Doble Nacionalidad

CAPÍTULO 69

Después de hablarlo y pensarlo mucho, Tiago me ha acabado convenciendo de que irme a Italia y alejarme por un tiempo de aquí será lo mejor. Aún no sé como lo ha hecho.

Tengo presente que se lo voy a tener que decir a mis padres y a todos los demás, pero el que más me aterroriza es a Leonardo. No me veo con fuerzas para verlo y decirle que me alejo de él, que lo dejo mientras él lucha por su vida.

Es por eso que he decidido escribirle una carta donde le explico todos los motivos y el por qué de mi decisión, Tiago será el que la deje en la mesilla junto a su cama de hospital.

—Por favor, que nadie más que él la lea.—lo miro suplicante antes de entregarle la carta.

—Tranquila, puedes estar segura que nadie lo hará.—me da un beso en la cabeza y sale de la habitación dejándome sola con mis propios pensamientos.

***
A la mañana siguiente, durante el desayuno, le confieso a Violetta mis intenciones de irme a Italia y pobre de mi que casi termino con la leche de los cereales por encima.

—¡¿Qué tu que?!—grita limpiándose la barbilla a causa de la leche.

—Que me voy a Italia.—repito.

—No, si ya te he oído. No soy retrasada.—refunfuña como si la hubiera ofendido.

—¿Entonces?—pregunto mirándole confundida.

—¿Por qué quieres irte a Italia? Y justamente ahora.—entrecierra los ojos sin quitarme ojo de encima y yo me limito a encogerme de hombros y resumirle la historia.

—Si me quedo aquí por más tiempo no voy a ser capaz de mejorar. Necesito alejarme de todo este dolor para poder recuperarme.—digo sincera.

Se me queda observando por unos segundos más sin decir nada hasta que finalmente deja escapar un largo suspiro.

—¿Y que vas a hacer cuando estés ahí? Porque vas a tener que ganarte la vida, ¿sabes eso?—aún no está del todo contenta con mi decisión, pero tiene que aceptar que es lo que quiero y necesito.

—Lo sé perfectamente y estoy dispuesta a hacerlo.—la tranquilizo sonriéndole con cariño.—Y respecto a tu primera pregunta, aún no lo tengo del todo claro pero no te preocupes, sabré arreglármelas por mi cuenta.

—Claro que lo harás, siempre lo has hecho.—reconoce con la voz entrecortada.

—No me digas que te vas a echar a llorar.—me río impresionada.

—¡Claro que no!—exclama tapándose rápidamente los ojos para que no vea como se enrojecen.

Sin poder resistirme me acerco hasta ella y la abrazo fuertemente. La voy a echar muchísimo de menos.

—Estaré bien, ya verás.—le susurro en la oreja, peinándole lentamente su mata de pelo.

—Ya lo sé.—me responde sorbiéndose la nariz y con la voz amortiguada en mi hombro.

***
—¡No! ¡De eso nada!—exclama mi padre como un energúmeno.—¡Mi hija no va a irse sola a otro país! No después de lo que ha pasado.

Vale, puede que habérselo dicho de esta manera no haya sido lo mejor. Os pongo en situación, después de hablarlo detenidamente con Tiago y Violetta, hemos decidido que se lo tenía que decir cuanto antes a los demás.

Y ahora estamos en el salón de casa de los Gobbi con mi padre chillando y subiéndose por las paredes mientras mi madre y el resto de invitados me miran como si me hubiera salido una segunda cabeza. ¿Debería haber tenido más tacto?

—Papá, por favor. Necesito hacer esto.—le suplico intentando hacer que entre en razón. Pero es igual de tozudo que su hija.

—¡No! Lo que necesitas es estar con las personas que te quieren.—replica con la cara roja de furia.

—Alan...—susurra mi madre cogiéndole del brazo para calmarlo.—Deja que la chica se explique.—lo mira con determinación y al cabo de unos segundos mi padre se relaja en sus brazos.

Wow, el poder de persuasión de mi madre no tiene límites. ¿Lo habrá hecho alguna vez conmigo? ¡Este no es el punto! Concéntrate, Angie.

—Hace más de un mes desde el accidente y hace más de un mes que he dejado la vida pasarme por delante sin aprovecharla.—paso la vista por todos los presentes en la sala, intentando transmitir todos mis sentimientos en mis palabras.—No es ningún capricho pasajero, papá. Necesito volver a encontrarme para seguir adelante.

Después de esto se produce un incómodo silencio en el que nadie dice nada. Sé que tengo el apoyo de Violetta y de Tiago. Pero no es suficiente.

—Sé que no os puedo obligar a felicitarme por esta elección tan precipitada, pero de verdad que me gustaría irme con la sensación de estar haciendo lo correcto.

—Y lo estás haciendo.—la madre de Leonardo es la primera en recuperarse del todo y dedicarme una calurosa sonrisa antes de continuar.—Todos sabemos que lo duro que ha sido este mes y pese a que la tormenta aún no ha pasado, comprendo porque quieres irte. Y tienes todo mi apoyo, si eso cuenta en algo.

—Gracias.—le dedico una de mis mejores sonrisas y me relajo considerablemente al ver como su intervención hace que los semblantes de mis padres se relajen un poco. Solo un poco




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