El milagro de la remisión del cáncer había cambiado todo. Amanda no solo había recuperado su salud, sino que también había encontrado un amor que la llenaba de esperanza y felicidad. Y ahora, después de meses de lucha y superación, llegaba el día que ambos habían soñado: su boda.
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La ceremonia se celebró en el jardín de la casa de los padres de Amanda, bajo un cielo despejado y un sol radiante. Las sillas estaban dispuestas en semicírculo, decoradas con cintas blancas y ramos de flores silvestres. El aroma a jazmín y lavanda flotaba en el aire, mezclándose con el sonido suave de un violín que tocaba una melodía tranquila.
Amanda se preparó en su habitación, rodeada de su madre y unas pocas amigas cercanas. El vestido que eligió era sencillo pero hermoso: de encaje blanco, con mangas largas y un escote delicado que resaltaba su figura recuperada. Su cabello, que había comenzado a crecer nuevamente, estaba adornado con pequeñas flores blancas.
— Estás radiante —dijo su madre, con lágrimas en los ojos—. Nunca te había visto tan feliz.
Amanda se miró en el espejo, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza.
— Es porque hoy es el día más importante de mi vida —respondió, con una sonrisa que iluminó su rostro.
Mientras tanto, el doctor Terry esperaba en el altar, vestido con un traje gris claro y una corbata azul que combinaba con el anillo de compromiso de Amanda. A su lado, su mejor amigo y colega, el doctor Martínez, lo acompañaba como padrino.
— ¿Nervioso? —preguntó el doctor Martínez, con una sonrisa burlona.
El doctor Terry sonrió, ajustándose la corbata.
— Más de lo que pensaba —confesó—. Pero no cambiaría esto por nada en el mundo.
Cuando la música cambió, todos se pusieron de pie. Amanda apareció en la entrada del jardín, del brazo de su padre. El vestido blanco brillaba bajo el sol, y su sonrisa iluminaba el lugar más que cualquier luz. El doctor Terry contuvo el aliento al verla, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza.
— Te quiero —susurró, cuando ella llegó al altar.
— Yo también te quiero —respondió Amanda, con lágrimas en los ojos pero una sonrisa en los labios.
La ceremonia fue sencilla pero emotiva. El juez que los casó habló de amor, de superación y de segundas oportunidades. Cuando llegó el momento de los votos, el doctor Terry tomó las manos de Amanda y la miró a los ojos.
— Amanda, prometo amarte y cuidarte todos los días de mi vida. Prometo estar a tu lado en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad. Porque tú eres mi milagro, mi razón para creer en el amor.
Amanda sintió cómo las lágrimas caían por sus mejillas.
— Terry, prometo amarte y respetarte todos los días de mi vida. Prometo ser tu compañera, tu apoyo y tu refugio. Porque tú me diste la fuerza para seguir luchando, y hoy quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.
El intercambio de anillos fue un momento lleno de emoción. Cuando el juez los declaró marido y mujer, el jardín estalló en aplausos y lágrimas. El beso que compartieron fue dulce y lleno de promesas, un beso que sellaba no solo su amor, sino también su victoria sobre la adversidad.
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La recepción fue una celebración íntima pero llena de alegría. La mesa principal estaba decorada con velas y flores, y el pastel de bodas, de tres pisos y decorado con detalles dorados, era una obra de arte. Amanda y el doctor Terry bailaron su primer baile como esposos bajo las estrellas, con una canción lenta que hablaba de amor eterno.
— Esto es perfecto —susurró Amanda, apoyando la cabeza en el hombro de Terry.
— Porque tú estás aquí —respondió él, abrazándola con fuerza—. Eres mi milagro, Amanda. Y hoy, celebramos no solo nuestro amor, sino también la vida.
Amanda cerró los ojos, sintiendo cómo el calor de su esposo la envolvía. Sabía que el camino que tenían por delante no estaría exento de desafíos, pero también sabía que, juntos, podrían enfrentar cualquier cosa.
Y esa noche, bajo un cielo lleno de estrellas, Amanda y el doctor Terry comenzaron una nueva vida, llena de amor, esperanza y la certeza de que, después de la tormenta, siempre llega la calma.
**Fin.**
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Editado: 19.03.2025