Doble Nacionalidad

CAPÍTULO 46

Ya han pasado dos semanas desde la cena con su familia y las cosas no pueden ir mejor entre nosotros. 
El otro día Leonardo me llevó a un camping improvisado para pasar ahí el fin de semana. Debo decir que cuando se lo conté a Violetta nos echó el sermón que cual madre diciéndonos que nos comportáramos como dios manda, pero claro, entre beso y beso acabó pasando lo que pasó. Y no me arrepiento de nada. Fue maravilloso.

«Flash back»

—¿Ves esa estrella?—me pregunta Leonardo apuntando al cielo.

Nos encontramos tumbados en la hierba sobre sobre una manta. La noche es fresca y desde este punto de la ciudad se ven perfectamente las estrellas, alejados de toda la contaminación de la ciudad. Es precioso.

–—Si.

—Pues esa constelación de allí se llama Casiopea y dicen que si te fijas bien puedes llegar a distinguir la silueta de una mujer sentada en una silla.—miro a Leonardo con una ceja alzada, entretenida.

—¿Es que a caso sabes algo de astrología?—pregunto intrigada.

Él ríe y se vuelve en mi dirección.

—Cada año, por San Juan, salíamos con mis padres al jardín y mi padre nos contaba la historias que se escondían detrás de las estrellas.—Hace una pausa y vuelve a mirar al cielo.—Me acuerdo que decía: al igual que las personas, cada estrella es un mundo y una historia que conocer.—veo como las comisuras se sus labios se elevan y sus ojos transmiten nostalgia.

—Cuéntamela entonces.—digo dulcemente apoyándome sobre su pecho.

—¿De verdad quieres oírla?—asiento con la cabeza y miro hacia el cielo, donde las estrellas brillan más que nunca.—Bien. Se dice que Casiopea, una importante reina griega, presumía de que su belleza y la de su hija Andrómeda superaba la belleza de las nereidas, las ninfas del mar. Al oír esto levantó la ira de Poseidón, el dios del mar y decidió castigar la arrogancia de Casiopea y vengar las nereidas mediante Cetus, un monstruo marino parecido a una ballena, que envió contra las costas de Etiopía.

—¿Solo por haber dicho que su hija era más guapa que las demás?—no puedo evitar soltar el comentario y oigo a Leonardo reír.

—Es así como es la historia.—responde divertido a la vez que me acaricia distraídamente el pelo.—La cuestión es que Casiopea y su marido fueron consultar el oráculo de Libia y este dijo que había que sacrificar Andrómeda, la hija de Casiopea, para calmar al monstruo y la ira de Poseidón.

—¡¿Qué?! ¡Menuda atrocidad!—exclamo indignada.—¿Y como te vas a fiar de un oráculo? Menuda tontería...—refunfuño.

—¡Déjame terminar mujer!—suelta Leonardo con un resoplido.

—Perdona. Continúa.—me decido a cerrar el pico y ha escuchar como termina esta historia de locos.
 
—Como iba diciendo antes de ser interrumpido...—hace una pausa para asegurarse de que no vuelvo a hablar y continua.—Andrómeda fue encadenada a una roca en la costa para que la devorara el monstruo marino. Andrómeda fue liberada por Perseo, que llegó a tiempo con la ayuda de su Pegaso. Perseo y Andrómeda se casaron, pero Poseidón no quiso que Casiopea permaneciera sin castigo y con el fin de torturarla eternamente puso a Casiopea en el firmamento atada a una silla en una posición que se encuentra con la cabeza abajo la mitad del tiempo mientras gira alrededor de la estrella polar.

—Me hubiera gustado más otro final.—contesto mirando fijamente las estrellas.

—A veces las cosas no terminan como a uno le gustaría...

«Fin del flash back»

—¡¡Angie!!—pego un bote en la silla y se me caen los papeles que tenía bien ordenados en el escritorio.—¿Se puede saber en que mundo estás? Llevo cinco minutos hablando contigo y ni siquiera me has escuchado.—dice Alex un poco mosqueado.

—Lo siento, estaba pensando.—me disculpo rápidamente y apresurándome a recoger todo el desastre del suelo.

—Ya veo ya, pero a la próxima disimula un poco mejor. Se nota a la legua que estás pensando en nuestro queridísimo jefe.—me mira sonriendo pícaramente y hundo mi cara entre las manos para que no me vea sonrojándome.—¿He acertado?—me dirige una mirada incrédula y tras confirmárselo empieza a dar saltitos en la silla.—¡He acertado! Tienes que contármelo todo, TODO.

—¡Alex, por favor!—me tapo la cara con las manos y niego repetidas veces con la cabeza.—Prometo contártelo, pero no aquí.—miro alrededor para confirmar que nadie nos está escuchando.

No tengo ganas de que todos los trabajadores de la empresas se enteren de mi relación con Leonardo. Para nada.

—Ahora sigue contando lo que decías.

—¡Pero si ni siquiera sabes de lo que te estaba hablando!—exclama divertido a lo que se gana una mirada severa de mi parte.—Está bien,—se rinde y se recuesta en el respaldo de la silla.—el fin de semana que tu estuviste es París, convencí a Victor para reunirnos en mi casa y hablar de lo que pasó aquella vez en la discoteca y bueno... el caso es que desperté a la mañana siguiente desnudo y con él a mi lado.




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