Distrito 13

No debiste hacerlo

El día que Mateo cayó dormido accidentalmente, ya lo esperaba.
Estaban de nuevo en el pasillo.
La puerta negra.
La voz:

Ahora sí sabes mi nombre. Di el tuyo. Complétalo. Y te dejaré ir.

Mateo comprendió.
Cada víctima lo había nombrado en su mente.
Le había dado forma. Poder. Identidad.

Él se negó. Cerró los ojos en el sueño.
Contó hacia atrás.
Se mordió la lengua hasta sangrar.
Gritó.

Despertó.

Pero su cuerpo ya no estaba solo.
En la esquina de su habitación, una venda negra flotaba.
Deslizándose en el aire.

Como una serpiente.

Desde entonces, Mateo ya no sueña solo.
Y cada vez que duerme, lo escucha susurrar:

No debiste mirar atrás.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.