Divorcio por el contrato

Extra #1.

 

Primera parte...

 

La boda.



 

Michelle Stone.

Nunca había estado tan nerviosa en mi vida como cuando estaba a solo unos minutos de encontrarme con la felicidad eterna.

Estaba sentada en la orilla de la cama alimentando a Irina que en tan solo unos meses había crecido bastante. Sus grandes perlas azules me observaban en silencio mientras se alimentaba, sonreí dejando un casto beso en su cabeza de rizos.

Es tan hermosa. Arthur se empeña en decir que se parece a mí, pero solo hace falta ver esos ojos azules junto con los de su padre para darse cuenta de todo.

—¿Estás lista? —alcé la mirada.

Christine hizo aparición luciendo un lindo vestido color lila, en ella se veía tan hermoso. No podía dejar de compararla con la princesa durmiente de Disney.

Es hermosa.

—Sí —tartamudeo, sintiendo mis labios temblar—. Estoy tan nerviosa, Christine.

Tragué en seco al escucharla reír mientras se acercaba, sus caderas se hacían notar más y su cintura era tan pequeña. Sentí una clase de envidia, ya que luego de dar a luz a Irina, parecía que todo en mí había crecido un poco más.

Pero eso parecía gustarle mucho a Arthur, se encargaba de hacérmelo saber cada que le cuestionaba algo en mi inseguridad. 

—No sé cuál de los dos está más nervioso. Temo que a Arthur le de un ataque —negó sentándose a mí lado, sus ojos se posaron en Irina—. No puedo creer que tenga una sobrina, o que tú seas esa chica por la que mi hermano se escuchaba tan… diferente.

Hice una mueca, el día en que Arthur me dijo que tenía una hermana y que debía conocerla, no pasaba por mi cabeza que sería Christine. Sin embargo, reaccioné enseguida al recordar su apellido.

Era jodidamente obvio que son hermanos, pero en mi defensa, no se parecen en nada.

Mientras que Arthur tenía el cabello caoba casi negro, Christine es una despampanante rubia. Pese a eso, algunos gestos e incluso en color de ojos, participaban para dar a mostrar su parecido sanguíneo.

—Lamento no haberte contado antes —me disculpo por segunda vez.

Hizo un gesto de restarle importancia.

—No hay nada que perdonar. Eran sus cosas, no tenía vela en ese entierro —suelto una risilla juvenil, sonrío—. Lo bueno de todo esto es que me diste el regalo de ser tía, gracias, Michelle.

Toda la sinceridad que desprendía su voz terminó aturdiéndome, no hice más que asentir completamente perdida. Los padres de Arthur parecían aceptar nuestro compromiso pese a cómo sucedieron las cosas.

Creo que no puedo estar más tranquila respecto a eso.

Permanecimos en silencio, le dí la bebé para que le sacara los gases mientras me acomodaba el vestido y miraba que todo estuviera en su lugar.

Unos golpes suaves alejaron mi vista del espejo.

—Si eres Arthur, por quinta vez, no puedes verme —gruñí.

No me arriesgaría a que me mirase con el vestido minutos antes de la boda, joder.

—Soy Frida —giré.

—¡Estás aquí! —terminé arrastrándole hacia adentro—, que feliz estoy de verte.

No puso objeción alguna cuando la abrace, en su lugar soltó una carcajada pequeña correspondiendo el abrazo. Ni siquiera por los tacones que usaba está tarde podía alcanzarla.

Envidiaba su altura.

—¿Estás lista?

—No sé cuántas veces me han preguntado eso hoy —bufo, alzando la mirada—. Gracias por venir, sé que tienes muchas cosas que hacer y que eres una mujer ocupada y…

—Oye, una no es madrina en una boda todo el tiempo —me detuvo, posando su mano en mi hombro—. Gracias por invitarme.

Asentí, relajé el cuerpo antes de volverla a abrazar. Acarició mi cabello con cuidado.

—Gracias —tartamudeo—. Creo que esto habría sido más difícil sin el apoyo de alguien conmigo.

Volví a visitar a mi hermano solo para llevarle una foto de Irina, Arthur no quería que la bebé pisara ese lugar y como su padre respeté esa decisión. Sin embargo, en cuanto me preguntó si podía verlo sentí una clase de vértigo.

No sabía si Alejandro terminaría aceptando mi relación con él, o a él. Y sentí miedo de que la única persona que amaba más que a mi hija y Arthur no quisiera verme con él.

—No te atrevas a llorar. El maquillaje, Michelle —me regañó.

Reí apenas limpiando mis mejillas suavemente, afirmo alejándome. Dejo que se acerque a Christine e Irina, Christine le muestra una sonrisa tímida cuando la saluda.

Empiezo a creer que esto de conocer personas nuevas no es lo de ella, irónico, ya que era una clase de doctora. Estar con personas es su trabajo.

Sonríe grandemente mientras las observo babear por mi hija, la cual se había vuelto la adoración de casi todos por aquí. 

Solo había que ver a Johan, Davis y Max cuando estaban con ella. A veces noto a Max sonreír, una cosa casi imposible de notar en el tiempo que llevo viviendo con Arthur.

Terminé mudando todas mis cosas del departamento, Axel se encontró triste en cuanto le dije, no obstante, le aseguré que podíamos ir a pasar un fin de semana con él. Después de todo la bebé tiene su propia habitación allí, aunque no duerme fuera de mi vista.

—¿Creen que estoy bien? —interrogo deteniendo sus murmullos sobre Irina.

—Estas hermosa.

—Luces ardiente.

El tercer comentario fue un estornudo de Irina, logrando sacar varios "aaaah" de las chicas. Evité reír.

Suspiré sin dejar de mirarme en el espejo, el vestido es blanco con los hombros a la vista ya que es de tirantes. Es ajustado en el busto pero luego suelto hasta llegar a tener una larga cola que comenzaba a creer que pesa un poco.

El maquillaje ni hablar, luzco totalmente diferente. Y mis ojos de alguna manera son más claros gracias a la sombra en ellos.



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En el texto hay: romance, drama amor mentiras, grumpy y sunshine

Editado: 13.05.2023

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