Doble Nacionalidad

CAPÍTULO 1

Sábado 12:30 pm;

Mi madre tiene la loca idea de que viajar en avión afecta a su salud estomacal y, como soy su hija, aquí estoy para contradecirla.
Me encuentro sentada en el vuelo que me va a llevar a España con mi mejor amiga Violetta, que supongo que me estará esperando. Siempre me ha gustado viajar y aprovechando la mala situación económica que se encuentra mi querida familia, he decidido ayudar. Yo siempre haciendo sacrificios....

La azafata anuncia el despegue del avión y yo decido coger una revista de las que te venden en los aeropuertos para matar el tiempo. Estoy ojeando sus páginas sin fijarme en nada en concreto cuando un colorido anuncio llama mi atención. 

«SE SOLICITAN CANDIDATOS PARA PARTICIPAR EN EL ASOMBROSO CONCURSO FOTOGRÁFICO DÓNDE LOS SUEÑOS DE LOS FANÁTICOS DE LA FOTOGRAFÍA PUEDEN HACERSE REALIDAD»

¿Sueños? ¿Que sueños?

«LOS REQUISITOS PARA PODER ENTRAR EN ESTE INCREÍBLE CONCURSO SON; REGISTRARSE EN LA WEB OFICIAL DE LA PÁGINA Y ENVIAR UN TOTAL DE 20 FOTOGRAFÍAS COMPLETAMENTE ORIGINALES ANTES DE LA FECHA LÍMITE, SIENDO ESTA EL 22 DE JUNIO, CUANDO SERÁN ANUNCIADOS LOS GANADORES EN LA WEB.
EL GANADOR RECIBIRÁ LA RECOMPENSA DE PODER EXPONER TODAS SUS FOTOGRAFÍAS EN LA PRESTIGIOSA GALERÍA DE ARTE DE BARCELONA. SUERTE A TODOS LOS PARTICIPANTES»

¿Cómo? ¿Un concurso fotográfico en dónde la recompensa es exponer tus fotografías? ¿En Barcelona?

Busco como loca el teléfono y entro en la web oficial para saber mejor de lo que trata y, afectivamente, el ganador se llevará todo eso más la oportunidad de aplicar en la universidad de artes de Barcelona. 
Está oportunidad no la puedo dejar pasar así que me pongo manos a la obra y me apunto. No sé que saldrá de todo esto pero no quiero renunciar ni a la fotografía ni al dibujo y, mucho menos, a ir a la universidad.

—Bueno Barcelona, aquí vamos. —digo para mis adentros antes de caer en un profundo sueño.

***
Soy despertada por la voz de una señora mayor pidiendo que me aparte de su camino para poder salir del avión.
Vaya, que amable bienvenida a España... espero que no todos sean así o me voy a meter en más de un lío y he prometido portarme bien.

Después de recoger mis maletas me encamino hacia la salida de embarque para poder localizar a Violetta. Me fijo en toda la gente que me rodea; unos están abrazando a su familia, otros se reencuentran con su pareja y luego estoy yo, parada en medio de la multitud sin saber a dónde ir cuando de repente oigo una voz muy conocida.

—¡Rubia candente! ¿Que haces ahí parada como una estatua?—y esa es mi mejor amiga. La tímida e introvertida Violetta Molina.

—Tenía previsto ganarme mis primeras monedas haciendo de maniquí en el aeropuerto pero me has chafado el plan.—digo mientras abrazo con fuerza a la castaña.

—Había echado de menos ese humor tan peculiar tuyo Angie.—contesta riéndose y abrazándome de vuelta. —Por cierto, el otro día ya hablé con tu madre para confirmarle de que te quedarías conmigo y que te vigilaría en todo momento para que no te metieras en un lío.

—Genial, incluso con 21 años mi madre sigue tratándome cómo si tuviera 15. ¡Que injusta es la vida!—levanto las manos al aire para dar más dramatismo a la situación.

—Si, si lo que tu digas Angie, ahora vamos a casa para que puedas acomodar todas tus cosas.—dice mirando consternada mis maletas.— que por lo visto serán bastantes.

—¿Que? No pretenderás que deje la mitad de mis cosas en París.—protesto mientras soy arrastrada por todo el aeropuerto hasta llegar al coche.—Mmm... Bonito coche. ¿Puedo conducirlo?—espero que me deje porque desde que mis padres me quitaron el mío por haberme puesto una multa no he vuelto a conducir, y tengo ganas.

—Ni hablar, es nuevo y no quiero llevarlo de nuevo al mecánico cuando prácticamente acaba de salir de él.—aguafiestas.

Violetta se sube al coche y espera a que termine de acomodar las maletas en el maletero para después subirme a su lado.

—Y bueno, cuéntamelo todo.—me dice mirando fijamente la carretera.

Y empiezo a contarle todo. Desde el casamiento de mi hermano André con la arpía de Laura hasta como ha llevado la familia prácticamente a la ruina debido a las deudas de juego de su mujer.

—No te ofendas ante el comentario—Violetta siempre tan cuidadosa.—pero, ¿que haces aquí entonces? ¿No se supone que tendrías que estar con ellos para ayudarles a solucionar todo el tema económico?

—Digamos que he aprovechado la ocasión para salir de París y encontrar un trabajo para ganar un poco de dinero y así poder ayudarles.—digo sin importancia.

—Eres la única persona que podría sacar alguna ventaja de una mala situación.—ninguna de las dos podemos evitar reírnos ante su comentario, más que nada porque es verdad y lo sé.

Durante todo el camino no puedo evitar comprarnos. Violetta y yo somos como polos opuestos, tanto físicamente como de forma de ser. Por un lado está ella con su pelo corto castaño liso, de ojos café y dotada de una buena altura y piernas. Y por otro lado estoy yo, Angie, la chica de pelo rubio rizado incontrolable con ojos verdes y de una estatura no muy alta que siempre lleva puesta una banda de pelo al estilo hippie. 




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