Afuera, el mundo se desmoronaba.
Se crearon refugios de insomnes.
Iglesias, hospitales, laboratorios.
Miles conectados a máquinas para mantenerlos en vigilia.
Pero el cuerpo humano no resiste eternamente sin dormir.
Uno por uno, caían.
Y morían.
Mateo formuló una teoría:
La figura no era parte del subconsciente.
Era una entidad.
Un parásito.
Un ser que usaba los sueños para alimentarse.
Cuanto más lo recordaban… más fuerte se hacía.
Era el recuerdo lo que lo traía de regreso.