Doble Nacionalidad

CAPÍTULO 55

Ese mismo día por la noche nos reunimos todos en casa de Leonardo con la excusa de que es más grande y hay más intimidad... Sí, claro. Lo que pasa es que todos somos unos aprovechados  y no queremos conducir tanto.

Nos encontramos los cuatro en el salón, sentados en los sofás con la vista clavada a nuestros vasos y sumidos en nuestros propios pensamientos, en un completo silencio.

—Bueno, ya basta.—soy la primera en reponerme y les llamo la atención dejando mi vaso ruidosamente en la mesita de cristal.—Esto se está pareciendo a un funeral y que yo sepa, aquí no se ha muerto nadie.—paso la vista por cada uno de los presentes, los cuales me miran con inseguridad, incluso Leonardo. 

«Vale, esto es demasiado extraño.»

—Como veo que nadie se anima a compartir su experiencia con los demás,—digo mirando significativamente a Marc y a Leonardo, que se encogen de hombros.—voy a empezar yo.—digo con un suspiro.

Miro hacia André para preguntarle discretamente si quiere ser él el que lo cuente ya que se trata de su ex-mujer, pero niega con la cabeza y me deja hablar a mí. Perfecto.

—Bueno, antes de soltar la bomba os aviso que lo que André y yo hemos visto es esa sala es bastante escalofriante.—hago una pausa en la que enciendo el móvil y lo dejo encima la mesa para que las fotografías que tomamos estén a la vista de todos.—Resulta que las llaves perteneces a un cuarto oscuro, es decir, a una cuarto de revelación de fotografías. Hasta aquí todo muy bien, pero resulta que en todas las imágenes que hay allí aparecemos nosotros.

—¿Qué?—el dúo dinámico, y con eso me refiero a Marc y a Leonardo levantan la cabeza de sus vasos de golpe y el primero en reaccionar es el rubio de la izquierda.—¿Cómo que aparecemos nosotros? ¿En la fotografía?—pregunta incrédulo sin creerlo. Normal, yo tampoco me lo creería. 

—¿Pero cómo?—interviene Leonardo.

—¡¿Podéis dejarme terminar?!—exclamo cansada de sus interrupciones.

Inmediatamente, los dos vuelven a agachar la cabeza y me obedecen sin rechistar. Que raro, aquí hay gato encerrado.

—Como iba diciendo, sí. En todas esas fotos aparecemos nosotros en diferentes momentos y lugares. Parece como si alguien nos hubiera estado siguiendo desde hace varios años.—les acerco el móvil para que observen las fotografías y veo como se les van abriendo más y más los ojos conforme van pasando.

—¿Qué, yo...no entiendo nada...—susurra Leonardo aún con el móvil en mano y la vista fija en la pantalla.

—Nosotros la verdad es que tampoco, pero hay algo más.—noto como mi hermano se remueve en el asiento y le cojo la mano para infundirle valor. 

Dicho gesto llama la atención de los otros dos y nos miran con detenimiento e intriga. Sobretodo intriga.

—Cuando estuvimos allí entraros dos mujeres y las escuchamos hablar. Al principio no reconocí a ninguna, pero André sí y una de ellas resultó ser su ex-mujer.—me callo para ver su reacción.

Marc está con el vaso a medio camino y la mandíbula tan abierta que puedo llegar a verle la campanilla. Leonardo en cambio se lo ha quedado mirando fijamente sin ninguna expresión en el rostro. Esto es preocupante.

—¿Estáis completamente seguros?—interviene Marc después de unos segundos de silencio para asimilar toda la información.

—Sí, completamente seguros. Ha sido ella la que nos ha estado sacando fotografías desde hace años porque hay algunas en las que aparecemos mi hermano y yo en París y no son de la última vez que fui.—explico en voz baja.—Ella es la nueva accionista que contrataste para el proyecto, Leonardo. No sé que tiene que ver contigo, pero el caso es que lo tiene.—su rostro no muestra expresión alguna, hasta podría decirse que ha muerto ya que está completamente quieto. 

Pero sus ojos cuentan una historia distinta. En ellos hay dolor, sufrimiento y frustración.

—Hoy mismo hago que la despidan.—dice él con una voz tan baja que a penas la logramos escuchar.

—Pero lo que ha mí no me acaba de cuadrar es por qué Laura acosa también a la familia de Leonardo. No los conoce, no tiene motivos para hacerlo.—interviene mi hermano, sobresaltándonos a todos por su súbita participación.

—Ella no, pero puede que otra gente sí.—la voz de Marc es fría y cargada de significado.

Tanto André como yo fijamos la vista en Leonardo para que nos aclare lo que ha querido decir Marc con eso. Lo oigo respirar hondo y soltar el aire lentamente antes de hablar.

—Antes no os he querido decir ha dónde iba, porque en cierto modo quería estar equivocado y que solo fuera una mala intuición, pero no.—se pasa las manos por la cara y cierra los ojos momentáneamente. 

La sala está en un absoluto silenció esperando su continuación y yo me estoy mordiendo las uñas a causa de los nervios.

—Esa mujer que me has descrito, Angelique, es mi ex-mujer.—sentencia armándose de valor para levantar la vista y contemplar mi reacción.




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