Djinn

Djinn • Capítulo 0 •

Un día como cualquiera, tres chicas argentinas, que eran primas decidieron viajar juntas de vacaciones a acampar cerca de las montañas.

El camino más fácil de llegar fue ir por tren.

Durante el viaje conocieron a una pasajera extraña, estadounidense, que manejaba a la perfección el castellano. 

En el vagón del camarote se presentaron, charlaron para no aburrirse.

La mujer estadounidense, Natali, que le había tocado el privilegio de compartir el camarote con ellas, fueron las palabras de Natali, las invitó a merendar con ella en el restaurante exclusivo.

Audrina y Melissa, aceptaron con agrado su invitación, pero en cambio a Liz, le traía mala espina la mujer esa, así que prefirió quedarse y mentirles a sus primas diciéndoles que dormiría un rato.

Liz, quedó allí, sentada contemplando los paisajes escuchando música, prometiéndose que las esperaría, pero pronto el sueño la dominó, que cayó profundamente dormida.

                                         (…)

Más tarde Liz, se despierta. Se queda sorprendida cuando ve por la ventana que es de noche, y sus primas no han llegado.

– ¡No puede ser cierto! –Se altera.

Se levanta inmediatamente, y corre para abrir la puerta corrediza, sale en busca de alguna persona que se le cruce por el camino, para preguntar por sus primas.

Durante un buen rato, recorrió el pasillo, continuó con el vagón 9. En su buscado no encontró ni un alma en pena por los vagones.

– Esto se está poniendo feo, ¿qué sucede aquí? –Se pregunta nerviosa.

Después de pensar, notó que desde que salió en busca de alguien, quienes ocupaban los camarotes, casi todos, tenían las luces apagadas.

Liz, golpea en una de ella, nadie responde, luego vuelve a llamar en otra puerta, pero con más fuerza, tampoco, no hay movimiento en el interior.

El corazón de Liz comienza a latir fuertemente, entró en pánico, y corrió al vagón 10.

Las luces del pasillo parpadeaban en esa parte del tren.

– ¿Dónde está todo el mundo? –Se preguntó Liz, al seguir viendo que nadie se encontraba en los camarones y nadie la escuchaba  – Esto es desesperante, ¡Ay, santos cielos! –Grita al final– ¿Dónde están? ¡Audri! ¡Melissa!

De pronto, lo recordó, justo antes de correr la puerta para cruzar al vagón 11.

                                        (…)

                                      Pasado

            Momentos al conocer a Natali.

– ¡Ey! Cuidado, imbécil. – Protesta Melissa, al recibir un golpe en el hombro, iban caminando por el pasillo de la estación del tren.

El joven robusto se volvió para encararla, y lo que ella no se había dado cuenta era de que ese tipo, venía acompañado con dos tipos atrás.

Audrina interviene, intentando calmar las cosas, pero no logra nada, igual que Liz lo intenta, pero las ignoran.

El joven robusto empuja a Melissa, y Liz en ese momento si decide qué debe actuar y le pega al sujeto con la mochila, los otros dos que lo acompañaban se atrevieron a defenderlo, atacando a Liz.

Justo en ese instante, aparece de una mujer alta de la nada, que le da un golpe en toda la cara al tipo.

Parece que todo terminó.

Los agresores antes de irse prometieron volver, ¿eso fue una amenaza? Se pregunta Liz.

Después en el camarote, Melissa y Audrina se reían de la situación.

Natali -así era como se llamaba la mujer que apareció de la nada- que las acompañaba, se encontraba sentada frente a Liz, sacó una botellita de licor que traía oculta en el vestido.

– ¡Que carajos, Natali! – Exclamó Melissa entre risas.

– ¿Cómo lograste pasar eso? –  Audrina, no sé lo podía creer, cubriendo su boca con una mano.

En cambio a Liz, eso no la divertía, ni le gustaba un poco.

– ¿Gustas? – Le ofrece Natali a Liz.

– No. – Liz le contesta secamente.

– Dame eso a mí. – Le saca de la mano la botella Melissa, mientras se bebía un largo trago.

– Yo también quiero. – Pide, Audrina

– ¿Tú? Audri, tú no bebes. -Le recuerda Melissa, haciendo una mueca.

– Estamos celebrando. – Dice, Audrina, ella se le pega a la boquilla de la botella y toma un largo trago, antes de exclamar que es martinis.

Las tres chicas carcajean, menos Liz que ahora se encontraba leyendo un libro.

– ¿Creen en las historias mitológicas de sueños? – pregunta de repente, Natali, las demás sólo le prestaron atención. – Cuenta la leyenda que hay unos seres vivientes que se alimenta de tus deseos más secretos, de tus miedos más oscuros. Se llama Djinn, se preguntarán, ¿Cómo es que ataca?

– ¿Como Freddy? – Pregunta, Audrina temerosamente.

– Cállate. Claro que no, eso es pura ficción – les dice Natali, vagamente – Les hablo enserio. El Djinn te secuestra y se ocupa de devorarte por días, hasta semanas, manteniéndote con vida, soñando con lo que siempre quisiste, hasta que… – en ese momento, Natali se queda callada para hacer suspenso, y las chicas la escuchan esperando el final, hasta Liz, que la había ignorado al principio – hasta que finalmente te mueres.

– Ay, no te creo nada. – Le dice Melissa mientras se ríe con Audrina.

– ¡Basta, no se rían! – Les dice Natali, un tanto molesta por las burlas.

– ¿Y cómo son? – Pregunta con incredulidad, Audrina.

– Se disfrazan y se esconden detrás de piel humana.

Devuelta al presente:

Liz entra con falta de oxígeno al cruzar el vagón 13, donde se encuentra el restaurante.

Nadie, ni un alma en pena se encontraba presente en las mesas.

Lo único que se podía oír eran los motores del tren fallando por las vías.

Lo último que vio fue la imagen distorsionada de su ídolo, John, al final del vagón.

                                  Ahora
                             
                                     (…)



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En el texto hay: misterio, paranormal, intrigas

Editado: 04.12.2020

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