Doble Equipo

Engaños

Karen iba decidida a hablar. Se acercó a Lizeth, Yim y Hyun, quienes guardaron silencio cuando la vieron.

—¿De qué están hablando? —preguntó ella, siendo natural— Se alejan de todo el mundo, ¿acaso tienen secretos?

Se miraron antes de contestar. Karen miró a Lizeth detenidamente, cosa que no había hecho antes.

—Eres muy alta para ser de preparatoria —comentó.

Lizeth se puso un poco nerviosa, pero rápidamente entendió de qué se trataba todo. La joven estaba celosa y le molestaba demasiado que estuviera con Hyun. Mostró una sonrisa.

—Sí, es que soy más grande —respondió—. Yim, vámonos de aquí.

El joven hizo caso. Lizeth y Yim se alejaron. Era el momento perfecto para hablar a solas con Hyun. Se miraron.

—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó ella, siendo directa.

—Es un secreto, no te lo puedo decir —respondió él, tranquilamente.

—¿Un secreto? ¿Tienes secretos con ella? —Karen se indignó— ¿Qué clase de relación tienen?

—No tenemos ninguna.

—¡Mientes! Te escuché cuando dijiste que estabas con ella.

—¿Qué? ¿Estabas espiando?

—¿Te molesta? La que debería de estar molesta soy yo. No eres claro conmigo, ¿sabes? ¡Dime de una vez que sucede aquí!

—No. ¡No te diré nada! No lo comprenderías.

—¿Ahora crees que soy estúpida? —la chica se molestó más por no obtener una respuesta— ¿Cómo que no lo entendería? ¿Qué te pasa? Deberías hablarme con la verdad si pretendes salir conmigo… Claro… si realmente quieres salir conmigo. Dime de una vez si… ¡Ahh!

Se interrumpió al sentir un fuerte dolor.

—¡Karen! ¿Estás bien? —se acercó a ella al verla quejarse.

—¡Estoy bien! No te acerques —pidió, molesta y avergonzada… «¡Maldición! ¿Por qué me tuvo que pasar ahora?» Pensó.

—¿Dices que estás bien? Yo no lo creo.

—¡No te voy a decir qué me pasa!

La chica intentó huir, pero él sostuvo una de sus manos. Karen no lo podía creer, se moría por el dolor de cólicos en el momento menos oportuno. Su valentía para saber la verdad desapareció en un instante y ahora estaba muy avergonzada.

—Oye, si quieres saber si de verdad me importas… al menos no me mientas cuando te pregunto si estás bien. Es evidente que algo te pasa —decía él.

Se miraron. Ella bajó la mirada. Él esperó una respuesta, pero nada.

—¿Quieres que te lleve a la enfermería?

—¡No! ¡No me quiero mover de aquí!

Se quedó confundido con esa respuesta. ¿Qué demonios estaba pasando? Simplemente, no entendía nada.

.

Por otra parte, Eduardo marcó al número de celular que tenía de su ex novia. Esperaba que no le contestara, pero sucedió. Tania respondió la llamada. Salió del edificio donde se escondía la Organización Criminal.

—¿Hola?

—Tania… es bueno volver a escucharte.

Sintió mucha tristeza al reconocer la voz de Eduardo.

—¿Cómo estás? —preguntó él.

—Bien. ¿Y tú?

—Sigo confundido por lo que aquella vez… quisiera que nos viéramos para hablar.

—No… Eduardo, no puedo. Ya no podemos vernos… —dijo, con los ojos llorosos.

—Solo quiero que las cosas queden bien entre nosotros. Entiendo que no tengas otra opción… yo también te mentí. Debí haberte dicho que trabajaba para la Fuerza Blanca.

Tania suspiró.

—Por favor, quiero verte. Aunque sea por última vez.

—Está bien. ¿A qué hora y en dónde?

Se quedaron de ver. Tania colgó rápidamente, temiendo que alguien la estuviera escuchando. Estaba sola en ese momento. Sabía que no debía encontrarse con él, pero su corazón le decía que quería verlo una vez más.

.

Lizeth fue hacia la cafetería cuando dejó a Yim con Mayte en el salón. Ahí se encontró con Spencer, Baruk y Jung. Cuando los vio, le dio tanto coraje, que quería golpearlos. Se tranquilizó y tuvo que actuar como si nada pasara.

—Ustedes, ¿Qué hacen aquí? —les preguntó.

—Seguimos con la vida falsa. Es divertido venir a la escuela —respondió Spencer, sentado en una de las mesas de la cafetería.

—Solamente vienen a comer a la cafetería, al menos hagan que estudian.

—Lizeth… ¿Por qué el mal humor? —preguntó Baruk— Deberías estar muy feliz, eres parte del equipo Irradiante.

—Sí, ahora no solo tenemos a Dennis, también te tenemos a ti —añadió Jung.

—Claro. Debería estar feliz. Y… díganme, ¿Cómo atacaron a Norbert? —se sentó con ellos, podría sacarles información valiosa.

—Lo golpeamos.

—Y lo torturamos —dijo Jung.

Lizeth mostró una sonrisa forzada.

—Me refiero a cómo fue que se acercaron a él. Tenía entendido que sus guardaespaldas eran muy buenos.




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