Doce Perdidos (miloxcamus Yaoi Lemon) Camilo

Capitulo 1 (Primer Perdido)

-Aaaah… Estoy cansado…- Una voz masculina expresa su sentir, algo agotado, y con los ojos aun cerrados.

Ring… Ring…

-Mmhh… ¿Qué es eso?- Cubre su rostro con las sabanas, acurrucándose en su cama –No me quiero levantar…-

Ring… Ring… Ring…

El sonido solo se intensifica más, volviéndose bastante fastidioso.

-¿Qué es ese ruido?- Abrió uno de sus ojos azul verdoso, para divisar que lo está molestando.

Pero su adormilamiento fue apenas duradero por unos segundos, pues su sorpresa fue demasiado para contenerla.

-¡¡¡¿PERO QUÉ DEMONIO?!!! ¡¡¡¿DÓNDE ESTOY?!!!- grito a todo pulmón, cayendo de la cama, encontrándose de frente en el suelo, y la sabana sobre él.

Unos pasos acelerados se escuchan de afuera de la habitación y rápidamente la perta se abre de golpe, dejando ver a un hombre, de cabellos azul oscuro, delgado pero con una buena musculatura, el ceño fruncido una combinación de enojo y preocupación, sus ojos similares a las de chico en el suelo.

-¡¡¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?!!!- Miro por todos lados, buscando al que había gritado -¡¡¡¿POR QUÉ GRITAS ASÍ MOCOSO?!!!- Giro su vista a donde está el caído, aun envuelto en la sabana.

-¿Quién es?- Preguntó, intentando salir de esa trampa de tela.

Frunció el ceño, mirando al joven moviéndose en el suelo, sin verlo a la cara.

Le quita la sabana con bastante brusquedad y algo enojado -¡¡¡¿CÓMO QUE QUIEN SOY?!!!- Y le dio un leve golpe en la cabeza.

-Auch- Sintió aquello, cerro sus ojos, llevando sus manos a la cabeza –Pero... ¿Por qué me pegas…Te?- Se quedó tan consternado al ver la apariencia del hombre delante -¡¡¡¿POR QUÉ TE PARECES A MÍ?!!!- Lo señalo asustado, y recargando su espalda en la base de la cama.

-¿Qué?- El mayor se quedó confundido, no comprende lo que a ese muchacho le pasa, pero no está de humor y más con el tiempo medido -¡¡¡¿QUÉ DEMONIOS TE ESTÁ PASANDO MILO?!!! ¡¡¡SOY TU PADRE!!! ¡¡¡YA VETE A LAVAR, LLEGARAS TARDE A LA ESCUELA!!!- Le reprendió bastante fuerte.

-¿Mi padre?- Sus ojos se abrieron de par en par, mas confundido que antes, volvió a mirar al hombre -¿Desde cuándo?- No sabía que decir, solo dejo escapar lo primero que se le vino.

-¡¡¡PUES DESDE QUE NACISTE!!!- Levanto sus manos, enfatizando el punto –Obviamente desde que tu madre estaba embarazada- Trato de calmarse, mirando el rostro confundido de su hijo.

-Pero… Pero… ¿Madre?- Volvió a hablar confundido, toda la situación le parece tan surreal.

-Mocoso… Creo que te golpeaste fuerte la cabeza ayer- Suspiró negando con su cabeza. Por eso te digo que uses casco cada que sales a patinar con Aioria- Miro su reloj de pulsera –Ya es tarde, vístete y sal para la escuela que yo debo irme a trabajar-

-¿Escuela?- Volvió a preguntar.

-¡¡¡¿QUÉ TODO LO VAS A REPETIR?!!!- Miro molesto al joven –Ya rápido, que llegaras tarde-

-Yo… No tengo que ir… Tengo veinte años- Se levanta para demostrar su altura.

-¿Veinte?- Rio bastante divertido el adulto –Tienes quince años, y los acabas de cumplir hace un mes, así que deja de decir tonterías-

Salió cerrando la puerta a su espalda.

-¿Quince años? ¿Dijo que tengo quince años?- Toco su cara con preocupación y miro su propio cuerpo, siente que no tiene la misma altura que antes.

Miro por todos lados, esa habitación no luce como la de su templo, si estaba igual de desordenada, pero… Una cama con sabanas decoradas de pequeños escorpiones, un escritorio con un computador portátil, una televisión, guitarra eléctrica y ropa esparcida por todos lados, incluso unos patines y algunos trofeos… No entiende nada.

Pero lo que quería era verse.

Encontró un espejo pequeño, y lo sostiene delante de su cara, mirando que en efecto su rostro… Luce más juvenil de lo que era antes.

No sabía que más hacer… Entro en pánico y luego miro hacia una puerta dentro de su habitación, fue directamente a ella entendiendo eso puede ser el baño.

Fue directo allí, bastante asustado, miro de nuevo su cuerpo aun con la pijama que consta de un short corto y una playera azul de tirantes.

Prosiguió y quitarse su ropa, quedando solo con la interior, suspiro… Mirando que su cuerpo si bien es delgado, la musculatura esta acorde a su edad, pero no la que recordaba.

Y de paso prosiguió a mirar una parte de su ser, que le tiene bastante angustiado.

-No puede ser…- Temblaron sus manos, bajo su ropa interior y por primer vez suspiro aliviado –Ay… Pensaba que sería pequeño, pero sigo teniéndolo grande-

Puede que esta observación de parte del peli cerúleo este de más, pero es algo que logro reconfortarlo.

-Sin embargo… ¿Por qué estoy aquí?- Miro de nuevo para todos lados, subiendo su ropa interior y mirando colgado un uniforme de camisa blanca, encima un pantalón negro y un saco igual -¿Y que es aquí?-

Tomo aquellas prendas, entendiendo que debe usarlas, como el uniforme de la escuela que va.

Se quedaría pensando todo más atentamente, pero unos gritos de su “Padre”, lo volvieron a llamar, apurándolo.

Se vistió lo más rápido que pudo, y se siente tan torpe por que no sabe que más usar, así que decidió ponerse un par de tenis en vez de zapatos y su mochila casi vacía, por que no comprende que debe llevar.

Bajo rápidamente las escaleras, chocando con todo lo que hay en su camino pues no conoce la casa, en lo más mínimo o no la recuerda en sí.

El hombre tan similar a él, solo lo miro preocupado, arqueando una ceja por como su hijo se comporta esta mañana.

Pero antes de salir por aquella puerta de caoba, le llamo la atención.

-¡¡¡OYE!!!- Casi como un grito.

El peli cerúleo se detuvo de golpe, hasta nervioso por el tono de voz. -¿Si?-

-¿Qué no piensas despedirte de tu madre?- Se cruzó de brazos, mirándolo bastante fastidiado.

-¿Eh? Si…- Miro para todos lados intentando encontrar a esa persona, pero no tuvo suerte, temiendo decir algo, solo bajo la mirada nervioso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.