El zumbido de las máquinas seguía siendo el sonido de fondo en la sala de quimioterapia, pero Amanda ya no lo notaba. Su mente estaba en otro lugar, en un espacio donde el dolor y el cansancio no podían alcanzarla. Sin embargo, algo había cambiado. Una pequeña chispa de esperanza, casi imperceptible, comenzaba a abrirse paso entre la oscuridad.
El doctor Terry se sentó a su lado, con una expresión que mezclaba profesionalismo y compasión.
— Amanda —dijo, con voz suave pero firme—, hay algo que quiero comentarte.
Amanda abrió los ojos lentamente, sintiendo cómo el esfuerzo le pesaba en los párpados.
— ¿Qué pasa, doctor? —preguntó, con voz débil pero llena de curiosidad.
El doctor Terry tomó un respiro profundo, como si estuviera midiendo sus palabras.
— Hemos estado revisando tus últimas pruebas, y aunque el tumor sigue siendo agresivo, hay algo en tus niveles que nos ha llamado la atención. Tu cuerpo está respondiendo de una manera que no esperábamos. No es una cura, ni mucho menos, pero… es una señal. Una pequeña señal de que algo está cambiando.
Amanda lo miró, sin poder creer lo que estaba escuchando.
— ¿Qué… qué significa eso? —preguntó, con voz temblorosa.
El doctor Terry le sonrió, con una expresión que transmitía cautela pero también esperanza.
— Significa que, aunque el camino sigue siendo difícil, no todo está perdido. Tu cuerpo está luchando, Amanda. Y eso es algo que no podemos ignorar.
Amanda sintió cómo una oleada de emociones la invadía: esperanza, miedo, incredulidad.
— ¿Entonces… hay una posibilidad? —preguntó, con voz apenas audible.
El doctor Terry asintió, con una expresión seria pero llena de compasión.
— No quiero darte falsas esperanzas, Amanda. Esto no cambia el pronóstico de manera drástica, pero es una señal de que tu cuerpo no se está rindiendo. Y eso es algo que debemos aprovechar.
Amanda cerró los ojos, sintiendo cómo las lágrimas caían por sus mejillas. No eran lágrimas de tristeza, ni de miedo. Eran lágrimas de alivio, de gratitud, de esperanza.
— Gracias, doctor —dijo, con voz quebrada—. Gracias por decirme esto.
El doctor Terry le apretó la mano, con una fuerza que transmitía más que palabras.
— No te rindas, Amanda. Tu cuerpo está luchando, y nosotros estamos aquí para apoyarte en lo que podamos.
Amanda asintió, sintiendo cómo esa pequeña chispa de esperanza comenzaba a crecer dentro de ella. Sabía que el camino seguía siendo difícil, que el dolor y el cansancio no desaparecerían mágicamente. Pero también sabía que no estaba sola, que su cuerpo estaba luchando, y que había una posibilidad, por pequeña que fuera.
— Mamá —dijo, mirando a su madre, que estaba sentada a su lado—. ¿Lo escuchaste?
Su madre asintió, con lágrimas en los ojos pero una sonrisa en los labios.
— Sí, cariño. Lo escuché. Y estoy tan orgullosa de ti.
Amanda cerró los ojos, sintiendo cómo el calor de la mano de su madre la reconfortaba. Sabía que el camino que tenía por delante sería difícil, pero también sabía que no estaba sola.
Gracias por un día más señor.
#1546 en Novela romántica
#597 en Chick lit
#romance #amor #drama, #dolor#perdida #sufrimiento, #fe #esperanza #amordivino
Editado: 19.03.2025