Distancia entre dos mundos (ae 2)

III.

Era un medallón de oro que tenía un dragón en el medio, no estaba completo, le faltaba un pequeño pedazo. Tenía forma de luna, con un pequeño mordisco. Koemi estaba segura que cada arcángel llevaba un medallón colgado en su cuello y que cada una llevaba un significado diferente, así que pensó que tal vez esta noche iba a escabullirse a la biblioteca de los duques Stavrou, aunque sabía que no seria facil, tendria que pedir ayuda.

-¿A dónde has ido? -dijo Saanvi mientras llevaba una cubierta con agua al lavadero -Agar pregunto por ti, estaba preocupado.

-¿Dónde está? -su mirada se mostró nerviosa.

-Está atendiendo a un conde de Mermaids, al parecer cogió un resfriado -respondió mientras se sentaba en su escritorio 

-Félix, ¿llegó de la tierra? -él mencionado entró enseguida.

-Hermosa noche como estas dos damas -entró con una sonrisa -se que me extrañaron.

-Es un gusto tener a un elegante y guapo hombre de vuelta en casa -sonrió Saanvi.

-Necesito tu ayuda -susurro Koemi, él le dio una mirada relajada asintiendo levemente.

-Al fin llegas -entró Agar con su expresión seria -ha traído… -de repente dejo sus palabras en el aire y frunció su ceño -¿dónde has estado? Koemi. -Ella entreabrió sus labios y luego tragó saliva. Felix negó levemente. 

-En casa.

Saanvi bajó sus lentes y alzó una de sus cejas -sabes que no le puedes mentir.

Agar pasó su mirada de arriba a abajo a Koemi y luego soltó un suspiro -¿Estás segura? -Se sorprendió cuando una voz chillona la interrumpió o a su pensar, la salvó.

-¡Hola! ¡Qué buen clima hizo hoy en Draugr! -entró hablando con su tono alegre a la cabaña.

-Dalia -dijo Saanvi entre dientes, Felix rodó sus ojos.

-¿Qué haces aquí? -frunció su ceño al verla ahí, ella nunca iba a la cabaña, siempre lo había considerado un lugar enfermizo.

-¡Koemi! que susto me has pegado hoy, no llegaste anoche a casa -se acercó a ella de una forma empalagosa -cuando me levante y no te vi en casa pensé que algo malo habia pasado, asi que sali a buscarte por el pueblo y esta fue mi ultima opcion.

-¿Por qué tu última opción? Koemi casi vive aquí -dijo Felix con un tono gélido.

-Porque…

-Ya sabes que estoy bien -dijo con indiferencia -vete.

-No, no -negó con su dedo con una mirada cargada de picardía -necesito algo de monedas. Ya sabes, se acerca el aniversario de la muerte del padre del rey y necesito un nuevo vestido.

Koemi soltó un bufido y frunció su ceño -¿Qué pasó con tu último trabajo? 

-No le tomes mucha importancia a ello, vamos Koemi, solo son unas cuantas monedas.

Koemi rechino sus dientes y sacó unas cuantas monedas para dárselas a Dalia -es todo lo que tengo.

-¡Gracias! -sonrio salto emocionada -¡tenga una linda noche! -salió de la cabaña.

En cuanto Dalia salió, Agar volvió a pasar su mirada a Koemi -así que, estuviste en casa -sus palabras sarcásticas le erizaron la piel.

-Solo… -tartamudeo -quería algo de aire fresco -dijo mientras se dirigía a sus quehaceres -No debemos perder tiempo, ¿verdad? Muchos beberán vino en la festividad del aniversario y luego vendrán por algo de medicina al día siguiente.

 -Es verdad, hay mucho trabajo -Saanvi le dio la razón.

Agar frunció su ceño, se dio media vuelta, y antes de salir de la habitación, volvió hablar -olvidalo, hablaremos más tarde -susurro lo último volviendo a la habitación de los pacientes.

Agar era un fauno, “criaturas de los bosques con piernas cubiertas de espeso pelo, al igual que sus brazos pero con menos espesor, cuernos y pezuñas de cabra. Caracterizados por ser reveladores del futuro”, su cuerpo era esbelto, su cabello era lacio y largo hasta un poco más abajo de los hombros, una barba corta cubría su mentón, su nariz era fina al igual que su labios y sus pequeños ojos eran de orbes verde selva, en su pecho descubierto llevaba unas líneas blancas en forma de espiral, llevaba un bolso de cuero cruzada en su pecho y un pequeño collar del cual colgaba una concha de mar.

. . .

Felix salió de la cabaña estirando su cuerpo, había sido un día pesado en la tierra, casi que no termina de arreglar su pleito con la chica pelirroja que ayudaba en su recolección en la tierra y eso lo había agotado aún más.

-Así que, tomaste aire fresco durante toda la tarde -hablo en cuanto sintió el olor de Koemi cerca.

-Anoche nos encontramos con Carel -Felix alzó una de las cejas, incrédulo -consumió algo de mi energía y no me sentía tan bien. 

-¿Por qué Carel se encontraría con ustedes? Saben que a media noche él hace rondas para asegurar el lugar -ella soltó un bufido.

-Lo sé -él rodó sus ojos.

-Entiendo, no vas hablar. Me pediste ayuda -le dio una mirada cargada de curiosidad, sacó un cajetilla con algo que Koemi conocía gracias a Felix pero que los commons no, se lo colocó en los labios y acercó un encendedor. Koemi se lo quitó enseguida.




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