Doble Nacionalidad

CAPÍTULO 29

Hago una mueca al beberme de un trago el café negro que Violetta ha preparado. Odio el café negro pero no tengo tiempo para prepararme uno con leche, sino voy a llegar tarde a trabajar.

ALEX: Más te vale aparecerte hoy por aquí, nos debes muchas explicaciones del por que ayer ni tú ni Leonardo aparecisteis en todo el día🤔

ANGELIQUE: Ya puedes estar tranquilo que en diez minutos me tienes ahí💆🏼

Me apresuro a terminarme el asqueroso café y salgo pitando poniéndome los tacones y cerrando la puerta a la vez.

Decido que para llegar a tiempo tengo que coger el bus, y durante todo el camino pienso en el día que pasé con Leonardo. No me esperé disfrutarlo tanto como lo hice, es más, pensé que estaríamos discutiendo todo el día. Después de ver la película y comernos unos de esos enormes recipientes de palomitas junto con la bebida, estuvimos andando sin rumbo alguno bajo el sol de primavera.

*Flash Back*

—A la próxima elijo yo la película.—sonríe negando con la cabeza. Imito el gesto y se me acelera el pulso al oír que quiere repetirlo. No puedo ser más feliz.

—¿Perdona? ¿Estás insinuando que ha sido mala?—me pongo una mano en el corazón y lo miro fingiendo dolor, a lo que responde echando la cabeza hacia atrás y soltando una fuerte carcajada.

—Ha sido la peor película de comedia que he visto en la vida.—suelta sin parar de reír. Yo intento mantenerme serie pero su risa me puede y termino riéndome con él.

—Vale, admito que no ha sido la mejor.—digo haciendo un gesto con las manos.—Pero tienes que admitir que te has reído, y mucho.—lo señalo con el dedo sabiendo que casi se le han salido las lágrimas de tanto reír.

—Eso no significa que haya sido buena.—se encoge de hombros aún con la sonrisa en la cara.

—¡Reconoce que te has reído!—sé que estoy pareciendo una niña pequeña, pero quiero que admita que en verdad se lo ha pasado bien.
Al final suspira mirando al cielo murmurando algo que no logro entender.

—¡Está bien!—se rinde levantando las manos.—¡Me ha divertido! ¿Contenta?—asiento rápidamente con la cabeza como una chiquilla y me engancho de su brazo al andar.

—Mucho.—y feliz por haber conseguido mi objetivo seguimos andando.

*Fin flash fack*

Puede que no haya sido mala idea eso de ayudarlo después de todo, así también aprovecho para sacar algún provecho y divertirme un poco. Y, aunque no voy a admitirlo en voz alta, me gusta pasar tiempo con Leonardo, y cada vez más.

Al llegar, solo me da tiempo a dejar el bolso encima de mi mesa antes de que un torbellino pelirrojo con patas llamado Alex me aborde a preguntas.

—¿Por que no apareciste? ¿Por que Leonardo tampoco lo hizo? ¿Estuvisteis juntos?—hace una pausa de una milésima de segundo.—¿Pasó algo entre vosotros dos?—me mira pícaro señalándome con el dedo índice.

—Calma torero, de una en una.—respondo sonriendo sacando las cosas del bolso tranquilamente.—Para empezar, no. No pasó nada entre nosotros dos.—sigo concentrada sacando y ordenando las cosas en la mesa. Decido omitir la parte en la que casi nos besamos en el parque, pero lo considero irrelevante. 

—Vale, ¿y mis otras preguntas?—se muestra impaciente y me invita a continuar. Suspiro terminando de organizar todo y apoyo mi mano en el respaldo de la silla y lo miro cansada.

—Sí, Leonardo y yo pasamos el día juntos.—me recoloco un mechón rebelde detrás la oreja y lo veo abrir los ojos desmesuradamente y la boca.—Ni te atrevas a chillar.—me apresuro a cortarle antes de que haga algo que me ponga en un compromiso. Asegurándome de que no va a chillar, suspiro aliviada y aclaro.—Lo pasamos juntos, pero no es lo que tu piensas.—me mira expectante y yo me siento en la silla con los codos apoyados en la mesa. Él me imita haciendo lo mismo pero sentándose sobre la mesa e inclinándose en mi dirección listo para escuchar.

—Verás, el sábado se presentó en mi casa...

—¿¡Leonardo estuvo en tu casa!?—interrumpe elevando un poco el tono de voz.

—Shhh, te he dicho que no chilles.—lo reprendo obligándolo a controlarse. Me hace caso y vuelve a centrarse.—Como decía, se presentó en mi casa y me dijo que quería que yo le enseñara a vivir una vida real. Que le ayudara a salir de la monotonía.—lo miro y puedo apreciar que se ha quedado sin palabras por una vez en la vida, lo que me divierte.

—A ver, recapitulemos.—se remueve en la mesa, se aclara la garganta y se pone serio para entenderlo mejor. Sonrío juntando las manos por encima la mesa y me inclino un poco hacia él para escucharlo.—Leonardo fue hasta tu casa para...¿para pedirte que le enseñes a vivir una vida real?—parece que su pregunta le suena tonta porque levanta las cejas sin comprender aún lo que está diciendo.

—Exactamente, dijo que tenía algo que nunca había visto en nadie y querría recuperar el tiempo perdido.—mientras hablo me fijo que nadie nos esté oyendo, pero veo que todo el mundo está concentrado en su trabajo. Todos excepto nosotros claro.




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