Franco y Phillip estaban heridos, pero podían ponerse de pie, ya que solo habían recibido un ataque. Al ver que Jung se sentaba en el sillón, se tranquilizaron un poco. No tenía intención de matar a Norbert. Aprovecharon para curarse las heridas, no sin estar al tanto de lo que sucedería.
—¿De qué quieres hablar?
—Santiago dijo que soy un experimento. He estado tratando de saber sobre mi pasado, mi origen, pero… no sé nada. Spencer y Baruk también son experimentos y tienen un origen, ¿Por qué yo no?
—Y… ¿crees que yo debo saberlo? —preguntó, sintiéndose un poco mareado.
—Spencer dijo que tengo tu ADN. Luego, recordé cuando Dennis mencionó que yo podría ser de la familia Guionette. ¿Me conoces? ¿Qué soy de ti?
—¿Qué? Esto es ridículo… no tengo hermanos ni mucho menos hijos.
—Podría ser un hijo ilegitimo de tu padre.
—¿Qué edad tienes?
—No sé, creo que 20.
—Si así fuera, ya lo sabría. A mis 29 años no me he enterado de nada, mi padre está limpio. Créeme, ya lo he investigado.
—Pero… pero… ¿Por qué tengo tu ADN?
—Tal vez te mintieron. ¿Cómo puedes estar tan seguro de que es verdad?
Jung lo miró fijamente. Algo le decía que sí, podría ser verdad, pero no sabía cómo explicarlo. Tuvo que responder de alguna forma.
—Creo que no debería asesinarte.
Norbert lo observó detenidamente. Era un joven de baja estatura para los 20 años que decía tener. Su cabello oscuro y corto se le veía alborotado, como si nunca se peinara. Sus ojos eran negros. Su piel blanca. Usaba lentes de armazón delgado. Aparentemente se veía inofensivo, pero era letal.
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Poulett se levantó del suelo, recuperándose del golpe que recibió por parte de Lizeth. Estaba a punto de irse cuando vio a Baruk entrar al edificio. Le dio mucha curiosidad saber por qué estaba ahí. Lo siguió. Baruk pasó de largo por el cuarto de vigilancia. Tomó el ascensor. Poulett miró los números y supo que se dirigía al último piso, como en el hotel. Rápidamente usó el ascensor de al lado. Baruk salió y caminó hacia la habitación. La puerta estaba abierta, se acercó sigilosamente. Franco le había avisado que Jung se encontraba ahí. Debía entrar con cuidado.
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—Es curioso que te digan que tienes mi ADN —habló Norbert—. Ese Santiago… ahora que lo recuerdo… tomó una muestra de mi sangre cuando me secuestró.
Jung levantó la cabeza, esperanzado.
—Deberíamos comprobar si es cierto —propuso—. En este momento.
Se puso de pie. Phillip se cruzó en su camino.
—No creo que sea buena idea. Además… estás ebrio.
—Tengo que saber si es cierto, puedo tomar ventaja de esto —murmuró.
Jung siguió a Norbert y se dirigieron a la salida. Baruk tuvo que esconderse, ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso Jung estaba obteniendo respuestas sobre su vida? No quiso intervenir para saber que pasaría. Se acercaron al ascensor. Al abrirse, se encontraron con Poulett. Ella los miró y rápidamente se fue contra Norbert. Lo empujó hacia la pared y sacó una navaja.
—Se acabó tu suerte, ahora sí aprovecharé la oportunidad —amenazó.
Él no podía defenderse, fue sometido fácilmente. Poulett acercó la navaja a su estómago. Sonrió, al saber que ella quedaría como la mejor en la Organización Criminal.
—No lo hagas o te mataré.
Las palabras de Jung hicieron que se detuviera. Bajó la navaja y se giró hacia él.
—¿Me estás amenazando? —Poulett mostró decepción en su rostro— Lo estás defendiendo…
—Quiero saber algunas cosas. Así que no lo hagas.
—No puedo creerlo… —la mujer comenzó a reír— ¿Ahora él está de tu parte? —le preguntó a Norbert, quien no hacía ni el menor intento de huir— Sí que sabes usar a la gente. ¡Esto es el colmo!
Franco y Phillip se acercaron lentamente.
—Aléjate, Jung. No te metas en esto.
La mujer volvió a sostener a Norbert contra la pared y le clavó la navaja. Lo apuñaló rápido antes de que alguien más interfiriera. Franco, Phillip y Baruk quedaron impresionados con lo que vieron a continuación. La sangre goteó hasta el piso. Norbert cayó al suelo, con las manos en la herida llena de sangre. Poulett se quedó de pie… la sangre escurría en su cuerpo y sus ojos estaban bien abiertos. Bajó la cabeza lentamente, se tocó el pecho con las manos y lo único que pudo ver fue su propia sangre. Jung le había atravesado un enorme cristal en el pecho. Seguía de pie solo porque él sostenía su cristal.
—Dije que te mataría —pronunció al retirar su cristal y dejarla caer al suelo.
Franco y Phillip reaccionaron y fueron a auxiliar a Norbert. Llamaron a una ambulancia. Temían por su vida. Baruk salió de su escondite para acercarse a su compañero.
—¿Estará bien? —preguntó Jung, sin mostrar ningún sentimiento al respecto.
—Esperemos que sí, se ve que es una herida de muerte —respondió Franco, muy preocupado.
—Bien, cuando se recupere seguiremos con lo que estábamos haciendo.
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Editado: 09.10.2025