No todas las personas se dejaban llevar por los que se manifestaban. Algunos seguían trabajando normal, mirando las noticias y murmurando entre ellos. Dennis salió de la oficina de su papá, limpiándose las lágrimas, dispuesto a seguir con su plan. Norbert también salió. Franco y Phillip lo siguieron. Fue hacia su oficina y se encontró con una sorpresa. Jung lo esperaba.
—Otra vez tú, esta vez tengo cosas que hacer —dijo Norbert al sentarse en su escritorio, tenía que convocar a una rueda de prensa.
—Solo dime cual es mi origen, es todo.
—¿No lo has investigado en otro lado?
—Fui con el Mago Zaid, pero ese tipo está loco… cree en cosas de la magia… solo hizo que alucinara…
Norbert lo miró, dándole toda la atención.
—Escucha, la vez pasada fui muy flexible porque estaba bebiendo. Ahora no me interesa saber de ti o de tu origen. Deberías estar preso por las muertes de Poulett Stein y los vigilantes del edificio.
Franco y Phillip se acercaron a Jung por la espalda.
—Si no me dices nada voy a tener que matarte.
Antes de que Jung iniciara con sus ataques de cristal, los guardaespaldas especiales utilizaron uno de los trucos más sencillos para detenerlo. Lo electrocutaron con unas pistolas eléctricas y quedó inconsciente en cuestión de segundos.
—Llamen a la Fuerza Blanca y que vengan por él. Tengo que limpiar el desastre que mi primo causó.
.
En la estación de policía. Nadia le servía el café a Eduardo.
—¿Puedes creerlo? Dennis volteó todo a su favor —decía él, viendo las noticias en su computadora.
—Sí, es impresionante. Investigó muy bien a su primo y lo puso en evidencia.
—Ahh… no puede ser. Ahora muchos están en contra de Norbert y todo por un romance… bueno, él tiene la culpa, por enamorarse de una chica que trabaja para Donovan.
—¿Crees que debería dejarla? —preguntó Nadia— Puede que Lizeth ya haya renunciado a esa organización, es decir… si ella le dijo que renunciaba, puede que él la haya aceptado así.
—Bueno, si renuncia, ¡claro que vale la pena! Es una chica que realmente sabe de qué lado estar. Por eso jamás regresaré con Tania —bebió de su café.
—Pero… la extrañas.
—Ya la he superado. Ella también me superó. La última vez que la vi, estaba besándose con el tal Spencer.
Nadia quedó sorprendida.
—No deberíamos hablar de ella. En conclusión, si Lizeth renunció a esa Organización Criminal, entonces Norbert eligió bien.
—Entiendo. Hay que estar del lado correcto.
Bastián tocó la puerta de la oficina y la abrió.
—Así que aquí estabas. ¿Cómo es posible que te equivocaras en los documentos del proceso de Lizeth Yong?
Nadia se mostró nerviosa al verlo enojado.
—¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! Me di cuenta hasta que los envié.
—¡Deberías dejar de coquetear y ponerte a trabajar en serio! ¡No puedo creer que seas tan tonta! —exclamó, al golpear las hojas con un mueble cercano.
—Lo lamento mucho —la mujer bajó la cabeza.
—¡Hazlo de nuevo! Y que esta vez, ¡esté bien!
—Oye, Bastián, cálmate —Eduardo intervino—. Me parece excesivo tu regaño. Fue un error de dedo, a todos nos pasa.
—No cuando estás trabajando en un caso importante. ¿Apoyas la mediocridad?
—¡No le llames mediocre!
—Bien, ya no le diré nada. Si vuelve a fallar, la despido.
—No la puedes despedir por eso.
—Te recuerdo, Eduardo, que no es bueno salir con compañeros de trabajo —dijo, antes de salir y cerrar la puerta.
Se quedaron a solas nuevamente.
—Ya me voy, tengo que hacer los documentos.
—Nadia, no dejes que te grite así. Podrá ser el líder de la Fuerza Blanca, pero eso no le da el derecho a que te trate mal.
—Gracias, voy a estar bien.
Se miraron fijamente y fue como si una chispa especial apareciera entre ellos. La mujer desvió la mirada, se dispuso a salir de la oficina, pero antes…
—Si vuelve a gritarte, me avisas. Te defenderé.
—Muchas gracias —respondió, mostrando una bella sonrisa—. ¡Nos vemos!
Se despidió. Salió de la oficina y caminó hacia su escritorio. Se sentía tan bien el saber que él la defendería. «…si renuncia, ¡claro que vale la pena! Es una chica que realmente sabe de qué lado estar.» Suspiró, al recordar aquellas palabras.
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Karla y Damián llegaron al ayuntamiento. Bajaron del auto y caminaron hacia las oficinas.
—¡Por fin ya puedo salir a ver el mundo!
—Recuerda que debes tener cuidado, esa herida no está curada en su totalidad.
Entraron a la oficina de Norbert, donde tenía a Jung amarrado. Franco y Phillip debían sujetarle bien las manos para evitar cualquier ataque de cristal. Usaron un material difícil de cortar, por si acaso.
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Editado: 09.10.2025