Segunda parte...
(...)
El silencio reinó cuando entramos los tres, mis ojos observaban al hombre parado al final del pasillo que se giró a mi encuentro en cuanto la marcha nupcial hizo presencia, sus ojos me desnudaron el alma mientras me acercaba, sentí mis manos temblar mientras llevaba el ramo en manos.
Relamí mis labios nerviosamente, notando a la bebé con su abuela quien no podía sonreír más de la felicidad. Apoyó su cabeza en el hombro de su esposo, el cual la observó con adoración pura. Me pregunté si Arthur me miraba de esa manera.
Cuando llegamos, abracé a ambos hombres como agradecimiento. Alejandro le dio una mirada de advertencia a Arthur, quien se enderezó como si estuviera siendo regañado por algo muy malo. Michael le extendió la mano y él le devolvió el gesto con el mismo respeto.
Inhalé fuertemente al momento de mirarlo, sus ojos brillaban y lucían más oscuros gracias al color del traje. El padre comenzó hablar, pero ni siquiera me encontraba en ese momento. Solo estaba perdida en el azul de esos ojos que mi pequeño mundo había heredado.
Arthur tomó mi mano, y en el mismo lugar donde se encontraba ese anillo, colocó otro.
—Seré breve, porque sabes que unos votos de matrimonio no expresan todo lo que siento por ti. Te amo, Stone. Tú e Irina son mi razón de ser junto con mi familia. No habrá nadie más, en ninguna vida.
Volví a llorar, pero le atribuí eso al polen y a las flores.
—También te amo, eres mi mundo junto con nuestra hija y mi hermano. No hay nadie ni habrá nadie más, te seré fiel y seré tuya hasta que sea polvo de estrellas —bromeé con lo último, haciendo referencia al polvo de hadas de la película.
El padre continuó y el momento en que me tocaba decir "acepto" se escuchó la voz de Bruno Mars en Marry You justo en el instante en que dice "don't say no, no, no, no. Just say yeah, yeah, yeah, yeah, yeah..."
Lo miré divertida, sin poder creer que hubiera hecho eso.
—Solo fue por si cambiabas de opinión... —carcajadas explotaron junto a la mía.
Terminé balanceándome hacia él solo para golpear su nariz suavemente.
—Acepto.
Con aplausos, gritos y Bruno Mars de fondo nos besamos, el resto de la ceremonia terminé bailando con él, mi hermano y de vez en cuando con Michael ya que lo notaba solo algunas veces. Terminé alejándome un poco solo para tomar aire, suspiré, de alguna manera un tanto inquieta.
Faltaba alguien.
—¿Qué hace una novia, perdón, una esposa sin su marido? —sonreí antes de girar.
No le di oportunidad alguna cuando corrí hacia él y lo abracé, enterré mi rostro en su cuello susurrando todo lo que lo había extrañado.
—No te vuelvas a ir.
—Lo discutiremos luego —bromeó.
Lo abracé con más fuerza, me aparto posando mis ojos en su rostro. Le muestro una sonrisa triste.
—Te perdiste mi boda —murmuro, asintió.
—Lo siento mucho, créeme, pero estoy aquí ahora. ¿Es suficiente? —su pregunta me saca de mis casillas.
—¡Claro que es suficiente! Jodidamente, sí —le aseguro tomando sus mejillas, despeino su cabello suavemente—. Te extrañé.
—Yo también, estúpida.
Bufé, lo dejé abrazarme un poco más hasta que la voz de alguien nos separó.
—Michelle, Arthur está vuelto loco buscándote... —su voz se apagó en cuanto notó a Axel.
Lo sentí tensarse mientras se alejaba.
—¿Si? Iré a buscarlo.
—Lamento haberte interrumpido, no sabía que tenías compañía —murmuró apenada.
Pese a eso, sus ojos no dejaron de mirar a Axel, solo cuando se dirigía a mí. Le sonrío inocentemente.
—No lo haces, ¿me lo cuidas un segundo? Tengo un marido que atender —bromeo, dejando un beso en la mejilla de Axel y luego abrazándola—, no seas ruda.
Gruñó bajito en respuesta, carcajeé dejándolos solos aunque por el camino me pregunté si fue buena idea. No parecían precisamente felices de verse.
No creo que se maten a sí mismos... espero.
Lo noté de espaldas hablando con alguien, cuya persona se alejó en silencio. Rodeo su espalda susurrando un "boo" que no causa nada en él, sus manos me toman de la cintura solo para hacer que permanezca en un lugar mientras me besaba a su antojo.
—¿Dónde estabas? —gruñó.
—¿Dos años conmigo y aún no puedes vivir sin mí? —bromeo posando mi barbilla en su pecho mientras miraba hacia arriba. Hice una mueca—, eres muy alto.
—Mejor, así puedo hacer lo que quiera contigo —sugirió.
Una sonrisa ladina surcó en mis labios mientras mis manos acariciaban su espalda, lo sentí tensarse mientras respiraba fuertemente.
—¿Lo que quieras, Müller?
—Joder, no me pongas esos ojos —suplica, pestañeo inocentemente—. Serás mi perdición.
Chillé bajito dejando que volviera a besarme, solo cuando creyó que necesitábamos aire para vivir fue capaz de alejarse. Dejo un beso en su barbilla alzándome de puntas, sintiendo sus caricias en mi espinal dorsal para luego sentirlas en mis hombros descubiertos.
—Estoy muy feliz —le confieso—. Tengo una hermosa hija, mi hermano está libre, mi mejor amigo está aquí y mis madrinas de bodas son increíbles.
—Mmm, supongo que el esposo no hace nada —comenta en un gruñido, dejando su mano en mi nuca.
—Nah, él solo existe —lo molesto.
Tragué en seco cuando sentí su agarre más fuerte en mi nuca y su cuerpo inclinándose, luego tenía sus labios en mi oreja y su aliento rozando mi piel.
—Voy a disfrutar mucho tenerte sola para mí. Te haré pagar todas tus insolencias, niña.
Algo palpitó dentro de mí junto con mi corazón, sentí calor en todas partes y mi lencería húmeda. Alzo los ojos solo para notar los suyos cargados de deseo y oscuridad.
Mierda.
—¿No quieres bailar?
—No justo ahora, solo quiero quitarte el vestido y...