No puede acabar así Noona —Rina exigió, llorosa.
Escuchaba a los niños cuando nuevamente Minra tiró de mis ropas. Le presté atención.
—¿Qué sucede?
—Hay un señor en la puerta. Está ahí desde que llegaste. Se ve raro.
Miré hacia la puerta algo extrañada ya que para la infante todo el mundo era color de rosa. Me sorprendí al ver a Ryan en la puerta, tenía una bufanda enrollada alrededor del cuello y esta le cubría la nariz y boca, además de que llevaba un gorro.
—No te preocupes, es una buena persona —tranquilicé—. Ahora vengo.
—Aaaaahhhhh —resoplaron.
—No tardo y les termino de leer.
Me puse de pie y acerqué a la salida del salón, cerrando un poco la puerta y enfrentándome a él.
—Hola, pequeña —Su voz se vio un poco opacada por la tela gruesa de la bufanda.
—¿Qué haces aquí? Mejor dicho, ¿cómo sabes que estaba aquí?
Ryan sacó la bufanda de su rostro.
—Solo iba pasando y te vi entrar, me dio curiosidad así que entré.
—Hoy no tenían ensayos coreográficos para el MV de "Advancing" tienen mucho trabajo y más ahora que acaban de anunciar prácticamente su nuevo álbum "Living the dream", debes estar en los estudios y...
—Deja de sermonearme, eso ya lo sé —Se quejó, aún con la mascarilla sobre su rostro pude deducir que hizo una mueca—. ¿Por qué no dijiste que venías aquí? Si te pierdes sin más se comienza a pensar...cosas.
Me encogí de hombros, restándole importancia.
—Estoy acostumbrada a que las personas comenten lo que quieran. Yo tengo mi consciencia limpia.
—No me refería a eso...además, ¿cuándo te preguntamos no era fácil decirnos que venías aquí? Esto no es vergonzoso.
—Por supuesto que no, usualmente esto lo hacía con una de mis amigas en mi país a principio de cada año, no quería romper la tradición. A veces me gusta salir sin tener que rendir cuentas —sonreí, venir había sido una buena idea—. Y no soy la única en hacer esto. Hay otra chica, se llama Lena, y nos vemos a veces, ella va a otros departamentos —Esta vez lo observo y me cruzo de brazos—. Por cierto...¿a dónde pensaban que iba en estos días?
Noté su cara de sorpresa ante esta pregunta.
—No pensamos nada, solo teníamos curiosidad —respondió neutro.
—Sí, claro —dije con un tono sarcástico y le miré con sospecha—. Seguro que pensaron cosas raras.
—¿Qué? —resopló—. Claro que no, además, fue tu culpa. Te ibas temprano y volvías muy tarde, ni siquiera te comunicabas.
—¿Ves? —Le señalé, acusadora—. ¡Si pensaron cosas raras!
Él rió por lo bajo, colocando una de sus manos en el bolsillo delantero de su pantalón y tomando una postura más relajada.
—De acuerdo, lo admito, solo un poco.
—Lo imaginé —rodé los ojos, divertida—. Generalmente las chicas de mi edad van de compras, salen con muchas amigas y van a citas a ciegas...pero esas cosas no me van, odio cuando mis amigas me planean citas —suspiré—. Me dan ganas de matarlas —Lo observé y su atención sobre mí de repente me pudo algo nerviosa—. Lo siento, debe ser aburrido oírme divagar tanto. Sé que soy un poco extraña pero...
—No eres extraña, eres alguien increíble —interrumpió—. Y no es aburrido, he soportado ocho años con dos personas que hablan y bromean a por montón, que una más se añada no es problema —sacudió su mano en el aire restándole importancia.
Reí al recordar a los chicos.
—Sí, me hago una idea —Nos quedamos mirándonos fijamente en silencio y me sentí algo ¿nerviosa?—. Bueno, deberías ir a los estudios, se te hará tarde.