Cada vez estoy más agobiada, pensé que alejarme de Leonardo serviría para que la persona que me manda mensajes pararía pero no ha sido así. El otro día recibí otro pero lo más escalofriante fue que en la foto que me adjuntó algo yo en el bar que me encontraba. Eso significa que esa persona está más cerca de lo que creo.
Hoy es jueves y sigo sin trabajo por lo que decido que ya es hora de buscarme uno nuevo. No importa donde, solo necesito un trabajo decente para poder mantenerme a mí y a mi familia.
Me paso toda la mañana yendo de un lado a otro intentando encontrar algo, lo que sea, pero obviamente no puedo tener tan buena suerte así que a la hora de comer me doy por vencida y vuelvo a casa para descansar.
No he sabido nada de los chicos desde el lunes, sin contar el mensaje de Alex y Elena, y los hecho un poco de menos.
ANGELIQUE: ¿Esta tarde podéis quedar para comer?
Les pregunto a los cuatro por el grupo a ver si nos podemos ver al menos media hora.
MARCUS: Justo hoy me han asignado tareas de más☹️
ELENA: ¡Claro que si! Cuenta conmigo pero pagas tu😘
Ruedo los ojos y río. No sabe ni nada esta chica.
CLAUDIA: Estoy igual que Marcus…
ALEX: Eso ni se pregunta, preciosa😉
VICTOR: Lo siento… tengo mucho trabajo.
Tengo la sensación que Victor no quiere venir porque viene Alex pero no sé lo que está pasando con ellos exactamente. Al parecer solo seremos Alex, Elena y yo otra vez. Me dirijo al armario y como hoy hace calor decido ponerme unos pantalones cortos con unas finas medias negras, una camiseta negra también de tirantes y una chaqueta fina de tres cuartos de manga. Me decanto por unos botines de tacón negros y, poniéndome la indispensable cinta y el bolso salgo de casa.
Son las dos y media de la tarde y estoy sentada en una mesa de un restaurante cerca de la empresa junto a Alex esperando a Elena. Como no siempre tarde.
—¿Y como va todo por las alturas?—le pregunto sin otra intención que saber como lo están manejando todo.
—Pues desde que te fuiste Leonardo está de un humor de perros. No sé que le hiciste pero está insoportable.—se pasa una mano por el pelo y se recuesta en el respaldo de la silla soltando un suspiro.
—Yo tampoco lo entiendo. Ayer me llamó suplicándome que le perdonara.—digo con la vista clavada en el vaso de agua que tengo en frente. Oigo como Alex se endereza en su asiento y prácticamente se abalanza por encima de la mesa con los ojos como platos.
—¡¿Que hizo que?!—le doy un manotazo y se disculpa bajando la voz.—¿Te llamó solo para pedirte perdón?—susurra aún sin poder creérselo y yo asiento.
—Exactamente me llamó porque quería disculparse y que yo le perdonara pero quería hacerlo en persona.—sus ojos parecen que van a salírsele de las órbitas.—Le dije que es mejor que no nos veamos más.—lo último lo digo en un susurro apenas audible encogiéndome de hombros.
—Angie, por mucho que lo niegues y no lo quieras ver, a ese hombre le gustas y se nota que a ti también te gusta.—hago ademán para hablar pero él es más rápido y me corta.—No pretendo forzarte a que lo aceptes, lo único que pretendo es que veas la verdad. La decisión es tuya.—después de eso los dos nos quedamos en silencio, cada uno pensando en sus preocupaciones.
—¿Y tu que tal con Victor?—pregunto intentando cambiar de tema.—¿Algún avance?—la mirada de Alex se ensombrece y me mira encogiéndose de hombros. Lo que me da a entender que no ha pasado nada nuevo.
Justo en ese momento oímos la voz de Elena acercándose a la mesa.
—Por fin he podido salir, ¡me tenían esclavizada!—exagera sentándose sin ninguna delicadeza a mi lado.—Y bueno, ¿que tal te trata la vida en el paro?—su comentario me hace gracia y nos la pasamos hablando y haciéndonos bromas durante toda la comida.
A la hora que tienen que volver al trabajo nos despedimos con un fuerte abrazo y Alex me susurra en el oído que deje las cosas fluir y, tras sonreírle de vuelta y prometerle que lo voy a intentar cada uno se va por su lado.
Voy andando por las calles tranquilamente acordándome de las palabras de Alex cuando me viene a la mente recuerdos de Kyle, mi primer novio en Francia.
«Flashback»
Es un día soleado de verano y como me apetecía salir a pasear me he llevado mi cámara nueva y he ido hasta la orilla del Sena para fotografiarlo.
Llevo unos pantalones cortos y una camiseta abierta por la espalda y los lados dejando al descubierto mis dos tatuajes. Uno lo tengo entre los omoplatos y es el esbozo de una cámara antigua y en las costillas se encuentra una rosa con espinas sin pintar. Los dos me representan a la perfección, la cámara simboliza mi pasión por la fotografía y me recuerda a mi abuela ya que fue ella la que me introdujo a ese mundo. La rosa simboliza una flor compleja y delicada pero al mismo tiempo tienen espinas para protegerse de las agresiones del exterior.
Estoy tan ensimismada en mi mundo que no me doy cuenta que me he puesto en medio de un grupo de gente que parece estar dibujando.