Dividido

CAPÍTULO CINCO

✂ Capítulo 4 | Miedo inexplicable. 




 

- ¡Le diste mi número! -Exclamo por la bosnia del celular.

A pesar de no recordar haber interactuado mucho con ella.

-Tranquilo, Orlando-le indico la otra con irritación -. Se lo di, porque le gustaste.

¿Le gusto? ¡Y una loca!

-Pero aún así -siguió reclamando, escuchó un resoplido de fastidió.

-Ella te ayudará a despejar la mente.

El no necesitaba eso.

¡Eso era mentira! Ella quería su número solo para hostigarle más y verlo condenado en la locura por recordad. ¿¡Pero ella que pintaba en todo eso?!

-Despejar, ya. Claro -dijo con sarcasmo antes de colgarle.

Despejar ¡ja! Atormentar eso es lo que le hará, ¿despejar? Puras idioteces.

Volvió a la bandeja de mensajes y miro todo vacío, ningún mensaje recibido. Entonces porque tenia el deje de haber recibido un mensaje, un mensaje importante que fue borrado.

¿Lo imaginaria?

Miro el celular con odio antes de abandonarlo en su cama y sacar la libreta donde anotaba todas sus pesadillas y alguna respuesta lógica que llegaba a formular.

Pero... Tan solo tenía anotado el cómo vio su padre dejar la vida y el cómo llego a defenderse con un pedazo de vidrio.

Miro su mano donde tenía el corte horizontal donde terminaba al centro de su dedo pulgar e índice.

¡Vaya! Recuerdo de su fracaso por defender a su padre.

Se dirigió al baño para mírate su rostro cansado, sus ojos verdes (iguales a su madre como le dijo su padre) estaban más obscuros y tenía unas ojeras negras, enormes como si no descansara nada.

Las pescadillas no le daban para más.

Dio un suspiro de cansancio.

El haber tenido alucinógeno en su sistema esa tarde no le ayudaba a tener un recuerdo nulo, y le mostraban cosas revueltas en sus pesadillas que no eran la realidad.

Su hermana siempre le indico que él nunca intento salvarla de nada y estaba mintiendo, pero sus sueños o pesadillas le mostraban todo lo contrario.

Su mente le jugaba algo que a él no le gustaba jugar.

-Orlando -llamó Renata.

Agitó su cabeza y salió del baño para encontrarse a Renata en el umbral de su habitación. Sus ojos verdes penetrándole con un frialdad incondicional, por lo que él desvió la mirada algo incomodo.

- La comida esta lista -él asintió y se dirigió a una distancia prudente.

Al estar comiendo se encontraban en un silencio que al parecer a Renata le gustaba que estuviera.

Pero ese silencio hacia que su corazón latiera desfrenadamente sin saber él porqué, como si su cuerpo estuviera en alerta de algo. Eso le inquiero para llevarlo a tener ansiedad y tener la necesidad de ponerse de pie.

- ¿Dónde estabas tú cuando ocurrió lo del incidente? - preguntó con voz baja. Quería distraer su pulso, su mente que se tornaba borrosa.

-Ya recuerdas que yo no estaba en mi habitación -le indicó, el tan sólo asintió dudoso y ella dio un suspiro de alivio -. Aunque no se porque dices que lo estaba, yo solo recibí una llamada.

Eso le hizo fruncir el ceño, ya no entendía nada.

- Yo... Yo no recuerdo todo.

-Pronto lo harás, recuerda que yo no estuve aquí, es un avance -le animó dándole una mirada de comprensión y apoyo.

Eso le dio un escalofrió por su espina dorsal, ¿por qué su cuerpo sentía miedo ante Renata?

-Realmente no quiero recordar -se negaba a recordar ese incidente, prefería quedarse nulo ante esa situación. Y mas a lo que su cuerpo estaba experimentando.

- Otra persona estuvo en lugar -le indicó su hermana con voz monótona.

-Me esforzaré.

Ella tan sólo asintió.


וו×

Y otra sección con la psicólogo perdido, e iban ya cinco sesiones con ella y no tenía éxito con ello a menos que entraran a la hipnosis.

Con dolor de cabeza se dirigió a las escaleras y bajo a la cafetería para comer algo.

En la entrada de la misma miro a Judith con seriedad, el tan sólo le dio una mirada adentrándose a la cafetería y pido algo para calmar su hambre, y tal vez su dolor de cabeza.

Judith antes dio unas miradas s su alrededor y se fue a donde estaba Orlando a continuación se sentó a un lado de él.

-¿Ahora qué? -Interrogó con frialdad y enfocando su mirada a la chica de su lado.

-¿Ya me recuerdas? -Él negó y ella mostró una decepción en sus ojos azules -. No pasa nada, lo harás pronto.

- Lo mismo digo, chica -concordó poniendo su atención en su sándwich de queso.

-Me llamó Judith, no chica -recalcó con enojo y arrugando su nariz.

Eso le hizo reír, se miraba extraña que esa chica hiciera eso; aunque era divertido hacerla rabiar.

Volteo a verla con diversión a lo que la vio refunfuñar e iba a insultarlo, pero América los sobresalto a ambos.

-¡Que tiernos! -Exclamó, ambos se llevaron la mano a su peño y fulminaron a su amiga.



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En el texto hay: tragedia, trastornos mentales, dolor y sufrimiento

Editado: 03.10.2018

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