Dlv (devuélveme la vida) (libro I)

Huida

Las horas pasaron y pasaron y no hubo respuesta, ni llamadas, nadie llegó. Solamente silencio, un silencio ensordecedor que me duele mucho más al no saber qué está pasando allá afuera. Posiblemente Anastasia ya sabe que me enamoré de su hijo, quizá me está odiando, o tal vez quiero ser tan positiva como para pensar que Ariel logró convencer a su padre de que nos queremos y que esto que sentimos comenzó a surgir incluso sin que nos diéramos cuenta.

Ya no sé qué pensar. Dormí algunas horas y ese tiempo el dolor se calmó en mi cuerpo y alma, pero en el momento en que abro los ojos y me doy cuenta de la realidad todo ese dolor regresa. Suspiro y me levanto de la cama, reviso mi celular, pero no hay nada, ni siquiera una llamada perdida de él, solo de Sara preguntándome por qué no fui a clases y como sigo después de lo de ayer. Yo solo quiero hablar con Ariel, pero no me atrevo a mandarle por lo menos un mensaje, tengo tanto miedo de lo que pueda pasar que mi corazón no se ha podido calmar y sigue latiendo demasiado rápido.

Me levanto de la cama y al abrir la puerta Ian está aquí, casi queriéndome matar tan solo con su mirada. Tiene la mandíbula muy tensa y ha estado llorando, pero ¿Dónde está Ariel? ¿Y si me equivoqué y quien convenció a alguien fue Ian a Ariel para que me deje? No lo veo en el pasillo ni en ningún lado, quiero salir a buscarlo, pero Ian me obstruye el paso.

—¿En dónde está Ariel? —pregunto.

Camina presionándome para que yo retroceda, y lo hago.

—En este momento vas a empacar tus cosas y te iras de mi casa, ya hablé con tu padre y yo personalmente te llevaré de regreso a tu casa.

Rápidamente me niego.

—No voy a irme.

—¿No? ¿estás segura? Si no te largas de mi casa iré con Anastasia y le diré con qué porquería me encontré en la cocina esta mañana. Te abrí las puertas de mi casa, te ayudé, te traté como una hija y tú solo te atreviste a seducir y meterte en la cama de mi hijo. Eres una maldita ingrata, pero no más. Te espero abajo, y por favor no tardes.

No me deja ni siquiera replicar ni defenderme, se larga de la habitación tan enojado que golpea la pared bajando las escaleras. Agarro mi celular y me quito el miedo, le marco a Ariel y rezo para que me conteste, los segundos se me vuelven eternos, primer tono… segundo tono…

—Emma —contesta al fin.

—Ian me quiere llevar de regreso a casa en este momento.

—Eso si yo lo permito, tranquila mi amor.

Cuelga y suspiro, golpeo el celular sobre la palma de mi mano y mi inseguridad crece al no saber si debo recoger mis cosas de esta habitación o esperar a que Ariel llegue y lo impida. Él me dijo que me tranquilizara y eso voy a hacer, me cambio de ropa porque ni siquiera me he podido quitar la pijama y cuando lo hago me siento en la cama a esperar, estoy atenta al celular por si Ariel llega a marcar. No sé en dónde está, pero ya sea que esté en la escuela o en su casa no debe tardar mucho. Me hago tonta y hago tiempo para que él pueda llegar, pero Ian grita desde abajo que me dé prisa y aprieto los ojos.

Vamos mi amor, por favor date prisa. Todo mi cuerpo tiembla, como si la temperatura se hubiera bajado y estuviera muriendo de frio. Ian decide subir y golpea en la puerta haciéndome brincar.

—Te dije que te dieras prisa.

Me agarra del brazo y me arrastra a la puerta, yo pongo toda la fuerza que mi cuerpo me permite, pero no logro nada, él me lastima la muñeca.

—Por favor Ian, no hagas esto.

—Te quiero fuera de mi casa, no voy a permitir que destruyas a mi familia.

—Esa no es mi intención.

Logra sacarme de la casa, abre la puerta de la camioneta y me mete a la fuerza, pero yo abro la otra puerta disponible y me salgo. Está enloquecido, jamás pensé que lo vería de este modo y que me trataría así. Anastasia me lo dijo, cuando Ian se enfada es igual a Ariel. Lastimosamente no logro llegar muy lejos, solo hasta la reja. No le importan mis suplicas ni mi llanto, me jala tan fuerte que siento como si mi brazo se fuera a desprenderse de mi cuerpo.

Antes de que logre meterme de nuevo al vehículo siento que alguien me agarra del abdomen y me empuja. Es Ariel, por fin ha llegado y me pone detrás de él.

—¿Qué diablos estás haciendo? —grita.

—Intento proteger a mi familia.

—¿Con violencia? Eso no fue lo que me enseñaste, te estas comportando como un animal.

Jadeo cuando Ian le da un puñetazo a Ariel justo en la mandíbula, no, no, ¿hasta dónde llegamos? Ariel no se queda quieto y se lo devuelve. Su padre mira hacia el suelo y se limpia la sangre que sale de su labio.

—Quiero ver la cara de tu madre cuando sepa la estupidez que estás cometiendo.

No puedo seguir viendo esto, no puedo permitir que esto continúe.

—¡Basta! —grito, empujo a Ariel y voy hacia la camioneta—. Está bien, si lo que quieres es que me vaya así será.

—Emma, deja que solucione esto con mi padre. No te metas.

—Todo va a estar bien, recuérdalo. Siempre estaremos juntos.

Me agarra de la mano, pero lo suelto, quiere detenerme, pero estoy tan cansada que ya no quiero seguir peleando. Me meto a la camioneta y pongo el pasador.




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