Doble Equipo

Fuerza Blanca

Por otro lado, en el departamento de policía seguía la investigación sobre el robo del banco.

—¿Escuela Verde? ¿Crees que voy a gastar tiempo y recursos para ir a investigar en una escuela de adolescentes? —preguntaba Ernesto, estando en junta con su equipo.

—Puede que esa tarjeta se le haya caído a algún padre de familia que trabaja en el banco —supuso Bastián.

—Error. Ya investigamos a todos los empleados y ninguno tiene hijos en esa escuela —comentó Karla.

—Podría estar considerando inscribir a su hijo o hija en estos días, era una tarjeta promocional.

—Por favor, Bastián. Sé que quieres tener la razón en todo, pero es tan incoherente. Hemos estado buscando información y el banco ha colaborado con nosotros, no hay nada más.

—Lo que sucede es que a ti te molesta que se trate de una mujer —respondió el mencionado—. No soportas la idea de que haya sido más hábil que nosotros.

—Admites que es más hábil, ¡vaya! ¡Qué sorpresa! Creí que nadie te ganaba —respondió Karla.

—Debemos aceptar que esta vez nos ganó. Jamás se nos había escapado alguien así, ni siquiera la Organización Criminal se salvó de nosotros.

—Recuerdo cuando hicimos el ataque, ¡fue épico! —comentó Eduardo, mirando a su compañero Damián.

—¡Ustedes! ¡Inútiles! Norbert quiere verlos después de esta junta —Ernesto les llamó la atención.

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El Dúo Perfecto, que forma parte del equipo Fuerza Blanca, solía trabajar aparte por los desacuerdos que había. Aunque eso no quitaba el hecho de que cuando este equipo tenía a sus cuatro integrantes en un caso, era completamente invencible. Eduardo y Damián salieron de la oficina de Ernesto.

—Aquí esta su café —Nadia se acercó a Eduardo.

—Esta vez el café es para llevar, vamos a salir —anunció, haciendo que la secretaria regresara a la cafetería a pedirlo en un envase desechable.

Después de recibir su preciado café, ambos subieron a su auto.

—¿Por qué tratas así a Nadia? Es linda —decía Damián mientras manejaba.

—No la traté mal… ¿de qué estás hablando?

—Deberías invitarla a salir.

Eduardo soltó una risa.

—No te niego que es muy hermosa, pero… yo ya tengo novia. Deberías saberlo.

—Es imposible que te crea, nunca la he visto. ¿Por qué no me la has presentado? Si es que existe.

—Porque no quiero involucrarla en esto de los asuntos policiacos.

—¿Eso quiere decir que no le has dicho que eres parte de la Fuerza Blanca? ¿Por eso no quieres salir en televisión ni en notas?

—Exacto. No quiero que alguien quiera vengarse y use a mi novia para ese fin. Como en las películas…

—Buen punto.

Llegaron al ayuntamiento. Fueron recibidos por una secretaria, quien los condujo hacia la oficina de Norbert.

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Mientras tanto, Yumiko comenzó a hablar…

—La Organización Criminal operaba bien durante 12 años hasta que un infiltrado nos tomó por sorpresa. Bastián Goldschmit aparentaba ser un mercenario muy habilidoso. Antes de reclutarlo pasó por todas las pruebas, era imposible que nos traicionara. La Fuerza Blanca era un equipo que se construía desde la oscuridad y comenzaron a imitar nuestras tácticas… En ese tiempo yo estaba en entrenamiento bajo la supervisión de mi hermano mayor, Katsou. No sabía mucho sobre el tema. Lo único que sabía era que debía mantenerme a salvo.

—Los atacó desde adentro… —murmuró Poulett.

—Sí. Quedamos expuestos… y lo más curioso es que jamás se atrevió a culpar al Alcalde Guionette.

—¿A culparlo? —preguntó Tania, sorprendida.

—Él estaba de acuerdo con todo lo que la Organización Criminal hacía con tal de seguir en el poder.

Esta confesión impactó a las mujeres por igual. Se miraban muy confundidas…

—Desde sus comienzos, la Organización Criminal lo apoyó y lo llevó al puesto que tiene. También se aplicó la Ley de Herencia. Todo fue planeado. Nosotros negociábamos con él la paz en la ciudad a cambio de tomar las decisiones.

—¡No puedo creerlo! —exclamó Lizeth— ¿Y eso incluye el cambiarle el nombre a la ciudad?

—Sí… todo debía estar bajo un nuevo régimen. El siguiente paso del plan era hacer que su hijo tomara la alcaldía, pero ahora… es imposible.

—¿Por qué? La Ley de Herencia sigue vigente —comentó Tania.

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Norbert estaba en el escritorio, trabajando en la computadora. Levantó la mirada cuando vio al Dúo Perfecto tomando asiento. Se ajustó los lentes antes de hablar y cerrar la laptop, haciendo una pausa.

—¿Para qué querías vernos? —preguntó Eduardo.

—¿Nos extrañas?

—Solo quiero que sepan que acabo de contratar a dos guardaespaldas —informó, no muy amigable.

—¿Para qué? Nos tienes a nosotros.




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