Distinction

07

En los siguientes días extrañamente me topaba con Tristan en todos, absolutamente todos, los lugares en los que me localizaba. Al principio me pareció sospechoso, hasta le volví a preguntar si era un acosador, pero empecé a entablar conversaciones y en verdad es una persona con muchas facetas; puede ser divertido, amable, coqueto y a la vez sensible. A veces no entiendo porque suprime su verdadero ser.

Pero… también es reservado y misterioso, hay algo en él que intriga y atrae hasta el punto de querer descubrir todo lo que esconde. Su mirada es muy expresiva, tanto así que con solo observar ese precioso verde esmeralda sabes lo que siente; sus ojos resplandecen cuando se alegra, pero se opacan en pequeños instantes vislumbrando tristeza y agonía. Todo en él era un maravilloso enigma, que estaba más que gustosa por descifrar.

Estamos en San Petersburgo y Tristan se lo ocurrió la idea de llevarme a un lugar, pero según él es una sorpresa, por eso estoy vendada. Mientras camino, con él dirigiéndome para no caer, siento como una brisa helada choca contra mi cuerpo, generando que se me erice la piel. 

Una tela se desliza por mis hombros, brindándome calidez, sé que es su chaqueta porque desprende el intenso olor característico de su colonia masculina. Por un pequeño instante presiento que corro un gran peligro, como si esto ya lo hubiese vivido antes, tal vez un déja vú. 

—Sabes… no me has hablado mucho de ti, por los momentos solo sé tu nombre y algunos datos insignificantes —dice y salgo de mi ensimismamiento.

—Mmm… no hay mucho que contar. Además tú también me has proporcionado escasa información tuya. Si yo hablo, tú igual —comento y me lo imagino haciendo esa típica sonrisa socarrona de medio lado.

—Vamos hacer lo siguiente, cada uno debe hacer una pregunta, y lo que se cuestione debe ser respondido por los dos.

Lo pienso antes de manifestar un sí o un no.

—Me parece un trato justo.

Nos detenemos y percibo como se ubica detrás de mí, para quitarme la venda. Abro mis ojos, al sentir como el pedazo de tela es retirado de mi rostro, y  admiro un hermoso teatro que se posiciona frente a mí. Me volteo a verlo y él me hace una seña con la cabeza para entrar. 

El lugar es asombroso y muy amplio, es tal cual lo muestran en televisión, dejo que Tristan arregle las entradas mientras yo observo un gran cartel anunciando la obra “El fantasma de la Ópera”. Lo sigo mientras camina a nuestros asientos, pero se desvía del lugar donde se encuentran las butacas.

—¿A dónde vamos?, las butacas están allí —señalo a mi lado derecho, pero ignora mi replica. Lo alcanzo por unas escaleras y al llegar al primer piso se voltea hacia mí.

—Estos son nuestros asientos —desliza un grueso telón rojo— en un lugar más privado.

Me impresiono al vislumbra un hermoso palco con una vista magnífica del escenario. Tomo asiento y veo como poco a poco las butacas se llenan de personas.

—¿Te gusta la ópera? —pregunto con curiosidad de saber la razón de venir a este centro cultural. 

—Sí, es una buena forma de escapar de mi realidad, siempre me ha ayudado —me impresiona su respuesta y lo quedo viendo fijamente, se ve algo tenso. 

El show empieza y su expresión se suaviza, observa fijamente el escenario y en el aire se siente serenidad. Por el rabillo del ojo veo como reacciona al show, solo se ríe, mientras sus ojos siguen cada movimiento de los actores en el escenario. Trato de ver la obra, pero se me hace imposible, así que empiezo hablar. 

—Nunca imagine que tendrías gustos tan… —hago una pausa para encontrar la palabra adecuada— refinados —culmino y resuena una sonrisa fresca, proveniente de él.

—¿Gustos refinados? —se vuelve a reír— No seas mentirosa ibas a decir anticuados —me observa y siento que, de alguna forma, puede ver dentro de mí.

No vuelvo hablar, solo me limito a ver el escenario, sin prestar la más mínima atención a la obra. Estaba aburrida lo mío no es permanecer sentada en silencio, yo soy muy inquieta. Veo todo el alrededor, no se distingue nada por la oscuridad, lo único que medio alumbra la estancia son las luces del espectáculo. 

Una muy peculiar sensación invade mi sistema, como si estuvieran vigilándome, busco disimuladamente por todo el anfiteatro. Tal vez si hubiera un poco más de iluminación no se dificultaría tanto la tarea, pero hago mi mayor esfuerzo por ver todo el lugar. Nada veo, pero la sensación sigue allí, no desisto y sigo viendo por todos lados disimuladamente, esperando que Tristan no se dé cuenta.

Reparo en unos enigmáticos e hipnóticos ojos azul cielo, los más claros que he visto en mi vida, observándome fijamente. De un momento a otro me estremezco y un escalofrío recorre todo mi cuerpo, no sentía miedo, más bien era como una especie de potente atracción. 

Se me había olvidado respirar, o más bien sentía que solo necesitaba inhalar su olor. No sé quién es, pero mi cuerpo si lo reconoce, las reacciones que experimento no son normales solo él las puede generar.

Mi corazón palpita fuertemente en mi pecho, como si tratara de salir corriendo hacia el desconocido, como si él fuera el único responsable de cada uno de sus latidos. Es un sentimiento tan puro y genuino que no tiene comparación alguna.



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En el texto hay: experimento, suspense, suspense amor

Editado: 13.09.2021

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