Doble Equipo

Un Encuentro Casual

Norbert se fue de la estación, dejando un ambiente muy encendido. Karla y Bastián no estaban de acuerdo.

—Pero… ¿Qué le pasa? ¿Cómo puede llegar a esa conclusión? —se quejaba la mujer— ¿Está poniendo en duda nuestras capacidades?

—Es como si nos quisiera decir que alguien invisible robó el banco, como un fantasma —decía Eduardo.

—Tiene sentido —intervino Damián—. Cuando analizamos la tarjeta para ver las huellas dactilares no apareció ninguna coincidencia.

—La persona que lo hizo ocultó muy bien su identidad.

—Las personas —corrigió Karla.

—¡Como sea! —reclamó Damián.

—¡No me grites!

Bastián guardaba silencio. Se retiró para ir a su oficina individual.

—¿Se le ofrece algo? —preguntó Nadia, al ver que se acercaba.

—Comunícame con el Alcalde Guionette —pidió—. A mi línea personal.

—Enseguida.

.

La llamada comenzó.

—¿Qué sucede? ¿Por qué me hablas después de mucho tiempo? —preguntaba el alcalde.

—Necesito saber qué demonios está pasando. Hace poco alguien robó el Banco Central y lo hizo tan bien, que no hemos encontrado nada. ¿Sabes algo de eso?

—Oye, Bastián. Yo ya no formo parte de la Organización Criminal, si es lo que estás pensando. No sé nada.

—No te estoy acusando. Solo quiero que cooperes.

—Sé que estoy en deuda contigo por salvarme de la cárcel, pero de verdad no sé nada. Donovan ya no me ha contactado desde el ataque.

Era decepcionante no encontrar ninguna respuesta, Bastián no sabía qué hacer.

—Además… —dijo Guionette— …Donovan no necesita dinero. Es muy raro que robe un banco.

—Podría hacerlo para distraernos, puede que esté planeando algo. No creo que se quede de brazos cruzados después de lo que le hice.

—Sí, pero las posibilidades son muy bajas. Ya no queda nada de esa organización.

—¿Y qué hay de Santiago? Podría tratarse de sus súper experimentos.

—Eso tampoco es una posibilidad. Donovan siempre pensó que los experimentos de Santiago eran una pérdida de tiempo. Nunca le dio el reconocimiento, solo lo tenía para encargarse de las armas.

—Podría estar tan desesperado… que confiaría en sus experimentos.

.

En la Escuela Verde, las clases transcurrían de un modo normal.

—Hablas muy bien el español para ser extranjero —decía Lizeth.

—Llevo tiempo viviendo aquí —respondió Yim—. Cuando me enteré que uno de los mundiales sería en México, un amigo y yo nos propusimos a aprender español en un año.

—¿En serio? ¿En un año?

—Sí. Después, mi hermano mayor dijo que le gustaba esta ciudad y que viviríamos aquí.

—Pero dijiste que eras un estudiante de intercambio.

—Al principio. Ahora ya vivo aquí.

Estaban en el descanso cuando alguien llegó al salón y los sorprendió…

—¡A ti te estaba buscando! —acusó.

Lizeth, Yim y Hyun, quien estaba escuchando la conversación, miraron a la persona que se aproximaba a sus lugares.

—¿Quién eres tú?

—Sal. Tenemos que hablar en privado.

—Ni siquiera te conozco —la mujer estaba confundida—. ¿Ustedes saben quién es?

Yim y Hyun negaron moviendo la cabeza.

—Debemos hablar, Lizeth.

Al escuchar su nombre, decidió salir sin hacer más preguntas. Eso era muy raro. Salieron al patio que estaba detrás del salón. El ‘joven’ que vestía el uniforme de esa escuela estaba acompañado de dos personas más.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Nosotros sabemos todo —respondió Spencer.

—¿Quiénes son ustedes?

—Mi nombre es Spencer, y mis compañeros, Baruk y Jung.

Los mencionados también llevaban el uniforme.

—Queremos retarlas. A ti y a tus amigas.

—No sé de qué me estás hablando.

—Bien, trataré de ser breve, nosotros también estamos ocultos en esta escuela.

La mujer se confundió más.

—Somos el equipo de Santiago. El científico de la Organización Criminal. Sabemos quién eres tú. Tus compañeras se llaman Poulett y Tania.

—Ahh… ahora entiendo por qué saben de mí.

—No te preocupes, guardaremos el secreto —intervino Baruk—. A mí me gusta venir a la escuela. ¿Sabían que yo no tuve educación escolar porque quedé huérfano muy joven?

—Cállate, Baruk —pidió Spencer—. Diles a tus amigas que queremos enfrentarlas para ver qué equipo es el mejor.

—Pues a mí no me molesta. Digan cuándo y en dónde —respondió Lizeth.




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