Dlv (devuélveme la vida) (libro I)

Loco enamorado

Durante todo el día he estado esperando el momento en que la bomba explote y me pregunten algo de lo que Ian vio ayer, pero al parecer todo está normal. Anastasia amaneció más alegre que otras veces, se puso a cocinar y hasta estaba cantando. Todo ha sido un desastre, desde principio a fin y tengo miedo que con lo que pasó anoche Ariel termine en definitiva con esto, ni siquiera me he atrevido a llamarle o enviarle un mensaje de texto. He decidido no arreglarme mucho, solo lo normal para que las cosas no se salgan mucho mas de control. Me puse jeans, tenis y una blusa de manga larga a rayas.

Afuera el día está bien, tan bien que a Anastasia se le ocurrió comer en el jardín. Zac llegará en algunos minutos y estoy nerviosa, solo espero que esto no termine mal.

Bajo y ayudo a poner la mesa, Ian lleva puesto un mandil y está asando carne, vaya, no pensé que conocer a mi novio —aunque este no sea real— sería tan importante para ellos. Zac se asoma a la reja, es tan tierno, lleva en su mano un pequeño ramo de rosas, aunque todo esto sea una farsa me gusta estar con él, es un gran amigo. Abro la puerta y besa mi mejilla.

—Son para ti —dice y me da las flores.

Me encojo de hombros y detrás de mi escucho que Anastasia jadea. Bien, no voy a quejarme, entre más real se vea esto mucho mejor.

—Llegas puntual —dice mi tía.

—Buen punto a tu favor —comenta Ian desde el asador.

Les sonrío y tomo de la mano a mi novio y lo llevo a la mesa. Hanna baja y por si fuera poco pone su mala cara, ni siquiera saluda a Zac. Llega directo hacia la mesa y se sienta solo para sacar su celular y ponerle toda su atención. Pongo los ojos en blanco y decido ignorarla, así como ella ignora a la mitad del mundo. Cuando la carne ya está lista, Ian la pone en medio de la mesa, además de eso hay salchichas, tocino, chicharrón de cerdo y algunas hiervas que desconozco, ni siquiera sé si se comen, casi no hay espacio en la mesa, pero Anastasia sorprende saliendo con pollo a la barbacoa. Wow, sí que son esplendidos.

—Ahora sí, buen provecho.

Quiero olvidarme del motivo por el que estamos aquí y mejor me pongo a comer, tengo que disfrutar lo que mis adorados tíos han invertido para mí y mi novio. Pongo una pieza de pollo en mi plato.

—Y bien, cuéntanos ¿Cuáles son tus intenciones con Emma? Es mi sobrina, pero la quiero como una hija más. Confieso que me puso contento saber que está contigo y no con algún patán.

Casi se me atora el pollo en la garganta, por supuesto que esta comida era para eso; para interrogarlo. Antes de que él pueda contestar Anastasia se levanta de su lugar y todos voltean hacia afuera, todos menos yo. Miro mi plato y dejo de comer. Ariel ha llegado para ocupar un lugar más en la mesa, y se sienta frente a Zac.

—Mis intenciones son las mejores, quiero a Emma y no la haré sufrir.

Ariel asiente y agarra la jarra de agua, se sirve sin dejar de verlo.

—¿A qué te dedicas?

—Bueno, soy stripper.

Ariel escupe el agua y a mi casi se me va un hueso de pollo. ¿Stripper? Nunca lo imaginé. Miller se pone muy rojo y se pone de pie, pero Ian lo regresa al asiento agarrándolo de los hombros.

—Mira, tanto tiempo siendo vecinos y no sabíamos ese detalle —dice Anastasia muy nerviosa.

—No es un trabajo malo, es solo bailar.

Perfecto, se me fue el hambre. Gracias por nada.

—Genial, y me criticaban a mí —Hannah se burla.

Y me hace enfadar.

—No creo que tenga nada que ver el trabajo de Zac con el trato que pueda darme, creo que esa es una muy grande diferencia.

Se le borra la sonrisa, toma eso primita.

—Yo opino lo mismo.

Anastasia me da mi lugar y Ariel casi me asesina con la mirada.

—Es sencillo, yo tengo una hija y trato a la mujer como me gustaría que la trataran a ella. No estoy a favor del maltrato, de ningún tipo.

Sí, ese es mi Zac. Hannah se ha tragado sus palabritas de niña caprichosa y estoy orgullosa de eso. Creo que después de todo este alboroto se ha terminado el interrogatorio, por fin. Ahora sí, a comer.

 

 

 

 

 

 

¿Qué puedo decir? Todo salió mejor de lo que pensé. Ariel no hizo ningún escándalo, Hannah se metió a su cuarto y mis tíos siguieron contentos con la idea de salir con Zac, muy a pesar de su trabajo. Comenzaron las típicas platicas de hombres; política, futbol etc. Y ahora estoy tranquila metida en las cobijas, con un momento de paz para escribir mi novela. Mis deditos parecen poseídos y se mueven sin ton ni son, como si tuvieran magia, además actualizo mi blog y contesto algunos mensajes de personas que preguntan sobre mí y mis historias. Me siento tan inspirada que escribo una columna de los tabúes que existen en las relaciones, de cómo la sociedad puede señalar a las personas sin ponerse a pensar un poco en sus sentimientos y lanzo una pregunta ¿existe algún límite para el amor?




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