Dividida

Epilogo. Final

Epílogo

En la estación oscura, a esa hora, una joven con aros de perla espera la llegada de un tren que se arrastra extrañamente en silencio hasta ella. Nadie baja de él.

No hay guardas para anunciar el arribo de la mole de metal, pero las luces están encendidas a lo largo de los vagones.

Bambi espera un rato en su asiento de madera. Después de un momento, la ansiedad la invade; se pone de pie y recorre la vereda, mirando por las ventanillas iluminadas.

"Está vacío", piensa.

Se retuerce las manitas blancas; el corazón le late con furia.

—¡Sube!

Escucha el grito y mira en dirección al último vagón.

—¡Sube, ya!

Logra ver que alguien agita los brazos, sacando medio cuerpo por la ventanilla. Es una joven. Está demasiado lejos para distinguir de quién se trata. Pero ella no le tiene miedo a nada; lo había dicho mientras lavaba los trastes.

—Habrá que subir, entonces...

Desde la oscuridad, Pupe ve partir el tren. Llora.

FIN




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