Adrian se alejó de la mesa, estaba sorprendido, nunca imaginó ver a Corbán llegar a la cafetería de su hermana -¿Que haces aqui? -susurro -¿cómo me encontraste? -enseguida soltó un bufido -claro, el Shinigami.
-Vine por lo que siempre fue mío -Adrian frunció su ceño y negó levemente.
-¿De qué hablas? Nunca te quede debiendo nada -reprocho.
-Tu perdón -respondió enseguida -después de que te fueras aquella maldita mañana, nunca tuvimos la oportunidad de hablar.
-¿Hablar? ¿Hablar de que? -hizo puño sus manos -pensé que podríamos tener una conversación, pero cuando llegó la carta de Getsemaní, no hubo absolutamente nada de qué hablar.
-Por eso estoy aquí, para pedir perdon, se que cometi un error, un muy grave error que me ha condenado por el resto de mis días, no sé por cuánto tiempo más o si para el resto de mi vida tenga que seguir pagando ese error, pero lo único que estoy seguro es que si me perdonas, mi castigo se aliviara un poco.
-¿Por qué me buscas ahora? -dijo confundido, así mismo como su voz sonaba triste.
-¿Ahora? -se sorprendió -después de que Dione dejó que el portal se volviera abrir, mandé a Asher a buscarte, fue muy complicado dar con tu ubicación. Después de tantos años de búsqueda, él solo pudo averiguar que el lugar donde llegaste en tu destierro fue a Londres.
-¿Acaso las cosas en Blamon no están complicadas? Porque has venido por tu cuenta y Asher no está aquí -frunció su ceño.
-Porque se la verdad, se que no eras el arcángel que se enamoró de la Commons -el luciferino se sorprendió.
-Sabes la verdad -susurro -¿Cómo lo sabes?
-Siwon me lo dijo.
-¿Él sabe lo que sucedió entre nosotros? -Corbán sonrió al ver la cara de preocupación de Adrian.
-Aun te interesa
-Déjate de bromas -frunció su ceño -responde -de repente Corbán se sintió aliviado al escucharlo, sentía que era el mismo Adrian de siempre del que se había enamorado y al que había extrañado con dolor.
-Posiblemente ya lo sabe -sonrió -no quise contarle, pero le di la libertad a Dante de hacerlo -Adrian soltó un suspiro de frustración -querido joven maestro, estoy esperando su respuesta -el luciferino desvió su mirada, observando la cafetería vacía.
-Te perdone hace mucho tiempo -dijo soltando un pesado suspiro -podría atreverme a decir que el mismo dia que me desterraron decidí perdonarte por todo y olvidar lo vivimos para siempre -las últimas palabras dejaron un amargo sabor a Corbán -ahora te pido que te vayas y no vuelvas a buscarme, vete, vete para siempre -suplico -olvídate de mí.
-Se que tal vez no te importe, aun asi, quiero que sepas que aun mantengo mi palabra de lo que sucedió esa noche -soltó una sonrisa sarcástica -y aunque Camilo es la prueba para contradecir mis palabras, nunca he dormido con la reina, ni siquiera el dia de la boda, hemos tenido habitaciones por separadas. Eres el único al que pertenezco y al que amo -Adrian desvió su mirada cristalina y tragó saliva. -No puedo seguir tu orden, no hay obstáculo que me lo impida -Adrian volvió su mirada hacia Corbán, frunciendo su ceño -Esperame, volvere para a ganar tu corazón -le dio una última mirada y se paró de su asiento para marcharse enseguida, dejando a Adrian atónico.
. . .
El calor que hacía era intenso, sentía que en cualquier momento se iba a derretir y el bullicio de la gente la hacía sentir mareada y cansada. Alice observó que cerca a la orilla del río había pocas personas así que decidió acercarse allí, sentándose en una de las escalas en esperó a Ellie, que compraba algunas bebidas.
-Bien, encontre este mapa -le pasó la botella de agua que no dudó en abrirla y tomar un bocado, lo único que la tenía aliviada a Alice es que el sol ya estaba cayendo -creo que estamos en este punto -lo miró con curiosidad -al sur, deberíamos ir hacia al sur, pero antes -miro Alice -¿quieres descansar?
-No me moveré de aquí -Ellie la miro confundida.
-¿De qué hablas? El lugar está al sur, en medio …
-No -la interrumpió -es ahí -apuntó a la casa blanca que estaba tras suyo y empezaba a estar solitaria.
Alice se paró enseguida y siguió caminando hasta el pasillo que quedaba hacia las afueras, donde el río fluía. Ellie la siguió con su ceño fruncido, esperó hasta que la última pareja desapareciera de su vista, mientras vigilaba a Alice pararse en la mitad de todo el pasillo.
-Vamos, ábrela -ordenó, ella soltó un pesado suspiro.
-No lo haré -se acercó a ella -no sé de lo que hablas.
-Sabes por cuanto he pasado para estar aquí -exclamó enojada -he recorrido muchos lugares, siguiendo tus caprichos, esperando que me ayudaras.
-Lo he hecho todo el tiempo -frunció su ceño.
-No, claro que no, me engañaste -de repente Alice se sintió mareada, pero no quería dejar de reclamarle a Ellie -estoy cansada de seguirte, así que lo investigue por mi propia cuenta.
-¿Desde cuándo lo sabes? -se sorprendió.
-Desde alma de fuego, sospeche desde ahí de ti, me mentiste, sabías desde principio donde estaba Mateus -apretó sus manos enojada -¡¿Por qué?! Acaso no entiendes lo que me duele -sus ojos se llenaron de lagrimas -odio este dolor, esta confusión y las dudas que me confunden -de repente se tambaleó, Ellie se asustó y tomó de los brazos a Alice -suéltame -forcejeo, haciendo tambalear otra vez.