Todo comenzó con un simple rumor:
Una chica en el instituto soñó que era devorada por ratas… y no despertó.
El registro médico decía paro cardiaco. Pero quienes vieron su cuerpo aseguraban que sus uñas estaban rotas de tanto rasguñar las sábanas y sus labios, desgarrados por los gritos que no salieron.
Pronto, hubo más casos.
Todos iguales.
Personas sanas que, tras una pesadilla, jamás volvieron a abrir los ojos.
Nadie lo tomó en serio al principio.
“Son coincidencias”
“Es sugestión colectiva”
Hasta que los sueños comenzaron a repetirse.
Distintas personas, en diferentes partes del distrito, soñando lo mismo:
Una puerta negra.
Una figura con rostro vendado.
Y una voz que decía:
No debiste mirar atrás.