Las cosas iban marchando bien para Poulett, quien llegó esa noche al departamento con una gran sonrisa. Tania estaba muy pensativa en lo que Eduardo le había dicho, no quería creer que se trataba de ese Eduardo que era parte de la Fuerza Blanca. Lizeth, igual, pensaba en su situación.
—Chicas, no se imaginan… Bastián es muy difícil. Tuve que salir con el cuento de que solo quería ser su amiga. Ay, pero lo vale, es muy sexy. Mientras sigamos en contacto, puedo ir poco a poco.
No recibía respuestas.
—Oigan, ¿Qué les pasa? ¿No les da gusto que me haya ido bien?
—Ay, perdón. ¿Qué decías? —preguntó Lizeth.
—Que me había ido bien. ¿Sucede algo?
—No… es que… me quedé pensando en el reto del equipo de Santiago.
—¡Por favor! Ese reto ya no será. En cuanto Donovan sepa que andan husmeando en nuestra información, los castigará.
—Pero, ¿Qué tipo de castigo crees que les ponga?
—No lo sé. ¿Matarlos?
—¿De verdad? —Lizeth se puso pálida al saber que existía esa posibilidad.
—No te preocupes tanto por ellos. Deberías estar tranquila, así nadie te descubrirá.
—Sí… es cierto.
—A mí me parece que necesitas salir con alguien. Tania ya tiene a su novio y yo estoy tratando de conquistar a Bastián. ¿Qué hiciste durante el tiempo que salimos? Te quedaste sola aquí, ¿encerrada?
—No, salí a dar una vuelta. Quería comprarme ropa —respondió, naturalmente.
—¿Quieres que te presente a alguien?
—No. No me interesan las citas. ¿No te parece que es muy arriesgado que tengamos citas? Sea quien sea… pueden preguntarnos a qué nos dedicamos y todo eso.
—Puede ser que tengas una aventura o una relación temporal. Lo mío con Bastián será pasajero. Si me descubre, cambio las cosas a mi favor —respondía Poulett.
—¿Cómo?
—Le puedo decir a Donovan que estuve cerca de él para obtener información… Mmm… no es mala idea. De verdad podría obtener información mientras me divierto.
Lizeth no podía creer esto, pero tampoco le pareció tan descabellado. Ella podría hacer lo mismo.
—¿Y a ti qué te pasa? —Poulett se dirigió a Tania.
—Me quedé pensando en lo que dijo Lizeth. Creo que es muy arriesgado tener novio en estos momentos —declaró.
—¿Vas a terminar con Eduardo por eso? ¿No lo amas? ¿Cuánto llevan de relación?
—Llevamos 1 año… no mucho.
—Ah, por eso no lo amas —supuso Poulett.
—Sí lo amo —respondió Tania—. Me he puesto en contra de mi familia por él.
—Bueno, no deberías dejarlo —aconsejó Poulett—. Te aseguro a que él nunca sabrá de la Organización Criminal.
Tania no respondió a eso.
—Chicas, creo que ustedes están siendo muy paranoicas. Ni siquiera hemos empezado a trabajar para Donovan y creen que cualquiera puede venir y descubrirlas.
—No es eso, solo me siento mal por mentirle a Eduardo.
—Si a él no le gusta, habrá quien sí te quiera como eres —añadió Poulett—. Mira, es probable que encuentres a un hombre que sepa tu verdadera identidad y, aun así, te pida salir. A eso yo le llamaría ‘interés verdadero’. Cuando encuentres a alguien así, no lo dejes ir por nada del mundo.
Lizeth quedó atenta a estas palabras.
.
Al día siguiente. Hubo reunión matutina en la Organización Criminal, Donovan mandó llamar a las chicas. Estaban presentes afuera de su oficina.
—Donovan quiere que se enfrenten al equipo de Santiago —informó Yumiko.
—¿Qué? Creí que eso del reto ya no pasaría.
—Ahora mismo lo están discutiendo en su oficina.
Mientras tanto, en el interior…
—No puedo creer que tus experimentos sean unos imbéciles, ¿Qué hacen en la Escuela Verde? ¿Por qué andan abordando a una de mis chicas?
—Les pedí que fueran discretos, ellos solo quieren medir sus habilidades. ¡No les has dado la oportunidad!
—Yumiko me informó que Norbert se presentó en esa escuela. Justo después de que tus chicos se inscribieran.
—¿Estás insinuando que mis muchachos dijeron algo?
No hubo respuesta.
—Para empezar, ya los hubieran encerrado. Además, me parece estúpido que tu chica quiera jugar a ser estudiante. Ella es la que llama la atención.
—Bien. Si quieres demostrar las habilidades de tu equipo, se enfrentarán a ellas. Ahora.
—No podía estar más de acuerdo.
Se abrió la puerta de la oficina. Santiago llamó a su equipo. Yumiko recibió la orden de preparar el cuarto de batalla.
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Llegaron a ese cuarto, que tenía el suficiente espacio libre para pelear. Las chicas estaban intrigadas, ¿Qué tipo de habilidades tendrían esos tipos? Esperaron en la cancha libre y los miraron entrar. Spencer, rubio y alto, liderando al equipo. Baruk, usando grandes lentes negros y mostrando una sonrisa. Jung, el más bajo de los tres, pero de estatura promedio al resto de los presentes. Sin ninguna expresión. Caminaron hasta quedar frente a frente a sus rivales.
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Editado: 23.09.2025