Doble Equipo

Riesgos

A pesar de que en su cabeza tenía dudas sobre esa relación, en su corazón sentía algo muy especial por él. Después de besarse, continuaron hablando.

—¿De verdad soy la indicada?

—Sí, ¿Por qué lo dudas?

Lizeth dejó de abrazarlo, se alejó un poco.

—No lo sé… salvé tu vida, ¿sabes? Querían los planos para poner una bomba en tu casa.

—No tenía idea. Solo le ordené a Private que te entregara cualquier tipo de información que le pidieran. Él sabe todo de mí.

—Ya veo.

—¿Crees que te estoy seduciendo para tener un escudo? ¿Es eso lo que piensas?

Ella no respondió.

—De verdad me gustas, Lizeth. Yo no jugaría así de sucio.

—Tú también me gustas —declaró ella—. Y no quisiera salir lastimada después de… cuando tenga que pasar, lo que tenga que pasar.

—Todo va a salir bien, la Organización Criminal quedó vulnerable después del ataque de Bastián. Tú estarás bien, yo estaré bien. Vamos a superar esto.

—Eres muy optimista.

—No. Estoy preparado para lo que venga y voy a ganar.

.

Al día siguiente. Las clases estaban a punto de comenzar. Spencer, Jung y Baruk siguieron a Tania. La chica llegó al colegio de señoritas y tomó sus clases con normalidad. Finalizó la jornada. Las mujeres iban saliendo poco a poco.

—¿Crees que el novio venga a verla? —preguntó Baruk, mirando por los binoculares.

—Si no viene, puede que se encuentre con él en algún sitio.

La siguieron con los binoculares. Todo parecía en orden, hasta que…

—Hay un auto ahí.

Tania se acercó al auto y subió en el lado del copiloto. En efecto, era Eduardo el que conducía. La recibió dándole un beso. Los chicos no pudieron identificarlo debido a que se encontraban en el interior del auto. Solo veían que se trataba del novio.

—Tiene arriba los cristales, así no sabremos quien es —se quejó Spencer.

—Hay que seguirlos, se tienen que bajar en algún lugar.

Subieron a su auto y los tres rápidamente se acomodaron para ponerlo en marcha, antes de perder su objetivo. Spencer iba manejando.

.

En la estación de policía.

—Así que trataron de robar los planos de tu casa, pero fracasaron —decía Bastián.

—Sí. Y si no hubiera tenido todo controlado, ya estuviera muerto. Ustedes no se dieron cuenta de nada.

Karla y Damián también estaban presentes.

—No somos tus niñeras, Norbert —habló la mujer—. ¡No nos jodas!

—Solo vine a ponerlos al tanto. Puede que el siguiente movimiento sea con ustedes.

—¡Ja! ¿Ahora eres adivino? —se burló Damián.

—Private descubrió un dato muy interesante sobre la novia de Eduardo —respondió Norbert—, por cierto, ¿Dónde está?

—Fue a ver a su novia, precisamente —respondió Bastián—. ¿Qué clase de dato?

—Puede ser peligrosa.

Karla y Damián comenzaron a reír.

—Es una mujer común y corriente, ¿Qué clase de peligro representa? —preguntaba Karla.

—Me parece que te has vuelto muy paranoico. De verdad necesitas salir con alguien. ¿Por qué rechazaste a Nadia? Es una mujer muy hermosa.

—Ya están advertidos.

Norbert se levantó del asiento y caminó hacia la salida. Bastián consideró tomar en serio esas palabras, mientras que Damián solo reía con su compañera.

.

Bastián se alejó de sus compañeros y entró a su oficina. Pensaba y pensaba. Recordó el rostro de Tania cuando se la presentaron en la fiesta. A simple vista se veía que era una mujer muy dulce y buena. Sin embargo, como policía especial no podía dejarse llevar por la apariencia. Le llegó otro recuerdo a su mente: el día en que conoció a Poulett. Ese día en el que la mujer chocó su auto contra el suyo, ella venía acompañada de otra mujer, con el característico cabello ondulado y peinado de dos colas hacia abajo. Era el mismo peinado que llevaba Tania en la fiesta. Le parecía que era mucha coincidencia, pero con la advertencia recibida, no descartaba cualquier posibilidad. Tomó su celular y le llamó a Poulett. Le pidió que salieran esa noche, con el fin de averiguar más.

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Eduardo y Tania se detuvieron en una cafetería. Bajaron del auto en el momento que el trío llegó. Quedaron impresionados al saber que se trataba de Eduardo. Spencer y Baruk lo identificaron por la misión del secuestro de Norbert.

—¡Lo sabía! —exclamó Spencer al golpear el volante— Sabía que el novio de Tania nos saboteó.

—Más bien tú querías que eso pasara —comentó Jung, desde el asiento trasero.

—Sí, de esa forma Donovan se encargaría de él y así, Tania quedaría libre para salir contigo —agregó Baruk.

—¡Cállense! Ustedes no saben nada. Es el destino el que hace estas cosas.




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