Santiago llegó con su equipo a la estación de policía. Entraron. Spencer, Baruk y Tania ya eran caras conocidas y temidas. Santiago entró con pistola en mano. Los policías le apuntaron con sus armas…
—Policías normales… veo que ninguno de la Fuerza Blanca viene a recibirnos. ¿Acaso no somos dignos?
—¡Alto! —gritó un policía.
—Háganse a un lado y no saldrán lastimados.
El policía, que estaba enfrente de Santiago, no dudó en dispararle cuando vio que avanzaba. Baruk se metió en medio de los dos, recibiendo la bala en el pecho. El personal de la estación quedó atónito al verlo sonreír. La bala se le cayó y la herida se cerró con rapidez. Era increíble. Santiago le disparó al policía, viendo que estaba en shock. Todo el mundo se alarmó cuando el oficial cayó al suelo por el disparo. Tania mostró los cuchillos y Spencer también llevaba un arma. Les abrieron el paso. Caminaron hacia el área de las celdas. En el pasillo, se encontraron con Nadia.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó ella, sorprendida.
—Liberaremos a Jung —respondió Santiago—. Ah, quiero que sepas que Donovan ya no está a cargo.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Está muerto. Yo soy el nuevo jefe de la Organización Criminal.
Nadia no lo podía creer. Con razón no había recibido órdenes ese día. Las cosas estaban tan calmadas que parecía que todo iba bien. Los paramédicos se acercaron con la camilla que llevaba a Lizeth.
—Así que la traidora sigue con vida —dijo Santiago, preparando su arma.
—¿Quieres acabarla? —preguntó Nadia— Sería muy cobarde de tu parte hacerlo en ese estado.
Santiago la miró. Reflexionó y siguió caminando hacia la celda de Jung. Spencer, Baruk y Tania lo siguieron. Nadia les indicó a los paramédicos que siguieran con su trabajo. Fueron al hospital. Era más importante encargarse de Lizeth que de aquel equipo.
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Bastián y Private llegaron a la casa de Norbert. El enfrentamiento de Phillip y Franco contra Yumiko y Katsou seguía. Estaban exhaustos, llevaban rato intercambiándose golpes y ninguno cedía. Los cuatro eran especialistas en combate cuerpo a cuerpo. En cuanto los vieron, Phillip habló…
—¡Norbert está en el estudio!
Bastián y Private siguieron su camino, no debían perder tiempo. Bastián había llegado al servicio de mensajería a hablar con Private, pero en lugar de hablar, el informante llevaba prisa. Recibió una llamada de Norbert pidiéndole ayuda por lo mal que se sentía. Llegaron justo a tiempo. Bastián le lanzó un objeto a Dennis, pegándole en las manos y haciéndolo que soltara el abrecartas. Quedó impactado cuando vio que lo amenazaban con un arma.
—¡Quieto! Dennis Guionette estás bajo arresto.
El mencionado levantó las manos en señal de rendición. Private llamó a una ambulancia al instante.
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Eduardo y Damián llegaron corriendo a la entrada de la casa de Norbert. Private había contactado a todos los que pudiera de la Fuerza Blanca. Se detuvieron cuando vieron los combates.
—No puedo creer que estos guardias resistan tanto… —decía Yumiko, muy cansada y con los puños en alto.
—Es porque no somos unos simples guardias… —respondió Franco, mirando a Katsou.
—¡Ríndanse! ¡La Organización Criminal se acabó! —exclamó Bastián, llevando a Dennis esposado.
—¡Dennis! ¿Qué haces aquí, idiota? —preguntó Katsou— Deberías estar ganándote a la gente mientras le arruinas la reputación a tu primo.
—Sí, nosotros nos encargaremos de él —agregó Yumiko.
El mencionado no respondió, solo desvió la mirada. Katsou y Yumiko bajaron los puños al ver a Eduardo y a Damián. Estaban rodeados por tres integrantes de la Fuerza Blanca y dos guardaespaldas especiales. No tenían la energía suficiente para enfrentarse a todos. Ya no había opciones. El plan perfecto de Dennis fue saboteado por el mismo autor, un imbécil. Tuvieron que rendirse.
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La ambulancia llegó e inmediatamente se llevaron a Norbert, dejando las hojas en el suelo llenas de sangre. Eduardo y Damián sacaban fotografías de la escena del crimen. Bastián subió al auto a los tres detenidos y esposados, debía llevarlos a la estación de policía. Private acompañó a Norbert al hospital.
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Mientras iban en camino, Santiago abrió la celda de Jung.
—Hemos venido por ti. Ahora que yo estoy a cargo, las cosas cambiarán. Es bueno el plan de Dennis, pero no es suficiente. Norbert debe morir, aunque pierda las elecciones.
Jung se puso de pie y lo miró fijamente.
—¿Alguna duda?
—¿Por qué tengo su ADN?
—Te explicaré todo cuando terminemos con esto. Debemos irnos.
Jung apretó los puños y se contuvo. No le quedó de otra que seguirlo. Sus compañeros se fueron. Los únicos que quedaban de la Organización Criminal dejaron la estación de policía.
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En el hospital, Lizeth abrió los ojos lentamente. Se encontraba en una camilla descansando. Era extraño estar ahí después de haber sido arrestada. Se sintió relajada y volvió a cerrar los ojos. Hacía mucho que no tomaba un buen descanso, así que dejaría las preguntas y respuestas para después. Nadia estaba en la sala de espera cuando vio llegar a Eduardo y Damián. ¿Qué hacía ahí el Dúo Perfecto? ¿Acaso se daría cuenta de que sacó a Lizeth de las celdas? Se escondió y los observó. Era curioso ver que estuvieran preocupados. Tomaron asiento con la cabeza baja. No parecía que estuvieran buscando a alguien. «Hacer lo correcto… estar del lado correcto.» Pensó antes de acercarse.
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Editado: 09.10.2025