El retroceso del tumor había cambiado todo. Aunque Amanda sabía que la batalla no había terminado, esa pequeña victoria le había devuelto algo que creía perdido: la esperanza. Y con la esperanza, llegó una nueva oleada de emociones que no estaba segura de cómo manejar.
El doctor Terry seguía siendo una presencia constante en su vida. Sus visitas ya no eran solo médicas; se habían convertido en momentos de conexión, de complicidad, de algo que ninguno de los dos se atrevía a nombrar. Pero esa noche, todo cambió.
---
Era una tarde tranquila. Amanda estaba sentada en el jardín, envuelta en una manta, disfrutando del suave aroma de las flores que su madre había plantado hacía semanas. El sol se ponía en el horizonte, pintando el cielo de tonos dorados y morados. El doctor Terry llegó sin avisar, como solía hacerlo, pero esta vez traía algo en las manos: un pequeño paquete envuelto en papel de seda.
— ¿Qué es esto? —preguntó Amanda, levantando la vista para mirarlo con curiosidad.
Él se sentó a su lado, con una expresión que mezclaba nerviosismo y determinación.
— Ábrelo y lo sabrás —dijo, con una sonrisa tímida.
Amanda desdobló el papel con cuidado, revelando una pequeña caja de terciopelo azul. Su corazón comenzó a latir con fuerza cuando la abrió. Dentro había un anillo sencillo pero hermoso, con una piedra azul pálida que brillaba bajo la luz del atardecer.
— Doctor Terry… —susurró, sin poder creer lo que estaba viendo.
Él tomó su mano, mirándola a los ojos con una intensidad que la hizo contener la respiración.
— Amanda, sé que esto es inesperado. Sé que no es lo correcto, ni lo profesional. Pero no puedo seguir fingiendo que lo que siento por ti no es real.
Amanda sintió cómo las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.
— ¿Qué estás diciendo? —preguntó, con voz temblorosa.
Él se arrodilló frente a ella, sosteniendo el anillo entre sus dedos.
— Estoy diciendo que quiero pasar el resto de mi vida contigo, Amanda. No importa cuánto tiempo nos quede. No importa lo difícil que sea. Quiero estar a tu lado, en las buenas y en las malas.
Amanda cerró los ojos, sintiendo cómo el mundo a su alrededor se desvanecía.
— Esto es una locura —susurró—. No podemos… no deberíamos…
— Lo sé —interrumpió él, con voz firme—. Pero el amor no siempre sigue las reglas, Amanda. Y yo te amo. Te amo más de lo que pensé que era posible.
Amanda lo miró, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza.
— ¿Y si esto no funciona? ¿Y si el cáncer regresa?
— Entonces, habremos tenido esto —respondió él, con una determinación que la hizo temblar—. Habremos tenido este momento, este amor. Y eso vale más que cualquier regla, cualquier miedo.
Amanda sintió cómo las lágrimas caían por sus mejillas.
— No puedo prometerte un futuro, doctor Terry.
— No te pido un futuro —dijo él, con voz suave pero llena de emoción—. Solo te pido un presente. Un presente en el que podamos ser felices, aunque sea por un momento.
Amanda cerró los ojos, sintiendo cómo el calor de la mano del doctor Terry la reconfortaba. Sabía que el camino que tenía por delante sería difícil, pero también sabía que no estaba sola.
— Sí —dijo finalmente, con voz quebrada—. Sí, quiero estar contigo.
El doctor Terry le colocó el anillo en el dedo, con una sonrisa que iluminó su rostro.
— Entonces, esto es una promesa, Amanda. Una promesa de que, pase lo que pase, estaré aquí para ti.
Amanda lo miró, sintiendo cómo esa pequeña chispa de esperanza crecía dentro de ella. Sabía que el camino que tenía por delante sería difícil, pero también sabía que no estaba sola.
Y tal vez, todo esto pasará.
#1546 en Novela romántica
#597 en Chick lit
#romance #amor #drama, #dolor#perdida #sufrimiento, #fe #esperanza #amordivino
Editado: 19.03.2025