Cierro los ojos y cuento hasta diez.
1... 2... 3... 4... 5... 6... 7... 8...9...10...
Abro los ojos.
Respiro, y lo hago nuevamente, una y otra vez, una y otra vez.
Lo hago hasta que sirva de algo o hasta darme cuenta de que no servirá de nada.
Aire
Lo siento en mi cara, sin embargo no entra a mis fosas nasales, y si lo hace, no encuentra su camino a mis pulmones.
Lágrimas.
Ya no las hay. Siento ese nudo en mi pecho típico antes de llorar pero las lágrimas no llegan.
Estoy seca.
Extraño los monstruos bajo mi cama, los extraño con toda mi alma. Aquellos que parecían tan reales pero que ahora me parecen extremadamente ridículos. Los verdaderos monstruos no se van con la luz, no esperan a que te duermas para saltar del closet y atacarte. No. Los verdaderos monstruos está siempre acechando, siempre contigo, en tu mente. Susurran y susurran, divertidos, extasiados. No necesitan que sea de noche, no necesitan esconderse.
Uno, dos, tres, cuatro, cin...co, sei..s, siet...
Casi lo logro pero no lo he logrado.
Una vez más.