Primer Parte
Su piel pálida resaltaba en lo oscuro de aquella habitación. Se veía tersa, suave.
Sabía que me miraba mientras le observaba y sería el motivo que provocaba el tirón sutil de las comisuras de sus labios. Se acercaba y esta vez antes de que pudiese besarme le detenía con una mano sobre su pecho.
«Nada, absolutamente nada en mi tacto»
—¿Heliana? —le escuchaba al desconcertarse con mi acción. —Suce...
—Lo siento. No estaba pensando claramente. —me levantaba rápidamente acomodando mi vestuario y salía de la habitación sin decir mas.
Ya en el pasillo, intentaba relajar mi mente. Sentía el filo de los colmillos asomarse, los retraía de manera que no asomaran fuera de su lugar.
«Lo que me valía mi pequeño acto afectuoso. Era un asco»
Estaba segura de haberle dejado unos buenos metros atrás y aún asi le sentía moviendose. Se trataba de una sensación similar al que da la adrenalina, instinto de supervivencia le llaman.
Entraba en la primer puerta que veía, esta vez se trataba de una habitación del doble de tamaño, con un escritorio al frente, que mantenía diferentes archivos apilados en tres filas, un candil a cada extremo, de mayor tamaño para una buena iluminación, y lo que me atraía rápidamente, el mini bar en la ezquina derecha mas alejada de la puerta. Caminaba hasta quedar bajo los focos de la media barra, el peculiar aroma llegaba hasta mi, mientras veía la impresionante colección de vinos y licores, intentaba descifrar su origen.
¿Canela?, no, era algo mas complejo.
—Se trata escencia de cardamomo y jazmin. —escuchaba su voz, y por primera vez alguien me había tomado con la guardia baja.
—¿Cómo...
—Conozco bien esta casa. ¿Estas bien?
—¿Tanto te importa? —expresaba con desgana
—Si. No entiendo como alguien simplemente puede salir sin mas después de iniciar semejante acto. Admiro su voluntad señorita Callen.
—¿Fuerza de voluntad?, No me haga reír.
—¿Y por qué no habría de serlo?
—¿Es en serio? —soltaba sin el menor intento por ocultar el sarcasmo. —Lo anterior no requirió ningún tipo de represión. Eso no significó nada, sólo quería divertirme un poco y lo hice.
—Y si sólo es un juego, ¿Por qué no llegar hasta el final?, la mejor parte estaba por venir. —me rodeaba con su gran cuerpo, aprisionandome entre la barra y él.
—Porque terminó, he jugado suficiente. —levantaba la vista para encontrarme con sus ojos. Primer error, en mi afán de mostrarme bajo control, mirar directo a esos ámbar, era un terrible error.
La presión en un inicio le sentía invasiva, pero en cuanto mis labios tomaban vida propia siguiendo sus movimientos, la idea ya no era horrible.
Advertía a su mano descendiendo hasta mi cintura y acercarme.
«Oh rayos sentía su figura grande y fuerte pegada a mi cuerpo»
—No lo creo... —le decía en apenas un susurro sobre sus labios.
Entonces me movía para quedar fuera de su alcance.
—Pero si sólo es un juego —su tono irónico me relajaba. —Oh vamos señorita Callen, déjeme ser participe de su diversión.
—Es un juego peligroso... —comenzaba diciendo mientras caminaba al otro lado de la barra, dándole ese pequeño toque seductor a mis movimientos. —Uno donde los chicos buenos, dejan de serlo. ¿Se atrevería a intentarlo aún así?
Había olvidado que uno de los puntos fuertes de Leonard Relish era su velocidad.
—Podemos superar eso. —su voz salía sólo para mí.
Esta vez estaba lista para recibirlo, esos labios gruesos, suaves.
Por la urgencia sabía que no me sería posible escapar de nuevo, incluso ni siquiera estaba segura de querer intentarlo. Escuchaba la tela siendo rasgada y no me importaba, mis manos se movían con la misma rapidez deshaciéndome de su camisa, la cual mantenía desabotonada por lo que no fue nada difícil.
La piel bajo mi tacto parecía suplicarme por ser besada. Tocaba cada músculo de su espalda, y sentía la fuerza de sus brazos con mis manos en cada parte definida y ejercitada.
«Demonios, este hombre si que sabía como mantener su cuerpo en todo el entendimiento de la palabra»
Me elevaba haciendome sentar en la barra, mis brazos se posaba alrededor de su cuello y entrelazaba mis dedos en su cabello, haciendolo levantar la cabeza para besarlo.
Sentía el deseo en su máximo esplendor. Si continuaba no sería capaz de controlar la exposición.
—Leonard no... —me silenciaba con un beso, uno fuerte.
Sabía que no resistiría más, me separaba y bajaba la cabeza, lo que me permitía un segundo de concentración, en el que miraba nuestra ropa desgarrada esparcida por el suelo.
—Escucha... No hay problema, sólo dejalo ser. —escuchaba su voz grave cerca de mi oído.
Tomaba mi mentón y me hacía levantar la cabeza hasta mirarle.
—No te has alimentado bien, ¿cierto?
Me quedaba en silencio.
—Es hora de irme. —Era mi respuesta cortante.
—No, no, no espera. —me tomaba la muñeca. —Puedes hacerlo. —levantaba su mano exponiendo la piel.
«No estará pensando... »
—Vamos, no es nada.
—Absolutamente no. Tengo mis propios estándares Sr. Relish, y creame que no vine a usted con la intención de hacerle mi aperitivo. —le miraba, y sabía que estaba a dos segundos de intentar profanar su hermosa piel pálida.
—No podrás reprimirlo por mucho, y si sales ahora, te recuerdo que tenemos aproximadamente diez invitados entre todos los nuestros en ese salón, los cuales te atraeran de inmediato.
Esto estaba fuera de mi control, no quería arriegarme a dañar a alguien pero tampoco deseaba aceptar la oferta de Relish.
Desafortunadamente no siempre los deseos y lo correcto van de la mano.
Sin analizarlo sujetaba el antebrazo de Leonard y llevaba su muñeca hasta mi boca, sentía la sangre por todo el torrente, aun si el latir que le hiciera ir y venir por todo el cuerpo, ya no existía.