Distinction

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Maratón 4/6

Fue una larga noche en la que no dormí bien, apenas pude medio agarrar el sueño a las 3am. Al desplegar mis parpados lo primero que vislumbro es una habitación de hotel de paredes blancas y techo blanco ostra, una muy acogedora cama con espaldar acolchonado, una sencilla alfombra gris hecha de terciopelo y como olvidar la espléndida vista que proporciona un gran ventanal con cortinas aluminizadas. Me quedo sentada en el borde de la cama por un buen rato viendo fijamente a la puerta del baño, planteando la duda existencial de bañarme o no.

Volteo mi cabeza por unos breves minutos observando la ciudad de Sevilla, bueno según mi teléfono allí me encuentro. Dejo la flojera de un lado y preparo una lista de reproducción, para escuchar música mientras me baño. Luego de alistarme me dirijo al espejo tapizado de cuerpo entero para darle el visto bueno a mi atuendo.

Antes de poder preguntarme qué voy a hacer hoy se escucha unos leves toques en la puerta, y se enciende una alarma en mi cabeza. Sigilosamente camino a la puerta para ver la persona que está parado del otro lado.

Mis músculos tensos se relajan al ver a Tristan con un aspecto desaliñado, pero eso no le quita lo caliente que está. Porque no se puede negar que le rubio está como quiere. Alejo todas esas ideas pecaminosas y me centro en lo importante: ¿Qué carrizo sucedió ayer?

—Buen día, preciosa —dice mientras se abre paso al interior de la habitación— ¿Pudiste dormir?

—Hola, dormí bien gracias por preguntar —digo cortante y él se pone cómodo en la cama— Pero lo que me interesa hablar contigo en estos momentos es de ayer —no dejo ni siquiera que saque a relucir algún otro tema.

—¿A qué te refieres? —pregunta sin darle importancia

—Tú sabes de qué te hablo —digo exasperándome— ¿Quiénes eran esos hombre?

—Te dije que no sé quiénes son.

—No te creo —respondo tajante— tú sabes más de lo que dices saber.

—Que agresiva estas hoy, preciosa —se burla de mi actitud y gana una mirada fulminante de mi parte—. ¿Qué quieres que te diga? —Cuestiona— ¿Quieres que te invente una historia?

—No, no quiero que me inventes nada. Yo solo quiero la jodida verdad —pierdo los estribos sin darme cuenta.

—Primero que nada tranquilízate.

Se acerca a mí, pero rápidamente me alejo.

—Por favor, Tristan—respiro— Yo solo quiero entender que está sucediendo.

—Lo sé—hace una breve pausa—Dame algo de tiempo y te prometo contarte—concluye.

—¿De todo? —Inquiero— ¿Hasta de esto?—hago señas a mi alrededor para explicarme.

—¿Qué quieres decir con esto? —repite mi movimiento dudoso.

—Tú bien lo sabes —lo acuso abiertamente.            

Cuando el rubio iba a hablar se escucha la puerta y voy directo a abrirla. Declan me saluda con un beso en el cachete y entra a la habitación.

—Ahora si estamos todos —comento.

—¿Será que te explicas a que te refieres con esto? —el rubio empieza a irritarse.

—Tú muy bien sabes a qué me refiero —lo señalo con el dedo en forma de reproche— Me refiero al hecho de que no recuerdo mi pasado y despierto en diferentes lugares.

Veo en sus rostros asombro, pero no del tipo de creerme loca, sino del no creer que lo diría de esa forma. Sus rostros revelan que saben algo y no quieren decirlo, ya me están estresando, ¿por qué no pueden decirlo de una jodida vez?

Tristan se queda pensando por un buen rato, mientras que el desespero me gobierna. Estoy a punto de amarrarlo a una silla ubicar un cuchillo y amenazarlo con cortar su yugular sino escupe todo lo que sabe, pero luego me recuerdo que no soy una asesina.

—No estás lista —es lo único que dice Tristan antes de marcharse.

Su actitud está molestándome. Yo quiero saber, o mejor dicho entender, todo esto pero él no ayuda mucho comportándose como un niñato. Acaso le cuesta mucho responder mis dudas, se supone que es un extraño que apenas conozco de hace varios días. Esta laguna mental me está estresando, nunca me había preocupado por quien fui en el pasado

—¡Dios dame paciencia! —exclamo viendo al techo mientras respiro y exhalo para no recurrir a la violencia— Tú tampoco piensas decir nada, ¿verdad?

Declan alza los brazos al aire en señal de inocencia. Un punzante dolor taladra mi cabeza por la rabia. Más preguntas llegan abruptamente mareándome y empiezo abrumarme. Se supone que hoy encontraría las tan anheladas respuestas, pero por el contrario solo me estoy enredando y estresando.

—No puedo ayudarte a resolver tus dudas —se escucha arrepentido—, pero si podemos salir un rato para que te distraigas y no pienses en cosas que no sabes.

Tiene razón, puedo sacar muchas conclusiones y la verdad es que no sé nada. La frustración hace que resople y las preguntas que me han agobiado todos estas semanas se repitan en mi cabeza poco a poco, pero todavía no tengo las respuestas.

Veo el hermoso azul cielo y recuerdo todas las sensaciones que experimenté en el teatro, las ganas que tenía de poder apreciar de cerca ese sereno océano lleno de misterios, ahora lo tengo tan cerca. No sé que tiene ese azul que me hipnotizan, pero no es solo el color, hay algo más en sus ojos que me atraen. Ni yo misma sé explicarlo.



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En el texto hay: experimento, suspense, suspense amor

Editado: 13.09.2021

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