Doble Equipo

Fuegos Artificiales

Private llegó a la casa de Norbert. Entró a su estudio, él estaba trabajando en la computadora. Private no dijo ni una palabra. Observó su escritorio, había una botella y un vaso usado, lo que le indicó que estuvo bebiendo la noche anterior o… toda la noche a juzgar por su apariencia descuidada.

—¿Qué quieres? —preguntó, sin mirarlo.

—Tomé fotografías de los asistentes en la fiesta de Bastián. Pude identificar a Spencer, Baruk y Jung, el equipo de Santiago.

—No es relevante —siguió trabajando, pero se notaban bajos sus ánimos.

—Parece que… Bastián está usando a su novia, Poulett. Karla le colocó un comunicador a su teléfono celular. La van a investigar.

—¡Qué bien! —Norbert dejó la computadora— Les dije que investigaran a Tania, pero es igual.

—¿Qué hacemos?

—Déjalos que hagan lo que quieran. No me importa.

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En la escuela, Lizeth no dejaba de pensar en lo decepcionado que Norbert debía estar. Durante el descanso, sus amigos se acercaron…

—¿Estás bien? —preguntó Hyun.

—No… mi novio cree que lo engaño.

—¡¿Tienes novio?! —preguntó Yim, con sorpresa— No nos habías dicho.

—¿Qué sucedió?

—Fui a una fiesta, me lo encontré y un idiota se me acercó… dijo que éramos novios frente a todos y frente a él.

—Debiste rechazarlo y decir que era mentira —sugirió Yim, rápidamente.

—¡No podía hacerlo! —Lizeth comenzó a llorar.

Los chicos se miraron entre sí, no entendían del todo el malentendido. Sintieron pena por ella.

—¿Por qué no podías aclarar el asunto en ese momento? —preguntó Hyun, después de analizarlo.

—Sí, debiste hacer eso. ¡Qué extraño! —agregó Yim.

.

Cuando terminaron las jornadas escolares, las chicas se reunieron en el departamento. Nuevamente se encontraban comiendo. Poulett mostraba una gran sonrisa…

—¿Acaso soy la única feliz aquí? —preguntó, al notar que sus amigas estaban tristes.

—Voy a terminar con Eduardo —anunció Tania.

El celular de Poulett estaba en la mesa, transmitiendo la conversación.

—¿En serio? Creí que lo amabas.

—Dijiste que todo terminaría con Bastián después de la fiesta, así que lo justo es que yo lo haga también.

—No va a ser fácil terminar con Bastián —comentó Poulett.

—¿Qué? ¿Eso quiere decir que seguirás con él? —preguntó Lizeth, molesta.

—Es que va a ser sospechoso que lo deje así nada más —se excusó.

—Inventa cualquier cosa. Termínalo. Tania va a sacrificarse por el bien del equipo, valora eso.

—Ay, para ti es muy fácil decirlo. Tu novio es parte del equipo de Santiago, no tienes que dejarlo —respondió Poulett, burlándose—. No puedo creer que andes con un idiota. Es lo peor que hemos visto.

—No soy su novia. Ese imbécil se me acercó para darte celos.

—¿En serio? —Poulett soltó una carcajada— ¡Qué estúpido!

Lizeth se molestó demasiado al recordar ese momento.

—¡Cállate y termina con Bastián! —pidió, azotando los cubiertos en la mesa.

—¡No lo haré!

—Dijiste que podías dejarlo. Criticaste a Tania por amar a Eduardo y dijiste que ella podría traicionar a Donovan. Parece que vas a ser tú la traidora.

—¡Oye! —la mujer se molestó— ¡Retira lo dicho si no quieres que te deje sorda!

—¡Aunque me quede sin oído, puedo romperte la cara!

Lizeth y Poulett se levantaron de sus sillas.

—Chicas, por favor —Tania intervino—. No importa si Poulett quiere seguir con Bastián, yo terminaré a Eduardo. Quiero hacerlo antes de que sepa que somos enemigos…

—¡No es justo! —Lizeth fue incapaz de mencionar que ella también estaba sacrificando su relación, tuvo que tranquilizarse— Simplemente, no es justo.

Se retiró. Salió del departamento. Poulett tomó asiento.

—¿Qué le pasa a Lizeth? Se lo tomó muy personal.

Tania solo miró a su compañera, sabiendo la razón y guardando el secreto.

—Y… ¿Cuándo le dirás?

—Lo veré en la noche, cerca de la feria.

.

Bastián y Karla escucharon la conversación en la estación de policía.

—Donovan… ¿eh?

—Esas mujeres trabajan para él… ya tenemos el caso del banco —dijo Karla.

—Todavía no tenemos pruebas, pero todo parece indicar que fueron ellas —apoyó Bastián.

Ambos se miraron y, minutos más tarde, reunieron al equipo. Damián y Eduardo estaban en la oficina personal de Bastián. Nadia entró, llevando el café. Después de dejarlo, Bastián le pidió que saliera y cerrara la puerta. La mujer obedeció.




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