Distancia entre dos mundos (ae 2)

XXI.

La temporada de invierno había golpeado a la ciudad de Londres, lo que significaba que la mayoría de los Jars volverían al infierno a tomar unos buenos baños de agua caliente. Mientras tanto Bastian sentía que en algún momento moriría congelado, había recorrido todo Londres en busca de la princesa sin tener resultado alguno, lo cual lo frustraba haciendo crecer su enojo.

Al caer la noche se dirigió al único lugar donde él pensaba que podría encontrar una solución. Se encontraba parado frente a esa puerta de madera, no se atrevía a entrar, sentía que su orgullo y honor no se lo permitía a pesar de que el frío casi le calaba los huesos. Llevaba la cuenta de al menos veinte personas que habían pasado a su lado, algunos ni siquiera los notaban y otros lo miraban con extrañeza mientras susurraban que estaba loco; y quiso gritarles, más de una vez, que no era ningún loco, que era el hijo del diablo y se llevara sus almas si así lo deseara, pero sabía que eso confirmaría la duda de los chicos.

Cuando el cielo finalmente se oscureció y las luces de la ciudad se encendieron, de la enorme casa, al fin, salió la persona que había estado esperando. La mujer de cabellos rojizos cruzó la mirada con Bastian, la cual no mostraba sorpresa o miedo, si no frialdad que pretendía penetrante hasta sus huesos.

-Debería suponer que algo muy importante se le ha perdido al demonio, o de lo contrario, ¿por qué vendría a buscar a una simple inmortal? -preguntó con indiferencia mientras aseguraba la puerta.

-Tal vez sí, tal vez no -respondió con frialdad -la seguridad de tus palabras me confirman que nada, a parte de tu vida, te preocupa.

Ella se giró hacia él y bajó con lentitud las escaleras hasta quedar a unos pasos de él -creo que buscas en el commons equivocado

-¿Estás segura? -alzó una de sus cejas, la confianza del demonio le empezaba a generar duda en si -al parecer la situación de Blamon no te afecta en absoluto.

-¿Y por qué razón debería afectarme? -dijo con indiferencia.

-Corre el rumor que los arcángeles buscan commons que se encuentran en la tierra, los llevaran a los calabozos de judas, y aquellos que entreguen commons serán bien recompensados -sonrió en sus adentros cuando miro como ella movía inquietante sus manos.

-Solo son rumores -dijo entredientes.

-No crees que los arcángeles van a venir a pedir ayuda a los Shinigamis. Sabes a la perfección que ellos se encuentran asociados, tampoco les beneficia darle las espalda a los arcángeles. Y cuando estén entrando por esa puerta -le dio una rápida mirada a la puerta por la cual acababa de salir la mujer que lo tuvo esperando por casi dos horas en medio del helado clima de Londres -¿Quién crees que sea su primera víctima que van a entregar? Mabi -dijo su nombre tan seco que le dio escalofríos en su cuerpo.

-¿Por qué no pasaste? -alzó una de sus cejas, Bastian frunció su ceño.

-¿Hablas enserio? Dejate de juguerías, los demonios no podemos entrar al hogar de un dios sin un permiso previo.

-Entonces, ¿por qué Abraham sí lo hizo? -él rodó sus ojos.

-Tengo mis principios -se acomodo su abrigo -el punto no es Abraham, responde mi pregunta.

-En realidad siento un resentimiento de tu parte hacia los Shinigamis Shin -le dio una media sonrisa, quería bajar el orgullo y seguridad del demonio, pero no le funcionó.

-Él debe pagar por lo que hizo. Mateus es mi mejor amigo, pero eso no quiere decir que deba interponerme en las decisiones que tome mi padre -Mabi frunció su ceño y desvió su mirada.

-Si crees que yo le daría la espalda a los que me tendieron la mano, estás equivocado -dijo entre dientes -confío en ellos y no porqué el hijo del diablo venga con una voz de propuesta, voy a dar el brazo a torcer. Además porque necesitan una commons desterrada.

-Una commons que por suerte nunca perdió sus poderes -ella soltó una sonrisa burlona.

-Todos saben que cuando un commons es desterrado pierde sus poderes o al menos el noventa por ciento -Bastian metió su mano a su abrigo y sacó un cigarro encendiendolo enseguida.

-Querida -soltó el humo -puedes engañar a cualquiera, a quien sea, menos a mi -El demonio lanzó una pequeña bola de fuego a la commons la cual la esquivo enseguida por reflejo. Sonrió ante la mirada sorprendida de Mabi.

-Yo… -murmuró.

Bastian asintió levemente -Esta bien -no quiso insistir -Solo dejame darte un presente -ella funcio sus ceño -no olvides llamarme cuando vengan -chasqueo sus dedos.

Mabi lo miró marcharse en medio de la fría noche, metió sus manos en su abrigo, encontrándose con una pequeña tarjeta roja, chasqueo su lengua y soltó un suspiro.

. . .

Su próxima parada, Roma.

La fontana di trevi era bastante llamativa, había bastantes turistas visitandola, muchos se tomaban una que otra foto y ella no quería ser la excepción. Alice tomó varias fotos a la fuente y por un momento se olvidó de su situación y de la jar que la acompañaba, pero no tardó en recordarlo cuando ella se posicionó a su lado con su ceño fruncido cubriendo sus cansados ojos por las gafas oscuras.

-Sabes, el blanco te queda muy bien -sonrió al verla con un vestido blanco de verano.




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