Página en blanco.........
Pensé que durante todo este tiempo estuve escribiendo las páginas de mi vida, pero me doy cuenta de que en realidad siguen en blanco. ¿Por qué me siento así? ¿Acaso no he hecho lo suficiente? ¿Qué define realmente ese "lo suficiente"? ¿Valdrá la pena todo el esfuerzo y las noches sin dormir? Me pregunto si estoy persiguiendo algo que en realidad no deseo ser. ¿Será esa la razón por la cual mis páginas permanecen en blanco?
Desde que mis padres se separaron, no he vuelto a soñar ni a sentir de la misma manera. Ha sido tremendamente difícil. Fingir que estoy bien se ha vuelto una tarea agotadora. A veces, me encuentro reflexionando sobre cómo sería mi vida si ese acontecimiento no hubiera sucedido. Sin embargo, en medio de tantos pensamientos, me he olvidado de enfocarme en mí mismo. Siento que mi mente se ha encerrado en una prisión, atrapada diariamente en un vacío interminable.
En el transcurso de los días, mi vida cotidiana se ve envuelta en una rutina aparentemente inquebrantable. Despierto cada mañana con una pesada losa de emociones reprimidas que se asienta en mi pecho. Es como llevar una carga invisible que pesa más con cada paso que doy. Cada sonrisa forzada y cada palabra de aparente felicidad se convierten en una máscara que oculta mi verdadero ser.
En la superficie, parezco llevar una vida "normal", pero en lo más profundo de mi ser, siento cómo la represión emocional carcome mi ser. La tristeza, la ira, la confusión... todas estas emociones se agolpan en mi interior, buscando una salida desesperadamente. Pero, ¿cómo puedo liberarlas cuando he aprendido a esconderlas tan eficazmente?
Los días transcurren en una monotonía enmascarada. Me sumerjo en las exigencias de la escuela, los compromisos sociales y las expectativas impuestas por otros. Sin embargo, a medida que avanzo por esta aparente normalidad, una voz silenciosa dentro de mí susurra que no puedo seguir ignorando mi propia existencia.
Mis relaciones con los demás se vuelven superficiales. Temeroso de mostrar mi vulnerabilidad, construyo muros a mi alrededor para protegerme del posible rechazo. Me he convencido de que nadie entenderá el tormento que habita en mi interior.
Pero no todo es oscuro en mi vida. También hay momentos en los que encuentro luz y alegría en las pequeñas cosas. Me encanta la música; puedo pasarme horas escuchando mis canciones favoritas y dejándome llevar por las melodías que tocan mi alma. La guitarra es mi confidente más fiel, me acompaña en los momentos de soledad y me ayuda a expresar emociones que no puedo poner en palabras.
Además, la lectura es mi refugio secreto. Me transporto a mundos imaginarios y me sumerjo en las historias de valientes héroes y heroínas. Cada libro es un pasaporte a la aventura y la creatividad desbordante. Me encanta perderme entre las páginas y descubrir nuevos universos que amplían mi perspectiva y me inspiran a seguir explorando.
Y no puedo olvidar el poder curativo de la naturaleza. Caminar por el bosque o contemplar un atardecer me reconecta con lo esencial. El aire fresco llena mis pulmones y el sonido de los pájaros me recuerda que hay vida más allá de mis preocupaciones. Me encanta la sensación de estar en armonía con el mundo que me rodea, aunque a veces me resulte difícil encontrar esa conexión en medio del caos que habita en mi interior.
Estos son solo algunos de los gustos y pasiones que me ayudan a mantener la esperanza y a recordar que hay belleza en el mundo. Aunque las páginas de mi vida sigan en blanco, sé que tengo el poder de llenarlas con experiencias y momentos que me hagan sentir vivo. En medio de mis luchas internas, encuentro consuelo en estas actividades y encuentro una chispa de inspiración para seguir adelante.
En pleno año 2023, con 16 años a punto de cumplir los 17, me sumergí en la nostalgia y recordé los años anteriores. Algunos fueron buenos, otros excelentes, pero también hubo momentos que desearía borrar, aunque aprendí a ignorarlos. Entre tantos recuerdos, resultaba imposible olvidar el día completo que pasé con mi padre cuando tenía alrededor de 12 años, si no estoy mal. Disculpa mi torpeza con los números.
Recuerdo que visitamos muchos lugares, como la playa, el centro de la ciudad y una heladería, entre otros. Esos momentos fueron únicos en mi vida y marcaron puntos de partida. En aquellos instantes, experimenté una mezcla de emociones que solo se pueden vivir en la adolescencia, donde cada experiencia se convierte en un hito inolvidable.
Sin embargo, a menudo nos damos cuenta de que lo que escribimos no se convierte en realidad. Simplemente pasamos las páginas del libro de nuestra vida o evadimos los personajes que debemos interpretar. Es como si las personas no cumplieran el papel que les corresponde, optando por cambiar de personaje constantemente, sin comprometerse con un rol específico a lo largo de toda su vida.