Poulett estaba molesta por la decisión de Donovan, pero más molesta al ver que Dennis se le acercaba. No había punto de comparación entre él y Bastián, era todo lo contrario. Flaco, con el cabello alborotado sin peinar, no parecía tener más de una neurona…
—No te acerques a mí, tengo novio —respondió secamente.
—No importa, no soy celoso.
—Típica respuesta de un imbécil —agregó.
Spencer sonrió al ver esto.
—¿Ven? Es mejor que trabaje con las chicas —le comentó a su jefe Santiago.
—Espere un momento —habló Tania al escuchar a Spencer—. Jefe, ¿eso significa que el equipo Irradiante no cumplió con la misión? Deberían tener un castigo por no cumplir, ¿Por qué no asigna a Dennis en su equipo?
A Spencer se le borró la sonrisa. Jung y Baruk le lanzaron una mirada asesina.
—Es verdad… Es mejor que ellos se encarguen de Dennis.
Donovan encendió su puro y regresó a la oficina, donde Yumiko llegaba a dejarle el café. Ya nadie podía quejarse, el jefe se había retirado como señal de que el tema estaba cerrado.
—¡Gracias! —Poulett se dirigió a Tania.
—Descuida, sé lo que se siente que un idiota ande así.
Las mujeres mostraron una sonrisa de triunfo y se retiraron. Lizeth las siguió, sin la misma actitud, ya que ella seguía impresionada. Spencer se molestó mucho.
—Me dan ganas de sacar a la luz esa fotografía —expresó, al golpear la pared.
—A nosotros también, pero es mejor esperar —dijo Jung, molesto.
—Es difícil esa chica, ¿verdad? —Dennis le habló a Baruk.
—Ah… ¿sabes? Cuando una mujer se hace la difícil es porque quiere que le ruegues.
—¿En serio? No lo había pensado. Tienes razón.
Baruk soltó una risa al ver la ingenuidad de su nuevo compañero. Ya no le molestaba tanto su presencia en el equipo al ver que podía divertirse con él.
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Al ser tan temprano la reunión, las chicas se fueron para seguir con sus vidas falsas. Tania alcanzó a entrar puntual, cosa importante en el colegio de señoritas. Poulett regresó al departamento a dormir un rato más, ella trabajaba de noche. Lizeth llegó tarde, pero en la Escuela Verde había tolerancia. Lo de preparar la exposición era verdad, hacía equipo con Yim y Hyun. Ellos se encargaron de todo, ayudando a su compañera diciendo que había colaborado. Terminó la clase. Todo iba tranquilo hasta que hubo un descanso.
—Muchas gracias por encubrirme. ¡No tienen idea de cuánto me ayudan! Son los mejores amigos —decía ella.
—De nada. Nos gusta ayudar —respondió Yim—, pero creo que Hyun está en problemas por eso.
—¿Qué? ¿Qué sucedió?
El mencionado suspiró y comenzó a contar lo que había sucedido el día anterior.
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—Habla Poulett, soy su amiga.
—Ah, ya veo… eh, Lizeth no puede contestar ahora.
—¿Por qué? ¿Está en el baño?
—Sí… acaba de entrar. Puedes dejarle un mensaje, si llamas a este número es porque se trata de una emergencia —decía Hyun, recordando las indicaciones.
—No, no… no hay ninguna emergencia. Solo quería saber dónde estaba, no me contesta en el celular y tuve que marcar a este número.
—Entiendo, de cualquier forma, le diré que llamaste.
—Sí, está bien. Adiós.
Hyun colgó. Aliviado de que Poulett le haya creído que Lizeth estaba en su casa. Sin embargo, no tomó en cuenta algo. Karen se acercó.
—¿Estás encubriendo a alguien? ¿De qué se trata?
—No, no es eso. Solo es un favor que le estoy haciendo a una amiga.
—¡Ja! A una ‘amiga’ —respondió con tono molesto.
—Sí. ¿Te molesta? —preguntó, tranquilamente.
—No, claro que no. Puedes hacer lo que quieras —dijo ella, al retirarse.
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—Parece que fue mala idea invitar a Mayte y a Karen a hacer el trabajo —dijo Yim, riendo un poco.
—Otra vez te causé problemas con tu novia… ¡no puede ser! —se lamentó la mujer.
—No es mi novia. Creo que no me conviene seguir saliendo con ella, es muy celosa —decía Hyun.
—No, no. La entiendo… créeme. Todas las mujeres somos celosas alguna vez, sobre todo en este caso. Yo les estoy pidiendo que me ayuden y ustedes lo hacen sin hacerme preguntas. ¡Los adoro por eso! Pero… es normal que ella se ponga así si no le das respuestas congruentes.
—Pero a Mayte parece no importarle —respondió.
—Eso es porque tú estás cubriendo a Lizeth —intervino Yim—. Primero fue lo de la cita y ahora la llamada en tu casa. Mayte no dice nada de mí porque no tiene razones.
—Tiene sentido… A la próxima te toca a ti.
Yim sonrió.
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Editado: 23.09.2025