PRÓLOGO

DESCONOCIDO:

Es un día cómo cualquier otro. Los pájaros cantan, el sol brilla y los niños juegan en el parque. Podría decirse que en ese banco no pasa nada, pero la presencia de dos misteriosas personas intercambiando información de forma sospechosa, rompe esa aparente tranquilidad.

—¿Está todo listo para ponerlo en marcha?—se ajusta el sombrero y entrecierra los ojos para ver mejor a su acompañante.

—Todo listo. La mocosa ya viene en camino y no hay tiempo que perder.—su confidente le dedica una sonrisa cómplice, pero no es correspondida.

—Después de esto quiero mi recompensa. Mis servicios no los presto gratis.—se cruza de brazos con desconfianza.

—Creo que vas a terminar tan metida en el asunto que ni te acordarás del dinero.—si hubiera podido habría llevado a cavo esto sin ayuda, pero por casualidades de la vida ha conocido a la persona indicada en el momento adecuado

—JA, ni lo pienses. ¿Y que te hace pensar eso?—su carcajada es seca y cortante, cosa que molesta a su oyente.

—Pues que la mocosa va a ser la secretaria de Leonardo Gobbi.—sonríe cínicamente al ver como la cara de la otra persona va perdiendo su sonrisa petulante y es substituido por un gesto de profunda ira.

—Pues que empiece el juego entonces.—las palabras las expulsa como si de veneno se tratase y su mirada determinante en los ojos de la otra persona confirman sus deseos.