Doble Nacionalidad

CAPÍTULO 35

No he podido pegar ojo en toda la noche. Estuve hablando con Violetta y le he contado todo lo que ha pasado y, aunque se puso como una histérica, al final comprendió que volver a París es la mejor opción. En cuanto al tema de Leonardo, ella sabe que no he tenido el valor de despedirme de él, así que me ha obligado a hacerlo hoy justo antes de que me vaya.

 

Meto las últimas prendas de ropa que me han quedado esparcidas por la cama de cualquier manera en la maleta y, con las manos en el bolsillo, suelto un lento suspiro y me permito echar un último vistazo a la habitación antes de irme. No pensé que iba a encajar tan bien en este sitio ni que me acostumbraría tan rápido.

 

Estoy terminando de sacar todo el equipaje con la ayuda de Violetta cuando me vibra el móvil.
 

DESCONOCIDO: Espero que tu cuenta bancaria sea más segura que la de tus padres y la de tu hermano. Te dije que iban a haber consecuencias si no me hacías caso y no te alejabas de Leonardo. Considera esto como un aviso para que lo dejes y desaparezcas de su vida.
 

Mis manos tiemblan incontrolablemente y mis pies se niegan a dar un paso más. No puede ser, ¿ha sido esta persona la que le ha hecho esto a mi familia? ¿Quien puede ser? ¿Es posible de que sea Laura? Imposible, ella no sabe que estoy aquí.

 

Tengo tantas preguntas en la cabeza que ni siquiera soy capaz de pensar con claridad ni de escuchar lo que me está diciendo Violetta.

 

—Perdona, ¿que?—vuelvo a la realidad parpadeando varias veces y guardo el teléfono enseguida en el bolsillo de mi chaqueta.

 

—Te decía que como ayer te fuiste sin avisar y no le contestaste a las llamadas, hoy Leonardo me ha llamado temprano para venir a hablar contigo.—con tan solo escuchar su nombre levanto bruscamente la cabeza en su dirección y me devuelve la mirada desconcertada.
 

—¿Que?—digo sin aire en los pulmones.—¿Y tú que le has dicho?—pregunto esperanzada de que le haya dado largas y no me lo tenga que volver a encontrar.

 

—Le he dicho que venga y hable contigo. Sonaba muy preocupado por teléfono y he pensado que sería lo mejor.—abro los ojos, atónita. Mierda, no puedo verlo.

 

—¡Por qué has hecho esto!—exclamo fuera de mis casillas.—¡En ningún momento te he dicho que tomes las decisiones por mí!—me paso la mano por el pelo una y otra vez, intentando controlar estas emociones que intentan nublar mi juicio.

 

—¿Te estás escuchando?—replica elevando su tono de voz.—La relación que tenéis es de dos personas no de una, Angie. Deberías haber oído su voz esta mañana a través del movil, ¡está más perdido que un pez fuera del agua!

 

—¿¡Y que quieres que haga!?—exploto chillándole a la cara.—¿Que cuando venga le diga que me tengo que ir y que no nos podemos volver a ver?—replico mostrándole las manos. No me veo capaz de hacer eso.

 

—¿¡Te crees que no sé el por qué te has estado comportando de forma tan extraña cada vez que te suena el movil!?—no es posible. Ella no lo puede saber.—¿¡Te crees que no sé que has estado recibiendo misteriosos mensajes!?—mis emociones pasan de estar al tope a estar a bajo cero. Empalidezco completamente y me quedo muda.—Sí, Angie. Sé lo de los mensajes.—se cruza de brazos y me mira desafiándome.

 

—Eso... eso no es posible.—susurro incrédula. Me sujeto al brazo de la silla para no perder el equilibrio y me concentro en mi respiración.
 

—El otro día lo descubrí. Te dejaste el movil en la cocina y no paraban de entrarte mensajes, fui a silenciarlo y justo en ese momento entró un mensaje amenazándote.—dice derrotada sentándose en el sofá. Yo aún estoy en shock por su confesión y no puedo hacer ningún movimiento.—Lo siento, no era mi intención entrometerme.—se disculpa juntando las manos en el regazo y agachando un poco la cabeza. Dejo escapar un profundo suspiro y empiezo a hablar.
 

—¿Sabes algo más acerca de esos mensajes?—pregunto intentando sonar lo más calmada posible.
 

—No. Eso fue lo único que vi.—responde aún sin levantar la vista de sus manos entrelazadas. Cierro los ojos y decido que este es el momento para contarle todo lo que ha estado pasando.

 

—Por algún motivo esta persona quiere que me mantenga lo más alejada posible de Leonardo. Dice que le pertenece y que no me fíe de él porque es un mentiroso.—digo de golpe sin premeditar mucho mis palabras. Al instante, Violetta levanta la vista para mirarme estupefacta, pero yo sigo explicando.—Han habido varias amenazas de ese tipo pero nunca había pasado de ser eso, una amenaza. Pero resulta que esta persona tiene que ver con el echo de que mi familia se esté arruinando.
 

—¿Es en serio?—murmura horrorizada con los ojos abiertos como platos y yo me limito a asentir.—¿Pero no me habías dicho que ha sido Laura la que controla todas vuestras cuentas?




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